domingo, 6 de febrero de 2011

"Hacer catastrofismo con el euro y con España ya no es realista"

"Hacer catastrofismo con el euro y con España ya no es realista"



Los dos académicos creen que lo peor de la crisis fiscal ha pasado ya, tanto para Europa como para España, aunque advierten de que la reforma financiera puede hacer reaparecer sombras sobre las finanzas públicas españolas

A mediados de 2009, el legendario economista Paul Samuelson -ya fallecido- dio una de sus últimas entrevistas. Samuelson es uno de los grandes, tal vez el más grande: además de fenomenal divulgador, fue precursor en el uso de complejos modelos matemáticos para describir fenómenos económicos. Cuando el periodista le preguntó qué le diría a alguien que empezara sus estudios en economía, Samuelson fue tajante: nada de matemáticas, "muestra un sincero respeto hacia el estudio de la historia económica, porque es la materia prima de la que surgirán todas tus conjeturas o análisis". En medio del avispero que era hace unos días un Davos con menor brillo que otras veces por el protagonismo de Egipto, Carmen Reinhart (La Habana, 1955, investigadora del Peterson Institute) y Kenneth Rogoff (Rochester, 1953, ex economista jefe del FMI, catedrático en Harvard) aludían a esa anécdota para explicar el éxito del superventas Esta vez es diferente, una historia de las crisis en los últimos ocho siglos que aún no se ha editado en castellano. Y que demuestra, por cierto, que esta vez no es en absoluto diferente.

Crisis financiera mundial
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"Hay menos pánico, pero el estancamiento durará un lustro"

"Las desigualdades van a dar tremendos quebraderos de cabeza"

"Va a haber muchos periodos de volatilidad, porque así son las poscrisis"

"Solo hemos visto el principio de las tensiones sociales, la gran amenaza"

"Reestructurar deuda no es una debacle, puede ser una solución"

"A estas alturas, pensar que solo hay un problema de liquidez es delirante"

Los modelos que emplean los matemáticos que trabajan con los mercados señalan que el Lunes Negro de la Bolsa en octubre de 1987 o la suspensión de pagos de Rusia en 1998 son acontecimientos que estadísticamente ocurren una vez cada tres mil millones de años. Y sin embargo han ocurrido varias veces solo en el último medio siglo. Y probablemente van a volver a ocurrir: Rogoff y Reinhart, sentados en un rincón relativamente tranquilo del Foro Económico Mundial, refuerzan en esta entrevista conjunta su bien ganada fama como pesimistas al asegurar que una reestructuración de deuda en Grecia, Irlanda y Portugal es "inevitable", y no solo eso: "Además es deseable". Inmediatamente después hilvanan un discurso diferente para la economía española. "España no está en esa lista" (Reinhart). "Hacer catastrofismo con el euro y con España ya no es realista" (Rogoff).

La música ha cambiado en relación a España; eso no significa que no haya riesgos. Rogoff (que dejó una prometedora carrera como ajedrecista por la economía) y Reinhart (que en su día cambió su pasión por la moda por un trabajo en Wall Street, y éste por la universidad) resumen al alimón la situación al final de la charla. Sobre España: "Las reformas del Gobierno son positivas. Pero habrá que ver qué sucede con la banca: al final la historia muestra que las deudas privadas se convierten en deudas públicas, y si el Estado entra en las cajas debe ser muy cuidadoso para que no ocurra algo similar a lo que pasó en Irlanda. El precio de la vivienda va a caer más, y los activos de las entidades bancarias deben reflejar ese deterioro antes de que el Estado haga su entrada con las nacionalizaciones: España está dando excelentes señales en todo menos en eso", avisa Reinhart, investigadora del prestigioso Peterson Institute de Washington.

El encanto de la historia y de sus enigmáticas lecciones es que al mirar atrás todo puede parecer poco más o menos lo mismo, y sin embargo, a la vez, todo es radicalmente distinto. Rogoff invita a mirar al pasado para intuir lo que puede suceder a partir de ahora. Y deja un sabor agridulce sobre los riesgos globales en cuanto saca lo que él mismo denomina con toda la sorna su bola de cristal: "Lo peor ha pasado en lo relativo a la crisis fiscal europea. Los emergentes tiran con fuerza de la economía mundial. Han vuelto los beneficios y los mercados lo notan. Entramos en un periodo más estable, lejos ya del pánico de los últimos meses. Pero eso quiere decir poco: en Europa y en EE UU hay un problema de crecimiento; el estancamiento durará al menos un lustro. Con el paro y esa lenta recuperación, los problemas en el sector financiero son inevitables, y Europa ha hecho poco o nada por tener un mecanismo claro de reestructuración de la deuda para cuando llegue el momento". A punto de despedirse camino de una de esas reuniones a puerta cerrada que tanto gustan en Davos, Rogoff deja una última reflexión sobre Egipto: "Los primeros problemas sociales se están empezando a ver: los riesgos geopolíticos no van a dejar de crecer en los próximos meses. Eso, a fin de cuentas, es lo que suele ocurrir históricamente cuando a una crisis financiera se le suma una crisis económica de estas dimensiones, especialmente en zonas geográficas donde además hay carencias de todo tipo y, sobre todo, grandes desigualdades. Atentos a las desigualdades porque van a dar tremendos quebraderos de cabeza".

