Gestores españoles de éxito que dejan a cero su exposición a bolsa...
El martes pasado tuve ocasión de cenar con Marc Garrigasait y David Aguirre Pujol, gestores de la SICAV de moda en nuestro país, Koala Capital y colaborador el primero de ellos de Cotizalia, donde publica una columna semanal cada lunes. Su éxito se deriva de un track record impecable en los últimos tres años, con una rentabilidad absoluta que se sitúa entre las primeras del ranking gracias a unas pérdidas menores en 2008 (poco más del 5%) y buenas revalorizaciones en 2009 y 2010 (cercanas al 15% en ambos casos, ver ficha aquí).
La conversación giró muy poco alrededor de sus inversiones y mucho sobre la apasionante trayectoria personal de ambos: cómo las pasaron canutas, cómo compraron la SICAV y cómo, después de una década de remar denodadamente, han visto finalmente la luz. Para el recuerdo, una frase: “emprendedor es aquél que, por invertir en su negocio, no llega a final de mes”. Una opinión refrendada por Salvador Mas, cuarto comensal, que acaba de vender su Openfinance a Infobolsa. Final feliz.
Preguntados por su modelo de gestión, dos fueron los ejes alrededor de los que giró su respuesta. Para la selección de valores o stock picking, participan de los métodos que comparan generación de caja, valor de empresa y retorno sobre el capital empleado, en una aplicación intuitiva del CROCI de Deutsche Bank o el CFROI de Credit Suisse de los que ya hemos hablado aquí en alguna ocasión. Sin embargo, en la asignación de activos o asset allocation se guían más por el sentimiento contrario, mediante el uso de hasta 50 referencias distintas que les permiten apostar contra el criterio de la masa, siempre desde un razonamiento contextualizado de los resultados. Me encanta ver cómo el sentido común tiende a participar, aún sin conocerse previamente, de los mismos principios.
A raíz de tal descripción, la cuestión devino inevitable: “Y… ¿ahora?” Su contestación, la previsible: “tenemos la cartera de acciones cubierta al 100%”. Tomen nota, señores, de un nuevo grupo para redes sociales: Gestores que prefieren dejar a cero su exposición a bolsa, pese, o mejor dicho, gracias a la complacencia colectiva.
No es de extrañar su postura. Hay argumentos de todo pelaje como para apostar por una corrección de la renta variable. Basta con echar un vistazo alrededor para encontrarse con: los problemas de endeudamiento público en el mundo desarrollado (con un Portugal cuya deuda a diez años se situó claramente en territorio de intervención, 7.37%, máximo desde su entrada en el euro), las revueltas motivadas por el aumento del precio de las materias primas agrícolas en los países en desarrollo, las tensiones inflacionarias en anclas como China y Brasil o el repunte de los tipos de interés a largo plazo, manifestaciones evidentes de un entorno incierto y, por tanto, teóricamente penalizador. Más teniendo en cuenta sus potenciales consecuencias sobre los márgenes y el coste de financiación de unas empresas que siguen sorprendiendo al alza en ventas y beneficios.
Pese a ello, los indicadores de volatilidad se han vuelto a situar cerca de los mínimos históricos, mientras que el diferencial y el CDS (cobertura para el caso de impago) de la deuda corporativa tanto con calificación crediticia como basura cotizan a los niveles previos del estallido de la crisis de crédito en el verano de 2007 gracias, entre otros, al primer mes sin impagos en tres años, enero de 2011. Aunque quizá la mejor prueba de que se han dejado atrás los miedos pasados sea el regreso de la financiación covenant-lite, aquella que apenas exige garantías al prestatario y que sólo en enero ha acumulado un volumen equivalente a todo 2010. Algo que a la gente de Blackrock le empieza a recordar sospechosamente a tiempos pasados.
A lo irracionalmente evidente, se unen dos factores de carácter técnico que han ido ganado fuerza entre las publicaciones especializadas en los últimos días y que invitan a pensar que está a punto de llegar el tío Paco con la rebaja. La divergencia entre el comportamiento de los bonos high yield y la renta variable, por una parte, y entre el Dow Jones de Industriales y el de Transportes (un 6,6% desde el 14 de enero), por otro. Unas diferencias que históricamente han provocado un ajuste de las acciones hacia la renta fija en el primer caso y del selectivo más amplio hacia el más restringido en el segundo.
Parece que estamos, sin embargo, ante lo que Art Cashin ha dado en llamar acertadamente un rally newtoniano, impávido a la espera de algún acontecimiento de relevancia que frene su inercia. Identificar el catalizador parece imposible a día de hoy vista la enorme complacencia frente a los riesgos existente, motivado por los buenos resultados societarios que se están dando a conocer estos días. Pero ya saben, cuanto más se baja la guardia, más fácil es que el golpe nos pille desprevenidos. Para algunos todo lo bueno está ya en precio y por tanto... Desde que dejé el mundo de la gestión activa he perdido feeling de mercado. Pero me fío de la gente que participa de los principios de Valor Añadido, sentido común, profundidad y perspectiva. Como Marc y David, esos Gestores españoles…
No hay comentarios:
Publicar un comentario