El debate sobre si Rubalcaba es o no un buen candidato tiene escaso sentido si se efectúa exclusivamente en abstracto, es decir, si simplemente ponderamos las cualidades, logros, virtudes y desperfectos de la persona. He escrito que le conocí hace muchos años, cuando el genial Indurain arrasaba en el Tour de Francia con el nombre “Banesto” en su camisola, acompañado, en los primeros momentos, de otro genial ciclista, Perico Delgado, que igualmente lucía ese nombre por las tierras de Francia y las imágenes del mundo entero. Rubalcaba era Ministro de Educación. Desde entonces han pasado muchos años y Rubalcaba ha sobrevivido a dos derrotas electorales del PSOE, se ha librado, al menos en términos de poder, del estigma del felipismo y, por si fuera poco, nuevamente sobrevive a la gestión de alguien a quien los españoles han censurado en unas elecciones municipales y autonómicas con un sin precedente voto de castigo, construido sobre la afluencia masiva de la derecha y la ausencia significativa de la izquierda en las urnas electorales.
En términos de descalificación puede decirse, y con razón, que el nuevo candidato reúne lo peor del felipismo tardío y del zapaterismo decadente. Y es así. Pero, al tiempo, hemos de reconocer que sobrevive a los dos. Y algo así reclama de una habilidad excepcional edificada con ladrillos morales, emocionales, intelectuales y políticos de porte muy amplio. Un sobreviviente es siempre alguien a tomar en consideración. Pero si encima de sobrevivir se alza con el poder, si no sólo consigue salir vivo sino que además resulta proclamado como rey, entonces el sujeto en cuestión merece de una atención muy especial.
Sería imprudente descalificar sin más. El menosprecio del contrario es siempre una actitud que conduce a un mal resultado. Si se trata de un sobreviviente de esas características, esa actitud de menosprecio puede acabar siendo suicida. Cierto que los españoles conocen profusamente los desperfectos ocasionados por los gobiernos socialistas en sus fases terminales. Cierto que resulta mas difícil engañarlos. Pero hay quien le gusta seguir engañándose a sí mismos. Hay quien por encima de las ideas se instala en clichés. Hay quien dogmatiza con lugares comunes antes de dedicarse unos minutos a la reflexión. Y no son pocos los que pueden quedar incluidos en esos grupos. No olvidemos eso que llaman el voto rígido, que en situaciones límites (elecciones del 2000, las pasadas del 25-M) se orienta a la abstención antes que al cambio de etiqueta. Y eso Rubalcaba lo sabe. No solo lo conoce, sino que lo convierte en caudal, en campo de labranza.
Porque mas de un millón y medio de socialistas no han votado. Quinientos mil votos en blanco. Creo que unos trescientos mil nulos. Es mucha harina. Su característica no es solo que no han querido votar al PSOE sino el añadido de que no han accedido a votar al PP.
Rubalcaba no es diletante. SU imagen es la de un hombre de acción y resolutivo. A muchos no les gustará como persona, pero eso no quiere decir que tenga que negarse siempre la mayor. Su imagen es de eficacia. Para sus intereses -dirán muchos- Sí, claro, pero eficacia. Y España parece que en la encrucijada que tenemos necesita personas con dos atributos: ideas claras y vocación de acción. Las ideas sin acción son como un cincel sin martillo: no tallan la piedra. La acción sin inteligencia es como un martillo sin cincel: rompe la piedra sin ajustarla de formas
Así que Rubalcaba me parece que sobre el papel reúne dos de las peores condiciones: felipismo y zapaterismo terminales. Mas de lo mismo en grado superlativo, que diría un castizo. Sí, pero reúne otras. La cuestión es si lo negativo de su imagen, visto del lado de sus potenciales votantes, puede ser o no barrido por loa aspectos positivos de la misma. No conviene razonar en exceso en un plano demasiado abstracto. La situación de España es muy difícil. Casi insólita en algunos aspectos. Y en esos momentos las mentes se dejar dominar mas de lo usual por los elementos emocionales, con fracturas visibles de la pura y dura racionalidad. Así que cuidado. En esas circunstancias se busca eficacia, acción, resolución, voluntad traducida en actos.Y la máxima eficacia ante los españoles se evidenciaría si consigue la entrega de armas por parte de ETA. Ya he escrito alguna vez sobre esto. Los pasos en esa dirección resultan evidentes para quiénes quieran ver. Y también he dicho que el asunto Faisán que dará encajado en la normativa que se elabore para ese momento crucial. Si no, al tiempo.
Así que yo no estaría tan seguro de que se han equivocado. Yo estaría atento. Los liderazgos en política se valoran en términos relativos, porque al final se eligen a una persona en vez de a otras. Así que las virtudes/defectos de uno hay que ponderarlos en relación con las virtudes/defectos del oponente. La cuestión entonces es la siguiente: ¿les funcionará Rubalcaba frente al candidato del PP?. ¿Les funcionará en la España del año que viene?. Este es el asunto
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