En el libro que acabo de publicar para tratar de explicar los hechos y personas que nos han llevado a la ruina, que comienzan con el fraude de la Transición y desembocan en el desastre final al que estamos asistiendo día a día, se demuestra como Zapatero ha culminado la mayor catástrofe económica, social, política y moral de toda nuestra larga Historia en tiempos de paz. En poco más de siete años, ha aniquilado la que fuera octava potencia económica mundial, la economía más pujante de Europa, todo nuestro prestigio internacional y puesto en peligro cierto la unidad de una de las naciones más viejas de Europa. Pasarán varias generaciones, y eso solo en el caso de que el socialismo no vuelva a gobernar jamás a ésta nación –un siglo en opinión del profesor Juan Velarde-, antes de que los españoles consigan reparar la inmensidad del daño causado.
Los dos últimos regalos de éste inicuo personaje se culminaron la pasada semana para garantizarnos la profundización de nuestra ruina durante muchos meses y probablemente años antes de tocar fondo y permanecer en él por tiempo desconocido. El primero fue su inaudita aceptación en la cumbre de Bruselas, de unas condiciones para la banca y la deuda españolas que este irresponsable jamás debió aceptar, aunque se hubiera quedado solo peleando contra todos. ¿Cómo es posible que este insensato aceptara sin discutir que nuestros cinco mayores bancos tengan necesidad de recapitalizarse muy por encima de los cinco mayores italianos, franceses o británicos?
El segundo, que bien por estupidez o bien por maldad, aceptara también sin rechistar que sea el nuevo fondo europeo de rescate y no el BCE quien ayude a España en la compra de deuda, lo que significa que cuando el fondo se ponga en marcha las compras de deuda española – España necesitará en 2012 entre el Estado, banca y empresas ¡400.000 millones de euros!, 300.000 millones para afrontar vencimientos y 100.000 millones para seguir financiando el despilfarro, ¿quién narices nos los va prestar?- ya no serán gratis, obligaran a un ajuste brutal FMI style, donde los salarios se verán recortados, las pensiones reducidas y los impuestos a las nubes, ya que la casta política parasitaria, ni con Rajoy ni sin Rajoy, está dispuesta a renunciar ni a uno solo de sus inmensos privilegios y canonjías.
Y para acabar de arreglarlo, este indigente mental se atreve a reclamar al G-20 que esté “a la altura” para mantener el crecimiento económico, a la vez que muestra su “profunda preocupación por el paro y por la angustia de los desempleados”, y reclama planes urgentes para incentivar la economía mundial. Realmente el grado de estupidez, de miseria moral y de indignidad del personaje no tiene parangón ni en España ni en Europa.
El efecto multiplicador de su última tropelía
Desde su lamentable presidencia europea, “la más desastrosa en la historia de la UE” según el diario francés France Soir, donde los líderes europeos decidieron “no seguir soportando por más tiempo sus sandeces”, Zapatero se convirtió en un apestado a quien todos hacían el vacío y al que nadie hacía el menor caso. No es de extrañar que en esta última cumbre nos la haya jugado, porque además es tan cobarde que ya no se atreve ni a respirar. Y el resultado es devastador, porque las implicaciones de la recapitalización son sencillamente desastrosas: por cada 1.000 millones de recapitalización, un dinero que se inmoviliza y se retira del crédito, debido al denominado efecto multiplicador de la oferta monetaria, el crédito se reduce en 10.000 millones, es decir, una contracción de 260.000 millones de euros, lo que supone que el PIB se reducirá en 2,5 puntos y el paro se incrementará en más de 600.000 personas solo por ésta causa. Resulta grotesco que el candidato Rubalcaba, corresponsable del desastre, afirme que esta recapitalización mejorará el crédito. Realmente la estupidez, la ignorancia y la miseria moral del candidato solo es superada por la su indigno ex jefe.
Pero es que además, al haber aceptado una quita para la deuda soberana, ello abre al melón a todo tipo de deuda. ¿Y qué pasa con la deuda autonómica y local? Casi 200.000 millones de euros, porque no es solo la parte correspondiente a bonos, es todo, los bonos, la deuda comercial y los créditos de todo tipo a las empresas públicas. Y si le aplicamos el descuento que aplica el mercado a los bonos basura o similares, estamos hablando de un agujero adicional de casi 100.000 millones adicionales al del ladrillo, que es más del doble de ésta cantidad, es decir, la ruina de más la mitad del sistema financiero, y ahora en forma oficial.
Y luego la guinda del pastel, la EPA del tercer trimestre: 287.000 parados más en términos desestacionalizados, que es la única forma correcta de medir la realidad del empleo, un dato sencillamente terrorífico, porque significa que la tasa actual de destrucción de empleo es de ¡1.150.000 personas anuales! Y eso después de cuatro años de crisis y cuando el paro oficial bate todos los récords mundiales y más que dobla la media de la UE. Es algo que no está en los escritos. ¿Pero se dan cuenta del desastre que esto representa y del legado catastrófico que nos dejan Zapatero y el Partido Socialista?
Un necio, malo y felón
Es así como definía en estas mismas páginas a Zapatero hace unos meses, y no solo nada ha variado sino que no ha cesado de empeorar. Que es un necio es algo que no necesita demostración. Sus memeces, su ignorancia oceánica y su mendacidad han dado la vuelta al planeta. ¿Dónde está que cuanto más se endeudaran los españoles más ricos serían, porque los pisos nunca podían bajar de precio? ¿Dónde que la crisis financiera internacional no nos afecta? ¿Dónde que en España no hay ninguna crisis? ¿Dónde que tenemos el sistema financiero más sólido del mundo? ¿Dónde que esta será la legislatura del pleno empleo? ¿Dónde que no dejaremos a nadie tirado en la cuneta? ¿Dónde que jugamos en la Champions League de la economía mundial? Y así mentira tras mentira, payasada tras payasada.
