La semana pasada tuve ocasión de visitar las oficinas centrales de Inditex en el Polígono de Sabón en Arteijo, que es la forma castellanizada con la que Amancio Ortega llama al pueblo en el que está la sede social de la compañía, en la provincia de A Coruña. Les voy a decir una cosa: la realidad supera con creces a cualquier tipo de idea preconcebida que uno pueda tener sobre la dinámica de funcionamiento de la empresa, sus instalaciones o el volumen de mercancía que maneja. Un servidor, tan vinculado siempre a la economía financiera y con una capacidad de sorpresa cada vez más limitada, se quedó como Alfredo Landa en Vente a Alemania, Pepe nada más llegar al país germano: estupefacto. Conocer por dentro la firma gallega debería ser asignatura obligada en las facultades de empresariales españolas. Un caso de emprendimiento único que se gesta de forma paralela al deterioro de la industria que lo cobija y se desarrolla en un mercado de libre competencia como el textil. Casi nada. Hoy la cosa no va de valoraciones ni de múltiplos sino de una historia de éxito que impresiona, la de Zara, y de una opinión muy personal, la de McCoy. Sin más pretensión.
Resulta insultante la simplicidad de su secreto, resultado sin embargo de un proceso de aprendizaje del propio Ortega, y su primera mujer Rosalía Mera, durante más de dos décadas, hasta el lanzamiento de Confecciones Goa primero e Inditex después. Como gran innovación, pasar de un modelo basado en colecciones impuestas por el fabricante a otro centrado en lo que el comprador demanda en cada momento. Un proceso de acción reacción que han ido depurando con el paso del tiempo y que les permite combinar básicos de colección con las últimas novedades. Impresiona ver la inmensa planta diáfana, 24.000 metros cuadrados, en los que trabajan codo con codo diseñadores y responsables comerciales en permanente contacto con las tiendas. Edad media inferior a 30 años. Se actúa en tiempo real sobre lo que las tiendas venden y lo que sus encargados demandan, en un proceso de competencia interna que es clave a la hora de hacer la promoción de empleados dentro de la sociedad. A tales requerimientos se responde con series limitadas para urgir al consumidor a adquirir la prenda de que se trate. Y vuelta a empezar.
Para poder responder de manera lo más rauda posible a los gustos del cliente, el servicio es fundamental. Eso significa tener algunos centros de producción cercanos a los lugares de distribución. Son los que se encargan de la fabricar todo lo que es pronto moda, para la que no se puede depender de los plazos de los proveedores asiáticos. Según Inditex, el 50% de su confección es de proximidad hasta el punto de que se han hecho con las factorías del norte de Portugal que antes producían para Benetton. Pero también es contar con una plataforma logística eficiente. Pues bien, sólo en Arteijo, los 500.000 metros cuadrados de almacén completamente automatizado, y dividido en cinco plantas con objeto de salvar la irregularidad del terreno, permiten expedir tres millones y medio de prendas… a la semana. Desde que cualquier punto de venta hace su pedido hasta que éste sale hacia su destino apenas median ocho horas. En 48 estará en la tienda, con independencia del lugar del mundo en que se halle. Ver en directo su funcionamiento impresiona. De verdad.
Resulta especialmente impactante el cuidado de los detalles que preside la actividad de Inditex. Habiendo renunciado de modo consciente a la publicidad, ha hecho de la homogeneidad de su imagen otra de sus señas de identidad. Una igualdad que se logra mediante el establecimiento de réplicas exactas tanto de los escaparates como de las tiendas de las distintas marcas en los sótanos del edificio principal a… tamaño natural, mobiliario y stocks incluidos. Un orden cuidadosamente meditado, decisión en la que participa el propio Ortega, que es transmitido a los centros locales para su exacta reproducción y que es actualizado periódicamente con objeto de recoger, precisamente, las tendencias y las necesidades de salida de producto que la evolución de las ventas impone. Todo en Inditex es exageradamente exagerado. No se pueden imaginar hasta qué punto.
Sé que el post de hoy puede sonar a publirreportaje. Mal iría la compañía si necesitara de juntaletras como un servidor que le hiciera una promoción que no necesita. Pero hay una parte de verdad en esa crítica. Desde Valor Añadido llevamos un tiempo tratando de ver más lo que tiene España que lo que le falta, más su potencial que su limitación. Es, a juicio de un servidor, un ejercicio de responsabilidad. Cuando uno cae por un precipicio, busca desesperadamente donde agarrarse, ¿verdad? Pues bien, en España tenemos muchos asideros. Un ejemplo es lo que ha hecho Ortega en Inditex, él solo primero y con la ayuda de José María Castellano primero y Pablo Isla después: sector en crisis, mercado libre, imaginación, apuesta y 60 años de trabajo que se dice pronto. Los mayores pelotazos son el fruto de la constancia, no de la impaciencia. Mentalmente, McCoy ha tomado mucha nota. Espero que les sirva a ustedes también.
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