Al ficharlo para dirigir el Consejo Asesor para la Recuperación Económica, Obama lo presentó como «el hombre alto detrás de mí». Paul Volcker (Cape May, 1927), figura legendaria en la política norteamericana desde que en los gobiernos de Jimmy Carter y Ronald Reagan emprendiese una cruzada como presidente de la Reserva Federal (Fed) contra los problemas inflacionistas que lastraban la economía, no necesitaba más presentación. Antes, Volcker dirigió también la Reserva Federal de Nueva York y el Tesoro. Su estatura —mide más de dos metros— y sus movimientos sosegados hacen de su silueta un elemento fácilmente reconocible en Wall Street. Locuaz,con un desinhibido sentido del humor, disecciona los sinsabores de la economía con una jovial concesión al optimismo («¡España es un gran país!», insiste, a veces agitando el brazo a modo de cómica arenga).
Su receta para enfrentarse a la mayor crisis internacional desde la Gran Depresión de los años 30 consistió en cercar la especulación y los excesos financieros limitando los negocios de inversión en la banca comercial. A comienzos de año, Volcker abandonó el equipo de asesores de Obama, con el propósito de dedicarse en cuerpo y alma a su gran pasión: la pesca (según la mitología del parqué neoyorquino). Esta semana, el ex presidente de la Fed visitó nuestro país para participar en una conferencia organizada por el Instituto Aspen España.
—Desde el estallido de la crisis, parece que la exigencia de mayor control sobre los mercados es unánime. ¿Cuáles son los pasos que se han de seguir?
—Lo básico es asegurar cierta consistencia internacional. El dinero circula libremente por todo el mundo y, por ello, resulta tan importante la regulación. El más importante, sin duda, es el mercado de capitales, al que dirigimos nuestros esfuerzos desde hace un par de décadas. Hay preocupaciones estructurales que son importantes, como el control de los derivados, los pasos que se deben tomar, qué hacer con las instituciones que se desmoronan cuando estas operan en todo el mundo. Se necesita, repito, una coherencia que aún no hemos alcanzado. Creo que existe unanimidad al concebirlo como problema, pero las discrepancias entre los países impiden llevar a cabo medidas más concretas.
—En el caso de España, ¿descarta medidas de ajuste adicionales?
—Aún hay algunas algunas medidas duras que se han de adoptar. Hay problemas, especialmente, en la banca que ponen a España en el foco de atención internacional.
—Ya se han adoptado varias medidas... ¿dónde cree que hay margen para actuar?
—El mercado de trabajo es un área, relativamente, aún intacta. Es un asunto políticamente muy complicado, pero creo que existe un consenso muy amplio de que se necesita una reforma en el proceso de organización y en la libertad de contratación.
—¿Cree que los bancos y cajas españoles conservan aún su atractivo, pese a la crisis de deuda que ha azotado con mayor intensidad a la periferia europea?
—Nadie pretende desestabilizar España como práctica. El objetivo es hacer que el sistema bancario y las cajas atraigan inversores extranjeros, pero, lo cierto, es que no han llegado aún. De cualquier modo, me parece natural que haya algunos inversores extranjeros que estén al acecho.
—¿Sabe si se han dado pasos en esa dirección?
—No participo activamente en los negocios, así que no puedo especificar. Pero me parece natural que haya algunos inversores extranjeros que observen y actúen.
—¿Cómo calificaría la situación de la economía española?
—Nadie duda de que es una situación difícil: alto nivel de desempleo, alta deuda hipotecaria, el sistema bancario tiene problemas. Hay mucho trabajo en todas las direcciones, aunque ya se han tomado algunas acciones prioritarias, como el reconocimiento del problema financiero. España es uno de los países decisivos. Es una de las mayores economías y tiene la capacidad de ser estable y competitiva, pero se está estancando.
—¿Cree que logrará cumplir con los objetivos de déficit a los que se ha comprometido con la UE?
—Sí. Considero que España es un país fuerte, que ya lo demostró en una ocasión y puede volver a hacerlo.
—¿Tiene Zapatero, tras la derrota electoral, el liderazgo necesario para asumir las nuevas medidas que considera exigibles?
—Quizá ahora existe una cierta libertad por parte del Gobierno y de Zapatero. Tiene las manos libres para continuar con las acciones que son necesarias, decisiones que, obviamente, no serán populares a corto plazo. España necesita un liderazgo fuerte en ambos partidos. Espero que el presidente entienda este mensaje.
—¿Sería deseable la convocatoria de elecciones anticipadas?
—Psicológicamente, Zapatero es en este momento libre frente a la opinión pública. Su mandato puede estar terminando, pero aún tiene una importante misión que cumplir.
—¿Cómo ven desde EE.UU. los pasos que se están dando en España?
—¡Bastantes problemas tiene EE.UU! (risas)... La situación de la economía española es determinante para la economía europea. Yo estaba seguro, al principio, de que el proyecto de la moneda común era una buena idea. Pero debemos rediseñar algunas de las restricciones y las disciplinas impuestas por la moneda única. Han resultado eficaces para determinados países durante un tiempo determinado, pero debemos analizar dónde nos lleva compartir una moneda única. Y creo que es un debate que radica en el euro, porque implica restricciones a varios países individuales.
—¿Debe incrementar sus esfuerzos entonces la UE, además de los rescates aprobados de Grecia, Portugal e Irlanda?
—Desde luego, si se quiere tener un mercado único y abierto y preservar el intercambio de bienes, la moneda única es un aliado natural. Es crucial que se respete la disciplina, que no se puede salir y entrar continuamente en el euro, lo necesario para mantener un país competitivo con la moneda única.
—¿Son fundados los temores a una ruptura de la moneda única?
—Probablemente, pero no creo que ustedes quieran que eso ocurra (risas). De eso trata toda esta lucha, de evitarlo con todos los medios que se tienen al alcance. Si eso sucediese, la situación sería muy destructiva para la estabilidad de la Unión Europea.
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