Pero Zapatero no solo es un necio, como señalaba hace unos meses el diario francés de mayor tirada France Soir, “ahora sabemos que detrás de esa sonrisa estúpida solo hay un mal hombre”. Una maldad que comenzó con la anulación del Plan Hidrológico Nacional, la mayor y más eficiente infraestructura jamás proyectada en este país, financiada con fondos europeos, y que este irresponsable canceló por su odio ciego hacia Aznar, pasando por la falsa memoria histórica, un intento de enfrentar de nuevo a los españoles, por el desguace de la nación con la aprobación del Estatut, por el aplastamiento de los más débiles, cuando ante el cierre de los mercados en 2010, en lugar de reducir despilfarro, duplicidades y gasto suntuario, recortó salarios, congeló pensiones y redujo gasto social, y finalmente por la agonía a la que decidió someter al pueblo español, prolongando su mandato más de seis meses, sin más razón que legalmente podía hacerlo.
Zapatero el nuevo conde D.Julián
A semejanza del conde D. Julián, el gran traidor que en aquel aciago mes de julio del año 711 entregó España a un enemigo fanático, intolerante y cruel, al que tuvimos que combatir durante casi ocho siglos, Zapatero ha rendido una nación de 47 millones de habitantes a una banda de asesinos que en cualquier país civilizado hubiera sido absolutamente aniquilada. No solo ha legalizado a una banda de asesinos sin que esta haya entregado las armas ni renunciado a la lucha armada, no solo con los votos del Partido Socialista ha entregado a una banda terrorista el poder político y económico de Guipúzcoa, una de las provincias más ricas de España, no solo ha obligado a la Agencia Tributaria de dar acceso a ETA a sus bases de datos para que así estos asesinos conozcan la renta y la riqueza de todos los españoles, es que además el próximo 20-N sentará en el Parlamento de España a unos criminales cuyo objetivo explícito es la destrucción de la nación española, mientras se olvida de los 300.000 vascos que han tenido que abandonar su tierra por la amenaza de muerte de estos asesinos.
La herencia catastrófica de Zapatero se resume así: ha destruido el tejido productivo del país, arruinando decenas de miles de autónomos y pymes; ha llevado el endeudamiento total bruto del país al 400% del PIB, la cifra más alta del mundo desarrollado; ha dejado el gasto de las AAPP públicas fuera de control, se gasta casi el doble de lo que se ingresa; el paro oficial más que dobla la media de Europa, y el juvenil se acerca a la cifra brutal del 50%; ha reducido la renta disponible de las familias por primera vez desde 1950; ha dejado quebrado el sistema de pensiones, que tendrán que reducirse drásticamente en años venideros, ha dejado quebrado el Sistema Nacional de Salud; destruido el otrora excelente sistema de enseñanza público condenando a los hijos de las familias más humildes al ostracismo de por vida, y sentado las bases de la destrucción de la clase media y de la unidad de la nación española. Este es su legado. Ningún jefe de Estado había dejado un legado tan catastrófico en toda nuestra Historia. Solo espero que Zapatero tenga que responder de sus actos, y no solo ante Dios y ante la Historia.
lunes, 31 de octubre de 2011
Jordi Sevilla: Para Desbloquear España
Libros sobre la crisis del capitalismo que vivimos actualmente hay muchos: algunos incluso han sido reseñados en esta web. El denominador común de todos ellos es su denuncia más o menos explícita de la rapacidad del sistema neoliberal/capitalista que nos asola y el análisis sobre las causas (algunas de ellas, al menos) que nos han conducido hasta el estado de cosas de hogaño. Este panfleto del exministro Jordi Sevilla también ahonda en las causas y propone algunas soluciones para paliar los efectos de la crisis; sin embargo, y a diferencia de otros ensayos de similar temática, en éste se aboga por unos planteamientos que poco difieren del mantra neoliberal que se propugna desde instituciones supranacionales como el FMI o el Banco Mundial.
Sevilla sostiene algunas tesis que están en la línea de otras publicaciones: propugna una reforma de la ley electoral o arremete contra la burbuja inmobiliario propiciada por los gobiernos españoles (de cualquier signo) en los últimos años; en este sentido, casi no se aparta de las ideas que denuncian la corrupción política, la falta de iniciativa de los representantes públicos o la aquiescencia a los dictados de los organismos financieros externos.
Pero Jordi Sevilla es parte de una casta de personajes que medra y prospera dentro de (y gracias a) un sistema, el capitalista, que sustenta su desarrollo en las desigualdades, los abusos y la rapiña constante. Aunque algunas de sus intenciones son encomiables, no dejan de ser una concesión para perpetuar un estado de cosas que favorece a una minoría, a la cual, obviamente, él mismo pertenece. De ahí que muchas de las soluciones o propuestas que se esgrimen en el libro sean meros parches con los que taponar una herida que es mucho más grave de lo que nos quieren hacer creer.
Así, el autor aboga por la adopción de reformas estructurales para reducir el déficit público o para expandir el gasto (como el Plan E) que considera beneficiosas para el crecimiento económico; no obstante, esto no hace sino redundar en estructuras económicas basadas en sectores periclitados (construcción, infraestructuras) que generan riqueza momentánea y que no contribuyen al desarrollo tecnológico, intelectual y formativo del país.
Peor aún es su asunción de que los mercados financieros, aunque un tanto “voraces” (nos ahorramos otros adjetivos calificativos), son necesarios para controlar las políticas económicas de los gobiernos. «¿Habríamos conocido las mentiras contables del gobierno conservador griego sin las dudas expresadas por los mercados sobre dichas cuentas?» Sevilla parece olvidar que el engaño de unos representantes no valida las tropelías de unas instituciones que trafican con los valores económicos en beneficios de una reducidísima cantidad de personas. Para el autor, las reglas de juego vienen impuestas y sólo es posible encontrar soluciones dentro de un marco común, nos guste o no. Esto nos llevaría a un debate sobre la inevitabilidad o no de ciertas formas de gobierno: él mismo afirma en otra parte del texto que «capitalismo y democracia se [han] quedado solos como modelos defendibles racionalmente»; una afirmación semejante enmascara la realidad de otros países (especialmente latinoamericanos y africanos) donde se llevan a cabo políticas muy distintas, con resultados también muy diferentes.
