sábado, 16 de abril de 2011

Los Españoles Sufen en Silencio

Los españoles sufren en silencio
¿A qué se debe tanto silencio ante la crisis? ¿Somos los españoles responsables, acaso conformistas? ¿Estamos por el contrario narcotizados? ¿Es una cuestión de signo, gobierna la izquierda y los sindicatos pliegan sus pancartas y consienten? ¿O en el fondo sabemos que nada se consigue protestando?

Bruselas, Londres, Lisboa, Atenas… en cualquiera de estos puntos de Europa el pueblo ha tomado las calles. Hemos visto barricadas, enfrentamientos con la policía, fuego, cristales rotos y detenciones, pero aquí, en España, el silencio es sobrecogedor, absoluto y total. Es el mismo pueblo, los mismos problemas y la misma crisis, pero mientras Europa brama, los españoles callan.

El mutis generalizado llama aún más la atención si se tiene en cuenta que son millones las personas afectadas por la situación. Echemos un vistazo a las cifras. La EPA apunta que ya hay cerca de 5 millones de parados, a diario están cerrando una media de 450 empresas, se ha destruido el 14% del tejido empresarial, el conjunto global de los trabajadores sufre los mayores recortes sociales y laborales de la historia, la jubilación se eleva a los 67 años, los precios sufren una escalada imparable y los impuestos alcanzan máximos históricos. La situación sería como para seguir los pasos de Groucho Marx y entonar el “paren España que me bajo”, sin embargo, nada de esto sucede.

El periodista Nacho García Mostazo, especializado en economía, cree que la culpa radica en la complicidad de los sindicatos con el Gobierno, “la gente está deseando salir a la calle –explica García Mostazo-, pero no existe el catalizador para hacerlo. Se da el caldo de cultivo perfecto para que organicen no una, sino muchas manifestaciones y huelgas generales, pero gobierna la izquierda y los sindicatos, que son el factor de movilización, juegan a su favor. Que se prepare Rajoy si llega a gobernar, estoy convencido de que si conquista la Moncloa le quemarán las calles”.

El sociólogo, Amando de Miguel, ve al pueblo español anestesiado y adormecido, “aquí la gente lo aguanta todo, no hay capacidad de protesta. Es un pueblo conformista, banal, aborregado, y eso el Gobierno lo cultiva con fútbol, con ocio, con elementos ideológicos divertidos, televisión basura… mezclas todo esto y no hay conciencia de queja”. Según el sociólogo, estamos ante “el pan y circo de toda la vida, ya lo inventó Franco y ahora está elevado a una categoría extraordinaria porque hay circo todos los días”.

Bastante tenemos con salir adelante

Lejos de las tesis del adormecimiento, Carlos Rodríguez Braun, doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de Historia del Pensamiento Económico, prefiere hablar de sensatez. “No estamos acostumbrados a criticar al Gobierno y tenemos demasiado respeto por la autoridad o quizás, demasiada confianza –apunta Braun-. Puede ser que seamos un pueblo sensato, que sabe que en las democracias avanzadas es muy difícil cambiar las cosas de forma radical. Imagino también que la economía sumergida provoca cierto distanciamiento y resignación. Bastante tienen muchas personas con abrirse camino como pueden. Saben que la protesta, al fin y al cabo, no lleva a ninguna parte”.

Para Carmen Tomás, periodista especializada en economía, de no ser por la familia, se estarían echando a la calle. “La gente está sosteniéndose. Necesitan a alguien para movilizarse. Antes lo hacían los sindicatos, pero ahora son cómplices del Gobierno y es la familia la que tira de los hijos que regresan a casa, el pago de la hipoteca o comer todos los días. Bastante tienen con salir adelante, están más en resolver el día a día que en protestar”.

El presidente de COPYME, Confederación de pequeñas y medianas empresas, cree que los pocos que intentan protestar se ven rápidamente silenciados. Según Salvador Bellido, “la situación es dramática para muchos empresarios, que hacen auténticos ejercicios de equilibrio para mantenerse a flote. Hay, además, miles de autónomos al borde del abismo y el consumo ha caído en picado. Yo creo que sí existe un malestar generalizado y profundo pero los grandes acallan a quienes intentamos protestar”.

Hay quienes aún creen que no hay crisis

Todavía hay quienes creen que no hay tal crisis. Seguro que no es la primera vez que escucha lo de “pues habrá crisis, pero las grandes superficies están llenas”, o a quienes dicen refunfuñando “no habrá tanta crisis cuando se han llenado los hoteles esta Semana Santa”.

De momento, no son más que ilusiones ópticas. Las superficies comerciales están abarrotadas pero los comercios cierran “mucha visita y poca compra” –se quejan los comerciantes-. Los bares se llenan pero los hosteleros despiden camareros, los ingresos caen más de un 25%, “hay quienes piden una coca-cola o un café y están toda la tarde, no se vende ni una ración”. Los hoteles están repletos estos días de Semana Santa pero muchos españoles han decidido irse al pueblo, “se llenan de alemanes que empiezan a ver la luz –nos explican en las agencias- y de turistas que huyen de la zona conflictiva del norte de África y se vienen a España”.

Las vacaciones son sagradas

El último informe sobre el ahorro de los españoles, hecho por el portal Iluba, es demoledor para las previsiones de futuro. Más del 70% reconoce que si tuviese dinero lo destinaría a ahorrar y que, ahora mismo, sólo gasta en productos básicos y de primera necesidad. Hasta un 31% reconoce haber pasado a comprar marcas blancas ante las dificultades económicas. La mayoría ha pospuesto o dejado para otra ocasión servicios como el dentista o el taller mecánico y otro dato significativo, hasta un 20% ha dejado de celebrar su cumpleaños. Sólo hay algo a lo que no se renuncia salvo necesidad extrema, las vacaciones, para el 40% son sagradas y se harán juegos malabares con los números antes que renunciar a ellas.

De momento, en medio del mar de cifras, hay un elemento objetivo y palpable que llama poderosamente la atención en esta crisis: se llama mutismo y los españoles, por unos motivos u otros, la están sufriendo… en silencio.

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