os jefes de Estado o de Gobierno de los 17 países que comparten el euro como moneda única deberían adoptar esta noche en la cumbre que celebran en Bruselas el denominado Pacto por el Euro: un menú de compromisos de austeridad salarial y presupuestaria. Antonio López-Istúriz: Zona Euro: La hora de la verdad.
A cambio de aceptar esta exigencia de Alemania, España y Portugal confían en que el Ejecutivo alemán acepte desbloquear la negociación para reforzar y flexibilizar el fondo de rescate de países al borde de la quiebra.
La negociación sobre el fondo de rescate se prolongará hasta la cumbre que el conjunto de los 27 dirigentes de la UE celebrarán en Bruselas los días 24 y 25 de este mismo mes. Pero la intención de Madrid y de Lisboa es arrancar a Berlín esta noche una declaración que, aunque ambigua, al menos deje claro ante los mercados que se reanuda esta negociación.
Frente a la canciller alemana Angela Merkel, los jefes de los Gobiernos español y portugués, José Luis Rodríguez Zapatero y José Sócrates, cuentan con el apoyo entre bastidores de París, la Comisión Europea y el presidente del Consejo Europeo, el conservador belga Herman Van Rompuy.
Pacto por el Euro:
El Pacto por el Euro se declina en medidas como vincular la evolución de los salarios a las mejoras de productividad y no a la subida de precios, y vigilar los costes laborales unitarios; ajustar los mecanismos de negociación salarial y descentralizarlos; garantizar que los sueldos del sector público apoyan los esfuerzos para ganar competitividad del sector privado; eliminar las restricciones injustificadas en las profesiones liberales, la distribución minorista y los sectores en red (energía, telecos, etcétera).
Además, contempla reducir el empleo en negro; reformas fiscales como rebajar los impuestos sobre el trabajo (IRPF y cotizaciones sociales), y subir el IVA, las ecotasas, y armonizar y ampliar la base imponible de Sociedades; garantizar la sostenibilidad de las pensiones y la sanidad; a retrasar la edad de jubilación; blindar las normas europeas contra el déficit y la deuda pública excesiva, vía leyes marco nacionales o reformas de las constituciones; introducir legislación nacional sobre resolución de crisis bancarias y liquidaciones ordenadas de entidades en apuros; y someter con regularidad a la banca europea a test de estrés.
Los deberes, el 24 de marzo:
Cada líder de la zona euro deberá detallar en la próxima cumbre de la UE, los días 24 y 25 de marzo, cuáles de estas medidas piensa ejecutar en su país en los próximos doce meses. Si algún Gobierno ofrece compromisos insuficientes, recibirá las presiones de sus homólogos y de Bruselas. La presión de Alemania será la más dura, por cuanto tiene poder para vetar las operaciones de ayuda a los países en apuros al ser el principal contribuyente a estas intervenciones.
Más dinero para rescates:
La primera vía posible para reformar el fondo de rescate es elevar su volumen. En la actualidad, puede movilizar en el mercado 500.000 millones de euros para prestarlos a los países en apuros, además de otros 250.000 millones que aportaría el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero hasta el año 2013, el máximo de 500.000 millones de euros es teórico y se limita a unos 300.000. Descartada la opción de elevarlos por encima de los 500.000 millones mientras no se haya consumido esta cantidad, la opción es que este motante sea real de manera inmediata, sin esperar hasta junio de 2013.
Rescates más baratos:
Europa y el FMI ofrecieron a Grecia en primavera de 2010 prestámos por 110.000 millones de euros, a un interés que ronda el 5%. A disposición de Irlanda pusieron a finales del año pasado 67.500 millones a un interés que ronda el 6 por ciento. Ambos países reclaman una rebaja del tipo de interés, que podría aplicarse también a los países rescatados en el futuro.
De hecho, el mecanismo de rescate obtiene el dinero del mercado con un interés que ronda el 3%, y al prestarlo a los Estados rescatados lo eleva para penalizarlos y disuadir al resto de seguir esta vía.
Flexibilizar el fondo:
En la actualidad, el fondo de rescate europeo sólo interviene como último recurso, cuando el país que lo solicita está ante el abismo del impago. Una de las ideas que se contemplan es pedir a Alemania que relaje esta condición, para que la intervención sea más temprana y menos traumática.
El fondo podría, si Berlín da su luz verde, comprar deuda de los países bajo presión de los mercados, función en la que sustituiría al Banco Central Europeo (BCE); prestarles dinero para que recompren su deuda, pero más barata que cuando la emitieron, lo que sería una quita dulcificada; concederles créditos a corto plazo para apuntalar su liquidez y prevenir problemas más graves de solvencia; o ayudarles a inyectar capital para parchear los agujeros negros que se detecten en junio cuando se conozcan los resultados de los test de estrés realizados a la banca del Viejo Continente.
Sanciones y controles:
En la cumbre de los días 24 y 25 de marzo, los líderes de los Veintisiete deberían sellar también un principio de acuerdo para reforzar las sanciones y los controles contra los países que incurran en deudas públicas y déficits excesivos, y sobre los que incuben desequilibrios como las burbujas inmobiliarias que dieron al traste con una década prodigiosa en España e Irlanda.
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