Aunque quizá lo más absurdo lo encontremos en su afirmación de la necesidad de que los dos grandes partidos políticos españoles alcancen un pacto de estado que permita poner en práctica reformas que faciliten la salida de la crisis. Personalmente, creo que la suma de dos problemas no da como resultado una solución; el propio autor del texto perteneció a la cúpula del gobierno y no llevó a cabo, o propuso, ninguna medida interesante, sin ir más lejos. Por eso, y por otros motivos, Para desbloquear España es un texto engañoso, superficial, mal escrito y, sobre todo, interesado; interesado en perpetuar una mirada que no es la solución, sino el parche que algunos consideran necesario para que las cosas, más o menos, continúen como están. A nuestro juicio queda el valorar si las soluciones sólo pueden venir de la mano de los responsables.
Sevilla sostiene algunas tesis que están en la línea de otras publicaciones: propugna una reforma de la ley electoral o arremete contra la burbuja inmobiliario propiciada por los gobiernos españoles (de cualquier signo) en los últimos años; en este sentido, casi no se aparta de las ideas que denuncian la corrupción política, la falta de iniciativa de los representantes públicos o la aquiescencia a los dictados de los organismos financieros externos.
Pero Jordi Sevilla es parte de una casta de personajes que medra y prospera dentro de (y gracias a) un sistema, el capitalista, que sustenta su desarrollo en las desigualdades, los abusos y la rapiña constante. Aunque algunas de sus intenciones son encomiables, no dejan de ser una concesión para perpetuar un estado de cosas que favorece a una minoría, a la cual, obviamente, él mismo pertenece. De ahí que muchas de las soluciones o propuestas que se esgrimen en el libro sean meros parches con los que taponar una herida que es mucho más grave de lo que nos quieren hacer creer.
Así, el autor aboga por la adopción de reformas estructurales para reducir el déficit público o para expandir el gasto (como el Plan E) que considera beneficiosas para el crecimiento económico; no obstante, esto no hace sino redundar en estructuras económicas basadas en sectores periclitados (construcción, infraestructuras) que generan riqueza momentánea y que no contribuyen al desarrollo tecnológico, intelectual y formativo del país.
Peor aún es su asunción de que los mercados financieros, aunque un tanto “voraces” (nos ahorramos otros adjetivos calificativos), son necesarios para controlar las políticas económicas de los gobiernos. «¿Habríamos conocido las mentiras contables del gobierno conservador griego sin las dudas expresadas por los mercados sobre dichas cuentas?» Sevilla parece olvidar que el engaño de unos representantes no valida las tropelías de unas instituciones que trafican con los valores económicos en beneficios de una reducidísima cantidad de personas. Para el autor, las reglas de juego vienen impuestas y sólo es posible encontrar soluciones dentro de un marco común, nos guste o no. Esto nos llevaría a un debate sobre la inevitabilidad o no de ciertas formas de gobierno: él mismo afirma en otra parte del texto que «capitalismo y democracia se [han] quedado solos como modelos defendibles racionalmente»; una afirmación semejante enmascara la realidad de otros países (especialmente latinoamericanos y africanos) donde se llevan a cabo políticas muy distintas, con resultados también muy diferentes.
Aunque quizá lo más absurdo lo encontremos en su afirmación de la necesidad de que los dos grandes partidos políticos españoles alcancen un pacto de estado que permita poner en práctica reformas que faciliten la salida de la crisis. Personalmente, creo que la suma de dos problemas no da como resultado una solución; el propio autor del texto perteneció a la cúpula del gobierno y no llevó a cabo, o propuso, ninguna medida interesante, sin ir más lejos. Por eso, y por otros motivos, Para desbloquear España es un texto engañoso, superficial, mal escrito y, sobre todo, interesado; interesado en perpetuar una mirada que no es la solución, sino el parche que algunos consideran necesario para que las cosas, más o menos, continúen como están. A nuestro juicio queda el valorar si las soluciones sólo pueden venir de la mano de los responsables.
Los 10 Compromisos de Rajoy
IRPF
«Fomentaremos fiscalmente el ahorro a largo plazo creando una nueva deducción que incluya la vivienda».
Pensiones
«Mantendremos el poder adquisitivo de las pensiones y fomentaremos que se pueda cobrar parcialmente».
Ley concursal
El objetivo es que, si se embarga la vivienda, los afectados no queden hipotecados de por vida con las deudas contraídas.
Terrorismo
«No negociaremos con terroristas ni por la preseión de la violencia ni por el anuncio del su cese».
Ley del Aborto
«Cambiaremos el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida».
Canon digital
«Suprimiremos el canon digital y lo sustituiremos por nuevos modelos de gestión más justos y equitativos».
Sueldos
«Homogeneizaremos las retribuciones de los cargos electos, teniendo en cuenta la dimensión de los municipios».
Estabilidad
«Promoveremos una ley orgánica de estabilidad presupuestaria para el desarrollo de la reforma constitucional»
Reforma laboral
«Simplificaremos la tipología de contratos laborales para reducir la temporalidad»
Justicia
«Modificaremos la elección de los magistrados del Tribunal Constitucional»
«Fomentaremos fiscalmente el ahorro a largo plazo creando una nueva deducción que incluya la vivienda».
Pensiones
«Mantendremos el poder adquisitivo de las pensiones y fomentaremos que se pueda cobrar parcialmente».
