El debate de impago ha alcanzado una dimensión global. Tanto en EEUU como en Europa, los mercados se enfrentan a cuestiones sobre la inviolabilidad de la deuda pública. Si no se gestiona de forma adecuada, podría desencadenarse una nueva crisis financiera.
El debate de impago ha alcanzado una dimensión global. Tanto en EEUU como en Europa, los mercados se enfrentan a cuestiones sobre la inviolabilidad de la deuda pública. Si no se gestiona de forma adecuada, podría desencadenarse una nueva crisis financiera.
Los políticos europeos y los banqueros centrales mantienen una seria disputa sobre si los acreedores privados de Grecia pueden aceptar cambios en sus condiciones sin provocar una suspensión de pagos. En EEUU, se habla de un impago técnico de la deuda, si Washington no consigue cerrar un acuerdo para elevar el techo de la deuda. El riesgo está en que cualquier clase de suspensión de pagos por parte de Grecia aumentará la presión sobre Irlanda y Portugal.
Utilizar el término “técnico” no cambia la realidad, que podría ser un incumplimiento de los plazos de pago de los bonos del Tesoro. Lo mismo ocurre con Europa. Incluso si los bancos deciden refinanciar su deuda de forma voluntaria, cuesta trabajo pensar que lo hacen por propia voluntad.
La rebaja de Standard & Poor’s de la calificación de Grecia a CCC considera la última propuesta alemana de canje de deuda como un adelanto a la cesación de pagos. Es probable que los políticos europeos acaben prestando más dinero a Grecia, dado que el BCE se opone a cualquier iniciativa que contemple el impago. Los políticos de EEUU podrían acordar elevar el techo de deuda antes de la fecha límite, el 2 de agosto.
Incluso después de esa fecha, el secretario de Tesoro, Timothy Geithner, podría priorizar los gastos para favorecer el pago de la deuda. Pero, con un déficit presupuestario mensual de 124.000 millones de dólares, según Fitch, el riesgo de no cubrir el servicio de la deuda no tardará en dispararse. ¿Qué ocurrirá si las medidas políticas contemplan un cese del pago de la deuda? Cualquier impago por parte de Grecia aumentaría la presión para que Irlanda y Portugal, donde la situación de la deuda no es tan grave, siguieran su ejemplo. El mayor riesgo es que el contagio llegue a España, cuya economía es demasiado grande para caer.
En EEUU, hay tres canales a través de los cuales se puede extender la crisis financiera. En primer lugar, la interrupción de la financiación a corto plazo. Segundo, según J.P. Morgan Chase, se han utilizado más de 4 billones de dólares de bonos del Tesoro como colateral para acuerdos de recompra, futuros y derivados. Un aumento del descuento de estas garantías debido a un incremento del riesgo crediticio podría provocar problemas.
Tercero, aunque los inversores de EEUU se aferraran a los bonos del Tesoro, los prestamistas extranjeros pueden verlo como otro motivo, sumado a la caída del dólar, para reducir su exposición. Hay una diferencia fundamental entre las dos situaciones. El riesgo crediticio griego es real, dada la carga de deuda, la falta de acceso a los mercados, el deterioro de la economía helena y la incapacidad del país de imprimir euros.
El debate sobre el impago es necesario, aunque no se ha gestionado de forma adecuada. En cambio, la amenaza de impago de EEUU es innecesaria y podría introducir riesgo crediticio en lo que ha sido el activo más seguro del mundo. Dado que el sistema financiero global sigue estando en una situación de fragilidad, éste no es el momento adecuado para que los políticos eleven sus apuestas.
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