No sé si soy yo, que me fijo más, o son las noticias que voy leyendo, pero empiezo a estar un poco mosca.
Agarro el Time de 30 Mayo. Estos señores suelen ser finos y educados. Y discretos. Y Nancy Gibbs es una periodista fina y educada. Y discreta.
Pero algo le ha pasado. Y ha conseguido convencer a los editores de Time para que pongan un titular en la portada, que dice: “Sexo. Mentiras. Arrogancia”. (Esas palabras en rojo, para que se vean bien.) Y luego, en negro: “Lo que hace que hombres poderosos actúen como cerdos”.
Por si acaso no ha quedado suficientemente claro, han puesto una foto de un cerdo y, al lado, una nota: “No offense”, que he traducido como “Sin ganas de ofender”. (Al cerdo, naturalmente.)
Y pienso que muy mal deben estar las cosas para que el Time se descuelgue con ese titular.
Mientras pienso, voy a mi despacho. Alguien me ha puesto encima de la mesa la fotocopia de un artículo de una revista, también del mes de Mayo, en el que aparece la foto de un señor que trabaja en una entidad financiera, con un artículo en el que, como dicen en mi tierra, le ponen a caer de un burro, debajo de otro titular que se las trae: “Culpable y sinvergüenza”.
Miro quién es el autor del artículo, por si acaso fuera Nancy Gibbs o algún pariente que tenga por aquí, pero no lo pone. Dice que lo ha escrito “Redacción” y que las fotos son de “Archivo”.
Entre Redacción, Archivo y Nancy me han hecho polvo.
Paso por la Plaza de Cataluña y veo a todas las personas que hay allí, medio acampadas. Tengo la sensación de que no saben muy bien qué hacer.
Me apetecía, de verdad, ir allí, preguntar por el jefe y darle la fotocopia de la revista española y el artículo de Nancy.
Para que tuvieran algo concreto para protestar.
Pero no voy y me quedo en casa, cojo La Vanguardia y veo que un ex Ministro francés acusa a otro ex Ministro de pederastia. Y que no dice su nombre porque le puede pasar algo, pero que todos saben quién es.
Ya sé que no queda muy bien decir que se me caen los palos del sombrajo cuando leo estas cosas, pero es que se me caen. Y me apetece llamar a mi amigo de San Quirico y decirle que prepare rápidamente los papeles para presentarse a ex Ministro francés, a Director de la entidad financiera donde trabaja el señor ese a quien insultan y para que hable con Nancy Gibbs y, entre los dos, hagan una campaña mundial de regeneración.
Voy a Google, a ver la cita de “Algo huele a podrido en Dinamarca” y resulta que Shakespeare no dijo eso. Dijo: “Something is rotten in the state of Denmark”. No es que oliera a podrido. Es que estaba podrido.
Hoy toca lectura. Sigo profundizando en La Vanguardia y veo las declaraciones de D. Mariano Rajoy, que está contento, después del estacazo que le ha pegado en las elecciones al pobre D. José Luis. (Pobre, pero que sigue sin callarse. Cuando no va a la tele, va a la radio. Igual se está preparando su futuro profesional como presentador.)
D. Mariano, que olfatea que, si no se descuida, puede ganar en las próximas elecciones, empieza a decir lo que va a hacer.
Dice que va a verificar la situación de tesorería en el momento de cambio de gobierno…,con la única intención de saber dónde estamos. (Una de mis viejas manías.)
Dice que va a implantar medidas de austeridad en las administraciones. (Otra manía, casi tan vieja como la anterior.)
Dice que va a hacer reformas para crear empleo. (Más manías.)
Pero lo que más me gusta es lo de la reforma educativa.
Porque estos mozos/as que tienen tan poca vergüenza fueron a primaria hace unos años, y, en general, son de familias buenas, unos de izquierdas, otros de derechas, por seguir la antigua y obsoleta nomenclatura que tanto les gusta a algunos antiguos y obsoletos progres de izquierdas y de derechas.
Y en esas familias y en esos colegios les enseñaron que había cosas que estaban bien y cosas que estaban mal.
Por ejemplo, les dijeron que:
1. Meter la mano en la caja ajena y llevarse el dinero estaba mal.
2. Y que buscar niños para hacer porquerías con esos pobres chavales está mal.
3. Y que ser trepa estaba mal. (Antes no se decía trepa, pero la idea sirve.)
4. Y que ayudar a los demás estaba bien.
5. Y que dejar abandonado al abuelo en una estación de servicio está mal.
6. Y que enriquecerse hundiendo al prójimo estaba feo.
Y se les ha olvidado. Ya sé que la vida es dura y que cuando hay necesidad, se echa mano del primer euro que pasa por delante de ti y que a veces se te olvida, acuciado por el hambre sin duda, de que ese euro no es tuyo.
Y cuando ya has saciado el hambre, te apetecen otras cosas. Te puede apetecer un coche sensacional o la secretaria del vecino, que tampoco está mal. Y como tienes dinerete suelto y un cierto prestigio (los cursis te dirán que eres un winner), pues te lo crees y a por el coche y a por la secretaria.
Y para esto no hace falta ser el Director General del FMI. A veces, basta con ser directivo del club de fútbol de tu barrio para pensar que eres el más guapo, el más listo y el más sexy de la localidad y que adónde vas tú con esa mujer que tienes, habiendo tantas de mucha más clase en tu barrio. (Los hombres/las mujeres somos así de idiotas.)
D. Mariano, la reforma educativa es algo muy gordo. Para algunos mozos es posible que hayamos llegado tarde, pero igual no. Porque todos somos recuperables.
No tendremos que poner de modelos para la juventud a personas que no son modelos para la juventud, aunque esos supuestos modelos se lo crean y la gente se lo repita muchas veces.
A nuestros chavales habrá que decirles, además, que, aunque todo el mundo haga aquello que está mal, mejor no hacerlo, por dos razones:
1. Primero, porque no es verdad que lo hace todo el mundo.
2. Segundo, porque lo anormal, cuando se hace muchas veces, no se convierte en normal, sino en anormal frecuente, que es distinto.
O sea, D. Mariano, que si hace usted una reforma educativa, aproveche y, en un discurso bien hecho, diga a los padres de familia españoles que:
1. Son los responsables de sus hijos.
2. Que no piensen que en el colegio se arregla todo. No se arregla nada, si los padres lo estropeamos en casa.
Y, por favor, que nos dejen en libertad a los padres para que llevemos a nuestros hijos al colegio que nos dé la gana.
1. El que quiera que sus hijos sean comunistas, a un colegio que tenga una bandera roja con la hoz y el martillo. Y si, con esa bandera, lo quieren mixto, allá ellos. Y si lo quieren con educación diferenciada -chicos por un lado, chicas por otro-allá ellos.
2. El que prefiera que sus hijos no sean comunistas, lo mismo.
Pero déjennos, por favor. Porque sabe usted, D. Mariano, esto de la libertad les molesta a bastantes. No sé por qué, pero les molesta. Debe ser eso que leí hace poco de que todos los hombres llevamos un caudillo totalitario en nuestro interior.
En un artículo que escribí hace tiempo, con motivo de unas elecciones, expliqué por qué iba a votar en blanco.
No tengo las ideas nada claras ahora.
1. Por un lado, estoy es esperando que D. Alfredo diga algo. Por ahora, da ánimos a su gente.
2. Por otro, como usted piensa que va a mandar, ya ha empezado a decir algo, y tomo notas.
Al que hable de lo de la educación, y diga lo que pienso yo, igual voy y le voto.
(Debe ser que yo también debo llevar un caudillo totalitario en mi interior.)
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