Ley concursal
El objetivo es que, si se embarga la vivienda, los afectados no queden hipotecados de por vida con las deudas contraídas.
Terrorismo
«No negociaremos con terroristas ni por la preseión de la violencia ni por el anuncio del su cese».
Ley del Aborto
«Cambiaremos el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida».
Canon digital
«Suprimiremos el canon digital y lo sustituiremos por nuevos modelos de gestión más justos y equitativos».
Sueldos
«Homogeneizaremos las retribuciones de los cargos electos, teniendo en cuenta la dimensión de los municipios».
Estabilidad
«Promoveremos una ley orgánica de estabilidad presupuestaria para el desarrollo de la reforma constitucional»
Reforma laboral
«Simplificaremos la tipología de contratos laborales para reducir la temporalidad»
Justicia
«Modificaremos la elección de los magistrados del Tribunal Constitucional»
domingo, 30 de octubre de 2011
miércoles, 26 de octubre de 2011
Zapatero nos Arruina por 30 años!!!!
España seguirá pagando durante muchos años los dispendios del actual Gobierno. Puede que el nuevo Ejecutivo que salga de las elecciones del próximo 20-N imponga un duro plan de recortes. Incluso es posible que se acometan las reformas estructurales que permitan crecer la economía nacional y que esta mejoría también se refleje en la recaudación de los impuestos.
Pero incluso si logra llegar a este panorama idílico, el Tesoro deberá mantener las obligaciones a las que se ha comprometido el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Y esto no desaparecerá en unos meses: el 60% de la deuda española en circulación tiene un plazo de vencimiento superior a los 10 años. De hecho, este tipo de deuda ha crecido con fuerza desde que el actual presidente llegó a La Moncloa.
Las obligaciones
Básicamente, la deuda del Estado se divide en tres tipos de instrumentos. Por un lado están las Letras del Tesoro, que se emiten a 3-6-12 y 18 meses. Es un tipo de activo que se utiliza para financiarse a muy corto plazo, normalmente por necesidades de caja. A más largo plazo están los bonos (3 y 5 años) y las obligaciones (hasta 30 años de plazo).
Pues bien, desde 2007, cuando se inició la crisis financiera, la deuda española viva a muy largo plazo (por encima de 10 años) ha pasado de 213.000 millones a más de 334.000 (un 56% más). Esto no quiere decir que toda ella se vaya a pagar a partir de 2020, puesto que parte de esas obligaciones se emitieron hace varios lustros e irán venciendo en esta década, pero sí que el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha aumentado en 120.000 millones este tipo de instrumentos.
Esta cantidad (más lo que ya viniera de atrás y que todavía no ha vencido) deberá ser desembolsada no por el próximo Ejecutivo o por los contribuyentes actuales, sino por aquéllos que paguen impuestos en la década de los 20 y los 30. Es una hipoteca que los jóvenes españoles tendrán que ir pagando año a año, quieran o no.
Además, no sólo la cantidad ha aumentado, también lo ha hecho el interés que habrá que abonar por esta deuda. Así, aunque los tipos de interés oficiales han bajado de forma constante desde 2007 (del 4,25% al 1% en el que estuvieron dos años a partir de 2009, y al 1,5% de la actualidad), el coste para el Estado español no ha hecho más que crecer.
De esta manera, el tipo medio para las obligaciones era del 4,56% en 2009 y ya es del 4,65% en este momento. Puede parecer una subida pequeña, pero hay que tener en cuenta que en la deuda a largo plazo están presentes emisiones realizadas en períodos de tiempo muy alejados. Así, el tipo medio había estado descendiendo desde el 11,45% de 1992 al 4,56% de hace dos años. Sin embargo, desde entonces ha comenzado a crecer. Incluso aunque se van amortizando emisiones realizadas en años muy malos (los ochenta y los noventa), cuando los tipos estaban por encima del 10%, el interés medio de la deuda viva no está bajando desde hace dos años. Vamos, que la hipoteca no será barata.
Esto puede verse con claridad si atendemos a las dos últimas subastas de obligaciones a 30 años. Mientras que en noviembre de 2010 el tipo marginal fue del 5,498%, en mayo de este año, apenas seis meses después, se elevó hasta el 6,011%: más de medio punto superior. Este interés tendrá que ser abonado durante los próximos treinta años por el Tesoro español. Es una herencia muy pesada y que tardará mucho en desaparecer.
La subasta del martes
Este martes el Tesoro español volvía a enfrentarse con los inversores internacionales. La emisión de letras a 3 y 6 meses se saldó con un éxito muy relativo: por un lado, el discurso oficial es que se ha logrado colocar la cantidad deseada, con una demanda que superó con creces el objetivo de colocación de 3.500 millones.
Por otro, el interés que se ha tenido que ofrecer a los inversores ha sido de nuevo más alto que en la última subasta de este tipo de activos. Mientras que en septiembre se colocaron las letras a tres meses al 1,749% y las de seis meses al 2,730%, ahora los rendimientos ofrecidos han sido del 2,35% y del 3,34%. Es decir, devolver esos 3.500 millones le costará mucho más al Estado español.
Habrá quien piense que tampoco la cantidad es demasiado elevada y que al ser la deuda a corto plazo, un incremento del 1% no desequilibrará las cuentas públicas. El problema no es sólo que esto supondrá una buena millonada para el Tesoro, sino que se suma a una tendencia creciente. Ésta no ha sido la primera subida del año ni será, seguramente, la última. Con cada emisión que pasa, la Hacienda española se ve obligada a subir el interés que ofrece para colocar su deuda. La prima de riesgo (un indicador bastante fiable de cómo ve el mercado la solvencia de un país) tocaba ayer los 346 puntos y se ha instalado definitivamente por encima de la barrera de los 300 puntos.