- El virus de la crisis. La crisis sigue mutando: de financiera pasó a ser económica, ahora es una crisis de deuda soberana y de pronto da paso a las primeras algaradas políticas y sociales. ¿Cuál es la próxima mutación?

Rogoff. Los problemas derivados del altísimo endeudamiento público y privado no van a desaparecer rápidamente: no hay por qué tener tanta prisa, las dificultades derivadas de la montaña de deuda acumulada están aquí para quedarse durante mucho tiempo. Gobiernos y mercados están mirando a 2011, pero lo realmente preocupante no es este año sino el próximo lustro, prácticamente la próxima década: algunos países van a tener que hacer algo, y pronto, para que no veamos graves problemas o al menos un larguísimo estancamiento. Va a haber muchos periodos de volatilidad, porque así son las poscrisis con alto endeudamiento: los shocks pequeños se amplifican. Eso para los países desarrollados. Para los emergentes, ahí está de nuevo la inflación y el fantasma de una nueva burbuja. Y para todo el mundo -y eso vale, desde luego, también para países como Estados Unidos y España- tal vez la mayor amenaza son las tensiones políticas, las crisis sociales, de las que hemos visto sólo el principio. Los beneficios de las multinacionales están creciendo y la participación de los trabajadores en el reparto de la riqueza ha estado cayendo: ése es un problema global.

Reinhart. Europa y EE UU necesitan crecimiento: no este año, sino en el medio plazo. Y los periodos de resaca tras un alto endeudamiento no suelen ser precisamente de crecimiento robusto. El mayor desafío de política económica es detectar bien los problemas, poner sobre la mesa las políticas adecuadas y saber esperar: no hay forma de arreglar esto rápidamente, aunque eso sea difícil de explicar para los políticos. La austeridad no surte efectos de inmediato. Las reestructuraciones bancarias tampoco: el crédito no resurge de la noche a la mañana. Lo mejor que puede esperarse de los Gobiernos es que manejen la situación con serenidad para evitar una sacudida por los problemas derivados de la lenta recuperación, que se dejarán notar en los balances de los bancos.

- Crisis fiscal. En Europa hay ya dos países rescatados, y serias amenazas sobre otros. En EE UU varios Estados con problemas. Y sin embargo los mercados están más optimistas. ¿Ha pasado lo peor? ¿O los mercados están fallando otras vez?

Rogoff. Así es: lo peor ha pasado en cuanto a la crisis fiscal. Y es evidente que los mercados no están evaluando correctamente los problemas: en algunos casos han sobrerreaccionado, en otros como los reventones de burbujas en el sector inmobiliario siguen siendo incapaces de incorporar toda la información a los precios. En lo relativo a la crisis europea, tarde o temprano se verá que Grecia, Portugal e Irlanda difícilmente van a evitar reestructuraciones de sus deudas públicas o privadas. Una suspensión de pagos -o como vaya a llamarse eso finalmente en cualquiera de sus variantes, como la reestructuración de la deuda con una modificación de los tipos de interés o de los plazos- está próxima e incluso es deseable, si uno atiende a lo que ha ocurrido en crisis similares a lo largo de la historia.

Reinhart. La gente asocia una reestructuración a una debacle, y esa es una visión muy tergiversada. No es el fin del mundo. En Argentina salió mal: en Uruguay funcionó por las mismas fechas. En Europa pueden ser una solución. Para ello, países como Grecia, Irlanda y Portugal -y no meto a España en esa lista- tienen que jugar con cuatro elementos clave: déficit, crecimiento, tipos de interés y deuda. Hay que encontrar una combinación sostenible: a qué intereses y con qué crecimiento los países con problemas pueden lidiar con sus déficits y sus deudas.

