Queridos “indignados”: me alegro muchísimo de que os hayáis decidido a dar un puñetazo en la mesa y expresar vuestro hartazgo con la situación económica y política. La situación a la que os enfrentáis es dramática, con números de paro juvenil en varias comunidades autónomas por encima del 50% y malísimas perspectivas para los próximos diez años, los años en los que normalmente deberíais encontrar trabajo.
Pero leyendo las crónicas de las manifestaciones, veo un miedo desconexo e incoherente que no se transforma en un programa de demandas. Os propongo tres, sencillas, pero que harían una diferencia sustancial a vuestro futuro.
Mercado laboral: contrato único
Tenemos un modelo dual de mercado laboral: unos tienen trabajo asegurado a largo plazo, y otros no tienen nada, rotan sin parar de subempleo a paro y de paro a subempleo, sin posibilidad de salida. La idea de los sindicatos es que los hijos se conviertan en los padres, que con el tiempo los jóvenes podáis aspirar a entrar en el núcleo del mercado de trabajo. Empíricamente, esto es falso. El 40% de los jóvenes que entraron en el mercado de trabajo a los 20 años siguen, a los 40 años, con contratos temporales. Esto es económicamente demencial y socialmente injusto. Hay que cortar por lo sano, y la reforma es sencilla: acabar con los contratos temporales y sustituirlos por el contrato único. Un contrato que empieza flexible, pero que va incrementando la protección con cada año en el que uno trabaja. Aquí va una excelente explicación de Samuel Bentolila.
Vivienda: poner en el mercado los miles de viviendas vacías
En un país con quizás 1,5 millones de viviendas vacías, suficientes para cubrir toda la demanda 7 años, los precios de las casas siguen siendo demencialmente altos y la oferta en alquiler es bajísima. Por ello, a pesar del enorme exceso de oferta, el 65% de los jóvenes españoles con edades comprendidas entre 25 y 29 años viven con sus padres, frente al 20%-22% en Francia, Holanda o el Reino Unido. Es necesario dinamizar el mercado inmobiliario. ¿Cómo? Primero, forzar al reconcomiendo de las pérdidas en el sector bancario, de forma que los bancos y cajas dejen de dirigir el crédito a promotores de hecho quebrados, con lo que se pondrán en el mercado cientos de miles de viviendas. Segundo, dar muchísima más seguridad jurídica al contrato de alquiler para asegurar que los propietarios ponen en alquiler los pisos aunque lo que reciban sea una cantidad modesta. Aquí va nuestra propuesta al respecto.
Educación para competir en la economía global
La globalización y el cambio tecnológico son imparables. China, India, Latinoamérica… van a entrar en los mercados globales durante los años claves de vuestra vida, y la información va a continuar haciéndose más barata. Reaccionar a estos cambios requiere que tengáis la formación para competir en el mundo globalizado. Pero en España el sistema educativo ha fracasado en conseguir este objetivo. Entre debates estériles sobre religión o ciudadanía, se ha perdido consciencia de la enormidad del fracaso escolar, al 31%, el doble que en los países de nuestro entorno. Hace falta aprender idiomas, hace falta una universidad en la que los profesores enseñen e investiguen, en la que los estudiantes se formen. Juanjo Dolado escribió un post excelente con diagnóstico y propuestas, desgraciadamente tan actual ahora como lo era cuando lo escribió en 2009 (nada ha cambiado).
Con esas tres reformas, vuestro futuro cambiaría sustancialmente. Son reformas factibles, y las dos primeras se pueden hacer en cuestión de meses.
No demonizar el mercado
Notad lo que no hay en mis propuestas: el cabreo con el mercado o el “sistema capitalista”. El mercado, en España tan impopular, es el mecanismo que ha sacado de la miseria a cientos de miles de personas en China, en Brasil y en India en los últimos 15 años. Y el mercado es responsable de que, desde la transición al capitalismo en Holanda y el Norte de Italia al final de la edad media, la especie humana haya salido de la miseria en la que vivió, con poquitas excepciones, durante decenas de miles de años.
Hace 100.000 años, el PIB por habitante del mundo era de alrededor de 90 dólares- vivíamos constantemente al borde de la muerte. Hace 10.000 años, no había crecido nada, y seguíamos luchando por sobrevivir cada día. Hace 3000 años era de unos 120 dólares per cápita. En al año 1000 era aún de unos $133 dólares, y en el 1500 también. En 1600 era $141, 1800 $195, en el 1900,$ 679 y en el 2000, $6500. Es decir, durante la existencia eterna de la especie humana, nos hemos muerto de hambre y de asco.
Por favor, no escuchéis a los ignorantes que acusan al capitalismo y al mercado. Cierto, la crisis actual ha tenido su origen en un fallo enorme, tanto del mercado como de los reguladores. Pero el mayor peligro para España es el que el populismo de estos gane, y que nos metamos por la vía Argentina al subdesarrollo. Es fácil, una vez que se entra por ahí el empobrecimiento es inevitable. No está escrito en ningún sitio que tengamos que continuar siendo un país próspero, y no sería la primera marcha atrás en la historia.
Lo que sí es cierto es que necesitamos otro mercado que el que tenemos. Tenemos un mercado que es el mercadeo, en el que las corruptelas y los contactos deciden quien se enriquece. Pero el mercado es responsable de Google también y de Zara, y de vuestro querido Twitter. Se trata de conseguir un mercado regulado, responsable, que no sea la ley de la selva, y que no pase porque los enchufados y corruptos de siempre se forren y que si les sale mal les rescatemos.
Vosotros, los indignaos, sois la esperanza de España. Si os indignáis con conocimiento, si tratáis de pensar en cómo mejorar las cosas, España saldrá de esta reforzada. Si tiráis por la vía del populismo, del “que paren la globalización y el capitalismo que me quiero bajar”, el futuro de España será muy, muy negro.
Agradecemos la publicación de este artículo al blog Nada es Gratis.
*Luis Garicano es economista, profesor de la London School of Economics y director de la cátedra Fedea-McKinsey
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