Pese a acumular cinco trimestres consecutivos con crecimientos, la situación de la economía española es peor que hace unos meses. Se puede deber a dos grandes factores. El primero es la combinación del fin de determinadas políticas de ayuda con un drástico recorte del gasto público. El segundo es que la producción manufacturera mundial ha dejado los crecimientos máximos del año pasado y está ahora con un tono menos expansivo. "El panorama actual es menos optimista que hace cuatro o cinco meses", reconoce el catedrático de Economía Aplicada de la UAB, Josep Oliver.
La demanda de electricidad y de gas es menor que a principios de año, la venta de coches lleva once meses consecutivos de caída. la compra de vivienda se ha desplomado y el tráfico en las autopistas no se recupera. Esta misma semana, la patronal Oficem aseguró que la demanda de cemento en mayo es la más baja de los últimos 23 años. Buena parte de esos descensos se debe a la finalización de los planes extraordinarios de obra pública que había puesto en marcha el Gobierno para reactivar el consumo combinado con el recorte de la inversión pública, lo que lleva a que el parón se note doblemente. Además, finalizaron otros programas de estímulos al consumo, como el de las subvenciones a la compra de coches o las deducciones por adquisición de viviendas.
Josep Oliver añade que "se ha producido un shock de precios con la subidas del coste del petróleo o del IVA que implican inflación", algo que también frena el consumo y la demanda interna del país.
Fuera de España, "la subida de las materias primas incrementa los tipos de interés para contener la inflación, lo que lleva a que muchos países frenen las inversiones", señala Oliver. Ángel Laborda, director del gabinete de coyuntura de Funcas, advierte que en los últimos meses se han producido hechos excepcionales que pueden estar afectando al conjunto de la economía mundial. "Como consecuencia del terremoto en Japón se han frenado los intercambios comerciales", afirma Laborda.
El tercer factor que agrava la recaída de la economía española es la nueva crisis de deuda. El jueves, la prima de riesgo se quedó a sólo un punto del máximo histórico alcanzado en noviembre del año pasado. El hecho de que el diferencial del bono español con el alemán está disparado afecta de manera transversal a toda la economía. El viernes cerró a 261 puntos. Sólo que se reduzca en 100 puntos ese diferencial, la economía española, medida en términos de PIB, crecería un 1% adicional y la ocupación un 0,8%.
La manera en la que se cierra este último capítulo de la crisis griega –esta noche hay una importante reunión-cena del Eurogrupo en Luxemburgo– marcará en buena medida si esa atonía de la economía española se acrecienta o no.
Para Ángel Laborda más que en un periodo de recaída o de recrudecimiento de la crisis, la situación de la economía española "está en un periodo plano". Laborda añade que "la recuperación es muy débil y no pasamos de un par de décimas. Vamos al ralentí y creo que lo que se ha de ser consciente es que estamos ante una economía sujeta a movimientos de ajuste". Fernando Ballabriga, director del departamento de Economía de Esade, añade que "el debate sobre si hemos o no salido de la recesión es retórico. Da igual si se crece o se cae una décima. Lo importante es que la economía está estancada", con todo lo que representa. Ballabriga recuerda que "por experiencias en años anteriores sabemos que no se genera empleo con fuerza hasta que el PIB no crece a un ritmo del 2,5%".
En lo que sí que cree Laborda que ha empeorado la economía es en la situación real de las familias. El economista de Funcas asegura que hace unos meses se justificaba la debilidad del consumo por la falta de confianza de las familias en el futuro en cambio ahora se compra menos porque no hay dinero. "La combinación de caída de la renta disponible de los hogares (-4,4%) más una inflación por encima del 3% deja pocas opciones al gasto", señala.
La mayoría de los economistas creen que la situación de atonía continuará en la segunda mitad del año. Las únicas alegrías pueden venir de la mano del sector exterior ya sea a través de la llegada de turistas extranjeros o de las exportaciones.
"El sector exterior ya está creciendo con las exportaciones pero su incidencia sobre la economía española no es del 40% como en el caso de Alemania", afirma Laborda. Josep Oliver cree que a falta de un sector público que pueda tirar de la economía esa responsabilidad recae en el sector exterior.
Todos los expertos consultados creen que lo que debe hacer España es ayudar a que se produzcan esas ventas al exterior. Ballabriga apuesta por abrir la exportación fuera del área europea, aumentar el componente tecnológico de las empresa y mejorar la competitividad de la industria con un crecimiento de la productividad.
De todo ello dependerá cuánto tiempo prosigue la travesía en el desierto.
Con tres años era suficiente para esfumar el déficit
"En todas las crisis que he analizado –las de 1959, 1967, 1973, 1981 o 1993– en tres años dejábamos el déficit y volvíamos a tener superávit", razona Josep Oliver. Ahora en cambio a duras penas se situará el déficit del 2011 en el 6%, objetivo para este año. Las razones son nuevamente la ausencia de una política monetaria que permita al Gobierno una devaluación de la moneda para facilitar las exportaciones. Este hecho demuestra también que la unión monetaria no era la solución para evitar las crisis.Tanto es así que algunos expertos plantean abiertamente la necesidad de una unión monetaria a dos velocidades o que directamente algunos países acaben abandonando el euro. En el caso del déficit de España, los mercados financieros que financian las necesidades extras no sólo se preocupan por la administración central, también ponen el foco sobre las comunidades autónomas y los ayuntamientos.
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