Rogoff. Y sobre todo, Europa no puede seguir jugando a arreglar los problemas solo cuando se asoma al abismo, en el último momento: para marzo debería tener listo un mecanismo claro de reestructuración de la deuda, aunque somos conscientes de las dificultades que eso entraña.

Reinhart. Está claro, por ejemplo, que la banca va a sufrir y puede haber nuevos rescates, y con ellos nuevas sombras sobre la crisis de deuda soberana. Para entonces eso debe estar resuelto. En crisis como estas, la deuda privada y en particular la deuda del sector financiero acaban convirtiéndose en deuda pública. Un caso extremo es el que hemos visto en Irlanda. Antes de que eso ocurra es fundamental hacer una valoración muy conservadora de todo lo que pueda ser susceptible de pasar del sector privado al sector público. De lo contrario, puede repetirse el caso irlandés.

- ¿España, fuera de peligro? El calendario de reformas y los planes de austeridad del Gobierno español han suavizado el golpe en los mercados de deuda. Incluso quienes apuntaban por un rescate empiezan a dar marcha atrás. ¿Está España fuera de la zona de riesgo?

Reinhart. No me preocupa en absoluto la posibilidad de una suspensión de pagos. No va a haber tal cosa. Pero en la reforma financiera es fundamental reestructurar la deuda bancaria para evitar que haya dudas sobre las finanzas públicas.

Rogoff. Hacer catastrofismo con el euro y con España ya no es realista. No está justificado. España, Bélgica e Italia no están en el nivel de Grecia, Irlanda y Portugal, que sí deben reestructurarse. En el caso español, en cambio, sí hay problemas en la deuda municipal, de la misma manera que es esencial hacer un ejercicio de transparencia en la banca para ver las dimensiones del ajuste inmobiliario y lo que eso puede suponer.

Reinhart. Pero atención, porque este es un problema europeo: tres años después del inicio de la crisis, pretender a estas alturas que hay un problema únicamente de liquidez es delirante. Por eso es tan importante definir bien cómo se van a hacer las reestructuraciones, con qué recortes, para que todo el proceso se haga de forma relativamente tranquila. Lo más interesante del caso de España va a ser cómo se hace esa reestructuración bancaria. Hasta ahora el Gobierno ha actuado con firmeza, abriendo incluso la puerta a las nacionalizaciones. Ahí es donde el mercado va a medir al Gobierno español: Irlanda se quedó con mucha deuda privada a precios inflados y eso destrozó sus finanzas públicas, a pesar de que, como España, contaba con una buena situación de partida, incluso después de los estragos causados por la recesión. Hay que tener un enorme cuidado con no repetir ese error: conviene ser muy pesimista sobre el valor de esa deuda, muy relacionada con el pinchazo inmobiliario. Parece que aún hay quien piensa que simplemente creciendo como Singapur se acabaron los problemas de deuda. Pues bien, ese crecimiento no se va a producir en la economía española, eso es imposible, así que es fundamental actuar con toda prudencia en ese proceso que en toda crisis se produce: las deudas privadas acaban siendo públicas. Siempre es así. España está dando señales claras en la buena dirección en casi todo. Hay que pensar también en eso.

- Estados Unidos. La economía norteamericana no ha sufrido los problemas de la europea, aunque sus números son parecidos o peores. ¿La crisis fiscal puede viajar al otro lado del Atlántico?

Reinhart. Hasta ahora, Estados Unidos se ha quedado fuera de la línea de vulnerabilidad de la crisis de deuda soberana. Obama ha preferido seguir con los estímulos para apuntalar la recuperación: el modus operandi del Congreso se resume en "ese problema lo resolveremos mañana". Pero tal vez sea un exceso de confianza pensar que EE UU tiene una década para solucionarlo. Hasta ahora toda la atención estaba sobre Europa. Incluso el dólar no se depreció lo que debía porque Europa estaba acaparando portadas con Irlanda y Grecia. Además, hay un círculo vicioso relacionado con la deuda: las familias tienen los mismos problemas en EE UU, en España o en Reino Unido. El problema del desempleo está relacionado con esos enormes booms de consumo previos a la crisis, financiados con crédito fácil: llega el momento de desendeudarse, eso perjudica la recuperación y por eso el desempleo va para largo.

Rogoff. La buena noticia es que Obama se ha movido hacia el centro. Eso va a ayudar a la economía. Pero todo ese proceso de reducción de la deuda va para largo: por eso es una decisión correcta esa mirada a largo plazo, ese acuerdo para estabilizar las cuentas públicas, aunque la reducción del déficit no se acometa de inmediato. No sé si va a bastar, pero políticamente es un paso adelante.

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