Pero incluso si logra llegar a este panorama idílico, el Tesoro deberá mantener las obligaciones a las que se ha comprometido el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Y esto no desaparecerá en unos meses: el 60% de la deuda española en circulación tiene un plazo de vencimiento superior a los 10 años. De hecho, este tipo de deuda ha crecido con fuerza desde que el actual presidente llegó a La Moncloa.
Las obligaciones
Básicamente, la deuda del Estado se divide en tres tipos de instrumentos. Por un lado están las Letras del Tesoro, que se emiten a 3-6-12 y 18 meses. Es un tipo de activo que se utiliza para financiarse a muy corto plazo, normalmente por necesidades de caja. A más largo plazo están los bonos (3 y 5 años) y las obligaciones (hasta 30 años de plazo).
Pues bien, desde 2007, cuando se inició la crisis financiera, la deuda española viva a muy largo plazo (por encima de 10 años) ha pasado de 213.000 millones a más de 334.000 (un 56% más). Esto no quiere decir que toda ella se vaya a pagar a partir de 2020, puesto que parte de esas obligaciones se emitieron hace varios lustros e irán venciendo en esta década, pero sí que el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha aumentado en 120.000 millones este tipo de instrumentos.
Esta cantidad (más lo que ya viniera de atrás y que todavía no ha vencido) deberá ser desembolsada no por el próximo Ejecutivo o por los contribuyentes actuales, sino por aquéllos que paguen impuestos en la década de los 20 y los 30. Es una hipoteca que los jóvenes españoles tendrán que ir pagando año a año, quieran o no.
Además, no sólo la cantidad ha aumentado, también lo ha hecho el interés que habrá que abonar por esta deuda. Así, aunque los tipos de interés oficiales han bajado de forma constante desde 2007 (del 4,25% al 1% en el que estuvieron dos años a partir de 2009, y al 1,5% de la actualidad), el coste para el Estado español no ha hecho más que crecer.
De esta manera, el tipo medio para las obligaciones era del 4,56% en 2009 y ya es del 4,65% en este momento. Puede parecer una subida pequeña, pero hay que tener en cuenta que en la deuda a largo plazo están presentes emisiones realizadas en períodos de tiempo muy alejados. Así, el tipo medio había estado descendiendo desde el 11,45% de 1992 al 4,56% de hace dos años. Sin embargo, desde entonces ha comenzado a crecer. Incluso aunque se van amortizando emisiones realizadas en años muy malos (los ochenta y los noventa), cuando los tipos estaban por encima del 10%, el interés medio de la deuda viva no está bajando desde hace dos años. Vamos, que la hipoteca no será barata.
Esto puede verse con claridad si atendemos a las dos últimas subastas de obligaciones a 30 años. Mientras que en noviembre de 2010 el tipo marginal fue del 5,498%, en mayo de este año, apenas seis meses después, se elevó hasta el 6,011%: más de medio punto superior. Este interés tendrá que ser abonado durante los próximos treinta años por el Tesoro español. Es una herencia muy pesada y que tardará mucho en desaparecer.
La subasta del martes
Este martes el Tesoro español volvía a enfrentarse con los inversores internacionales. La emisión de letras a 3 y 6 meses se saldó con un éxito muy relativo: por un lado, el discurso oficial es que se ha logrado colocar la cantidad deseada, con una demanda que superó con creces el objetivo de colocación de 3.500 millones.
Por otro, el interés que se ha tenido que ofrecer a los inversores ha sido de nuevo más alto que en la última subasta de este tipo de activos. Mientras que en septiembre se colocaron las letras a tres meses al 1,749% y las de seis meses al 2,730%, ahora los rendimientos ofrecidos han sido del 2,35% y del 3,34%. Es decir, devolver esos 3.500 millones le costará mucho más al Estado español.
Habrá quien piense que tampoco la cantidad es demasiado elevada y que al ser la deuda a corto plazo, un incremento del 1% no desequilibrará las cuentas públicas. El problema no es sólo que esto supondrá una buena millonada para el Tesoro, sino que se suma a una tendencia creciente. Ésta no ha sido la primera subida del año ni será, seguramente, la última. Con cada emisión que pasa, la Hacienda española se ve obligada a subir el interés que ofrece para colocar su deuda. La prima de riesgo (un indicador bastante fiable de cómo ve el mercado la solvencia de un país) tocaba ayer los 346 puntos y se ha instalado definitivamente por encima de la barrera de los 300 puntos.
Una Vergüenza de los Socialistas!!!!
Federico Quevedo.- 26/10/2011
La imagen es más o menos así: un niño con uniforme de colegio, que bien podría ser un hijo de José Blanco, ministro de Fomento y portavoz del Gobierno, acude llevado por su cuidadora a su colegio, privado por supuesto -tipo British Council Somosaguas, que es al que acuden los hijos del citado responsable socialista y que resulta ser uno de los colegios más caros de Madrid-, mientras le pregunta a su niñera si tiene hijos. Ella le responde que sí, que una niña de su edad, a lo que el infante añade algo así como “que bien, así podrá llevar de mayor a mis hijos al colegio como haces tú”… En la imagen siguiente, se ve a la niñera dejando a su hija en uno de los numerosos colegios públicos, probablemente bilingüe, que hay en la Comunidad de Madrid -gobernada por el PP-, aunque no se sabe si podrá recibir clase ese día, porque seguramente los sindicatos de izquierdas le habrán montado una huelga porque los profesores no quieren dar dos horas lectivas más, tal y como permite la legislación vigente, aprobada por cierto por un Gobierno socialista.
¿Les parece una broma? Pues no lo es. Solo me faltaría añadir que el ministro José Blanco no pudo llevar el día que grabaron el vídeo a sus hijos al colegio porque estaba haciendo negocios con un empresario corrupto en una gasolinera, y ya habríamos rizado el rizo. Esto es de coña… El Gobierno que ha llevado a cabo el mayor recorte social que se haya hecho nunca en este país, el Ejecutivo que ha metido la tijera hasta lo más profundo del gasto del Estado del bienestar privando a los padres de familias numerosas y con escasos recursos de las ayudas destinadas a la gratuidad de la enseñanza (un recorte de 370 millones de euros en ese capítulo), es el Gobierno, bueno, es el partido que apoya al Gobierno, que se permite el lujo de prevenir sobre los recortes sociales del PP. ¡Venga ya!
El Gobierno que ha llevado a cabo el mayor recorte social que se haya hecho nunca en este país, el Ejecutivo que ha metido la tijera hasta lo más profundo del gasto del Estado del bienestar es el Gobierno que se permite el lujo de prevenir sobre los recortes sociales del PP
Quizá en un momento política y económicamente distinto a este el Partido Socialista podría hacer suyo semejante ejercicio de vomitiva demagogia, pero precisamente hoy, ahora, cuando todo el país es consciente de qué Gobierno ha sido el que le ha congelado las pensiones a los jubilados, le ha bajado el sueldo a los funcionarios, ha eliminado las ayudas a la vivienda, ha suprimido de un plumazo el ‘cheque bebe’, ha recortado el presupuesto en los capítulos de Educación y Sanidad en porcentajes superiores al 20%, ha alargado la edad de jubilación…
Precisamente hoy, ahora, es como para hacérselo mirar. Es comprensible que, ante lo que se le viene encima, el PSOE intente el último recurso, tan propio de ese talante patrimonialista con el que la izquierda detenta el poder, y que no es otro que el de sacar a pasear el miedo a la derecha. Pero confío plenamente en que la sociedad española sea lo suficiente madura como para darse cuenta del engaño y no se deje convencer por estos ejercicios de demagogia.
Ejercicios de demagogia que parten, además, de una máxima absolutamente retrógrada, obsoleta, rancia y casposa, según la cual los ricos son de derechas y los pobres de izquierdas… Que se lo digan a José Bono, o al propio Pepiño Blanco… No, miren, a principios del pasado siglo podía tener cierto sentido el debate sobre la lucha de clases, pero entrado ya el siglo XXI y en sociedades desarrolladas como la nuestra la división ricos-derecha/pobres-izquierda está tan lejos de la realidad que causa vergüenza que todavía haya quienes se empeñen en defenderla. Si fuera así, no tendría sentido que, por ejemplo, el voto del Partido Popular haya crecido hasta convertirse en primera fuerza política en ayuntamientos y barrios caracterizados por su actividad industrial y obrera, llegando incluso a gobernar la derecha en muchos de esos municipios.
Partiendo de la base de lo absolutamente obsoleto de ese debate, plantear que hoy en día el centro-derecha pueda ser un peligro para el Estado del bienestar es, además, una broma, sobre todo cuando lo que se ha demostrado con esta crisis es que ha sido precisamente la izquierda y su concepción expansiva del gasto la que ha puesto en peligro la financiación del modelo de bienestar que gozábamos las sociedades occidentales, y ahora es necesario que venga un partido sensato en lo que a las cuentas se refiere para volver a sanear estas y permitir así que en el futuro sigamos disfrutando de unos niveles razonables de protección social. Visto lo visto, no me extrañaría nada que la cuidadora del vídeo del PSOE acabe votando al PP el próximo 20-N.
La imagen es más o menos así: un niño con uniforme de colegio, que bien podría ser un hijo de José Blanco, ministro de Fomento y portavoz del Gobierno, acude llevado por su cuidadora a su colegio, privado por supuesto -tipo British Council Somosaguas, que es al que acuden los hijos del citado responsable socialista y que resulta ser uno de los colegios más caros de Madrid-, mientras le pregunta a su niñera si tiene hijos. Ella le responde que sí, que una niña de su edad, a lo que el infante añade algo así como “que bien, así podrá llevar de mayor a mis hijos al colegio como haces tú”… En la imagen siguiente, se ve a la niñera dejando a su hija en uno de los numerosos colegios públicos, probablemente bilingüe, que hay en la Comunidad de Madrid -gobernada por el PP-, aunque no se sabe si podrá recibir clase ese día, porque seguramente los sindicatos de izquierdas le habrán montado una huelga porque los profesores no quieren dar dos horas lectivas más, tal y como permite la legislación vigente, aprobada por cierto por un Gobierno socialista.
¿Les parece una broma? Pues no lo es. Solo me faltaría añadir que el ministro José Blanco no pudo llevar el día que grabaron el vídeo a sus hijos al colegio porque estaba haciendo negocios con un empresario corrupto en una gasolinera, y ya habríamos rizado el rizo. Esto es de coña… El Gobierno que ha llevado a cabo el mayor recorte social que se haya hecho nunca en este país, el Ejecutivo que ha metido la tijera hasta lo más profundo del gasto del Estado del bienestar privando a los padres de familias numerosas y con escasos recursos de las ayudas destinadas a la gratuidad de la enseñanza (un recorte de 370 millones de euros en ese capítulo), es el Gobierno, bueno, es el partido que apoya al Gobierno, que se permite el lujo de prevenir sobre los recortes sociales del PP. ¡Venga ya!
El Gobierno que ha llevado a cabo el mayor recorte social que se haya hecho nunca en este país, el Ejecutivo que ha metido la tijera hasta lo más profundo del gasto del Estado del bienestar es el Gobierno que se permite el lujo de prevenir sobre los recortes sociales del PP
Quizá en un momento política y económicamente distinto a este el Partido Socialista podría hacer suyo semejante ejercicio de vomitiva demagogia, pero precisamente hoy, ahora, cuando todo el país es consciente de qué Gobierno ha sido el que le ha congelado las pensiones a los jubilados, le ha bajado el sueldo a los funcionarios, ha eliminado las ayudas a la vivienda, ha suprimido de un plumazo el ‘cheque bebe’, ha recortado el presupuesto en los capítulos de Educación y Sanidad en porcentajes superiores al 20%, ha alargado la edad de jubilación…
Precisamente hoy, ahora, es como para hacérselo mirar. Es comprensible que, ante lo que se le viene encima, el PSOE intente el último recurso, tan propio de ese talante patrimonialista con el que la izquierda detenta el poder, y que no es otro que el de sacar a pasear el miedo a la derecha. Pero confío plenamente en que la sociedad española sea lo suficiente madura como para darse cuenta del engaño y no se deje convencer por estos ejercicios de demagogia.
Ejercicios de demagogia que parten, además, de una máxima absolutamente retrógrada, obsoleta, rancia y casposa, según la cual los ricos son de derechas y los pobres de izquierdas… Que se lo digan a José Bono, o al propio Pepiño Blanco… No, miren, a principios del pasado siglo podía tener cierto sentido el debate sobre la lucha de clases, pero entrado ya el siglo XXI y en sociedades desarrolladas como la nuestra la división ricos-derecha/pobres-izquierda está tan lejos de la realidad que causa vergüenza que todavía haya quienes se empeñen en defenderla. Si fuera así, no tendría sentido que, por ejemplo, el voto del Partido Popular haya crecido hasta convertirse en primera fuerza política en ayuntamientos y barrios caracterizados por su actividad industrial y obrera, llegando incluso a gobernar la derecha en muchos de esos municipios.
Partiendo de la base de lo absolutamente obsoleto de ese debate, plantear que hoy en día el centro-derecha pueda ser un peligro para el Estado del bienestar es, además, una broma, sobre todo cuando lo que se ha demostrado con esta crisis es que ha sido precisamente la izquierda y su concepción expansiva del gasto la que ha puesto en peligro la financiación del modelo de bienestar que gozábamos las sociedades occidentales, y ahora es necesario que venga un partido sensato en lo que a las cuentas se refiere para volver a sanear estas y permitir así que en el futuro sigamos disfrutando de unos niveles razonables de protección social. Visto lo visto, no me extrañaría nada que la cuidadora del vídeo del PSOE acabe votando al PP el próximo 20-N.
martes, 25 de octubre de 2011
La Ruina de Europa
Si no fuese tan trágica, la actual crisis europea tendría gracia, vista con un sentido del humor negro. Porque a medida que los planes de rescate fracasan estrepitosamente uno tras otro, las Personas Muy Serias de Europa -que son, si ello es posible, aún más pomposas y engreídas que sus homólogas estadounidenses- no dejan de parecer cada vez más ridículas.
Me referiré a la tragedia en un minuto. Primero, hablemos de los batacazos, que últimamente me han hecho tararear aquella vieja canción infantil de “Hay un agujero en mi cubo”.
Para los que no conozcan la canción, trata de un granjero perezoso que se queja del mencionado agujero y a quien su mujer le dice que lo arregle. Pero resulta que cada acción que ella propone, requiere una acción previa y, al final, ella le dice que saque un poco de agua del pozo. “Pero mi cubo tiene un agujero, querida Liza, querida Liza”.
¿Qué tiene esto que ver con Europa? Bueno, a estas alturas, Grecia, donde se inició la crisis, no es más que un triste asunto secundario. El peligro claro y actual proviene más bien de una especie de pánico bancario respecto a Italia, la tercera economía más grande de la zona euro. Los inversores, temiendo una posible suspensión de pagos, están exigiendo tipos de interés altos en la deuda italiana. Y estos tipos de interés elevados, al aumentar la carga del pago de la deuda, hacen que el impago sea más probable.
Es un círculo vicioso en el que los temores al impago amenazan con convertirse en una profecía que acaba cumpliéndose. Para salvar el euro, hay que contener esta amenaza. ¿Pero cómo? La respuesta tiene que conllevar la creación de un fondo que, en caso necesario, puede prestar a Italia (y a España, que también está amenazada) el dinero suficiente para que no necesite adquirir préstamos a esos tipos elevados. Dicho fondo probablemente no tendría que usarse, puesto que su mera existencia debería poner fin al ciclo del miedo. Pero la posibilidad de un préstamo a una escala verdaderamente grande, sin duda por valor de más de un billón de euros, tiene que estar ahí.
La pega es esta: las diversas propuestas para la creación de dicho fondo siempre requieren, al final, el respaldo de los principales Gobiernos europeos, cuyas promesas a los inversores deben ser creíbles para que el plan funcione. Pero Italia es uno de esos Gobiernos importantes; no puede conseguir un rescate prestándose dinero a sí misma. Y Francia, la segunda economía más grande de la zona euro, se ha mostrado vacilante últimamente, lo que ha hecho surgir el temor de que la creación de un gran fondo de rescate, que en la práctica se sumaría a la deuda francesa, simplemente sirva para añadir a Francia a la lista de países en crisis. Hay un agujero en el cubo, querida Liza, querida Liza.
¿Ven a qué me refiero cuando digo que la situación tiene gracia vista con un sentido del humor negro? Lo que hace que la historia sea realmente dolorosa es el hecho de que nada de esto tenía que pasar.
Piensen en países como Gran Bretaña, Japón y Estados Unidos, que tienen grandes deudas y déficits pero siguen siendo capaces de adquirir préstamos a intereses bajos. ¿Cuál es su secreto? La respuesta, en gran parte, es que siguen teniendo sus propias monedas y los inversores saben que, en caso de necesidad, podrían financiar sus déficits imprimiendo más moneda. Si el Banco Central Europeo respaldase de un modo similar las deudas europeas, la crisis se suavizaría enormemente.
¿No provocaría eso inflación? Probablemente no: a pesar de lo que Ron Paul y otros como él puedan creer, la creación de dinero no es inflacionista en una economía deprimida. Además, lo que Europa necesita de hecho es una inflación general moderadamente más alta: una tasa de inflación general demasiado baja condenaría a los países del sur de Europa a años de deflación demoledora, lo que prácticamente garantizaría un paro elevado continuo y una cadena de impagos.
Pero esa medida, nos dicen una y otra vez, está fuera de toda discusión. Los estatutos en virtud de los que se creó el Banco Central Europeo supuestamente prohíben este tipo de cosas, aunque uno sospecha que unos abogados inteligentes podrían encontrar el modo de resolverlo. El problema más general, sin embargo, es que el sistema del euro en su conjunto se diseñó para combatir en la última guerra económica. Es una Línea Maginot construida para evitar una repetición de la década de 1970, lo cual es peor que inútil cuando el verdadero peligro es una repetición de la década de 1930.
Y este giro de los acontecimientos es, como he dicho, trágico.
La historia de la Europa de posguerra es profundamente inspiradora. A partir de las ruinas de la guerra, los europeos construyeron un sistema de paz y democracia, y de paso, unas sociedades que, aunque imperfectas -¿qué sociedad no lo es?- son posiblemente las más decentes de la historia de la humanidad.
Pero ese logro se ve amenazado porque la élite europea, en su arrogancia, encerró el continente en un sistema monetario que recreaba la rigidez del patrón oro y que -como el patrón oro en los años treinta- se ha convertido en una trampa mortal.
A lo mejor los dirigentes europeos dan ahora con un plan de rescate verdaderamente creíble. Eso espero, pero no confío en ello.
La amarga verdad es que cada vez da más la impresión de que el sistema del euro está condenado. Y la verdad todavía más amarga es que, dado el modo en que ese sistema se ha estado comportando, a Europa le iría mejor si se hundiese cuanto antes mejor.
Paul Krugman es profesor de economía en Princeton y premio Nobel 2008.
© New York Times Service 2011.
Me referiré a la tragedia en un minuto. Primero, hablemos de los batacazos, que últimamente me han hecho tararear aquella vieja canción infantil de “Hay un agujero en mi cubo”.
Para los que no conozcan la canción, trata de un granjero perezoso que se queja del mencionado agujero y a quien su mujer le dice que lo arregle. Pero resulta que cada acción que ella propone, requiere una acción previa y, al final, ella le dice que saque un poco de agua del pozo. “Pero mi cubo tiene un agujero, querida Liza, querida Liza”.
¿Qué tiene esto que ver con Europa? Bueno, a estas alturas, Grecia, donde se inició la crisis, no es más que un triste asunto secundario. El peligro claro y actual proviene más bien de una especie de pánico bancario respecto a Italia, la tercera economía más grande de la zona euro. Los inversores, temiendo una posible suspensión de pagos, están exigiendo tipos de interés altos en la deuda italiana. Y estos tipos de interés elevados, al aumentar la carga del pago de la deuda, hacen que el impago sea más probable.
Es un círculo vicioso en el que los temores al impago amenazan con convertirse en una profecía que acaba cumpliéndose. Para salvar el euro, hay que contener esta amenaza. ¿Pero cómo? La respuesta tiene que conllevar la creación de un fondo que, en caso necesario, puede prestar a Italia (y a España, que también está amenazada) el dinero suficiente para que no necesite adquirir préstamos a esos tipos elevados. Dicho fondo probablemente no tendría que usarse, puesto que su mera existencia debería poner fin al ciclo del miedo. Pero la posibilidad de un préstamo a una escala verdaderamente grande, sin duda por valor de más de un billón de euros, tiene que estar ahí.
La pega es esta: las diversas propuestas para la creación de dicho fondo siempre requieren, al final, el respaldo de los principales Gobiernos europeos, cuyas promesas a los inversores deben ser creíbles para que el plan funcione. Pero Italia es uno de esos Gobiernos importantes; no puede conseguir un rescate prestándose dinero a sí misma. Y Francia, la segunda economía más grande de la zona euro, se ha mostrado vacilante últimamente, lo que ha hecho surgir el temor de que la creación de un gran fondo de rescate, que en la práctica se sumaría a la deuda francesa, simplemente sirva para añadir a Francia a la lista de países en crisis. Hay un agujero en el cubo, querida Liza, querida Liza.
¿Ven a qué me refiero cuando digo que la situación tiene gracia vista con un sentido del humor negro? Lo que hace que la historia sea realmente dolorosa es el hecho de que nada de esto tenía que pasar.
Piensen en países como Gran Bretaña, Japón y Estados Unidos, que tienen grandes deudas y déficits pero siguen siendo capaces de adquirir préstamos a intereses bajos. ¿Cuál es su secreto? La respuesta, en gran parte, es que siguen teniendo sus propias monedas y los inversores saben que, en caso de necesidad, podrían financiar sus déficits imprimiendo más moneda. Si el Banco Central Europeo respaldase de un modo similar las deudas europeas, la crisis se suavizaría enormemente.
¿No provocaría eso inflación? Probablemente no: a pesar de lo que Ron Paul y otros como él puedan creer, la creación de dinero no es inflacionista en una economía deprimida. Además, lo que Europa necesita de hecho es una inflación general moderadamente más alta: una tasa de inflación general demasiado baja condenaría a los países del sur de Europa a años de deflación demoledora, lo que prácticamente garantizaría un paro elevado continuo y una cadena de impagos.
Pero esa medida, nos dicen una y otra vez, está fuera de toda discusión. Los estatutos en virtud de los que se creó el Banco Central Europeo supuestamente prohíben este tipo de cosas, aunque uno sospecha que unos abogados inteligentes podrían encontrar el modo de resolverlo. El problema más general, sin embargo, es que el sistema del euro en su conjunto se diseñó para combatir en la última guerra económica. Es una Línea Maginot construida para evitar una repetición de la década de 1970, lo cual es peor que inútil cuando el verdadero peligro es una repetición de la década de 1930.
Y este giro de los acontecimientos es, como he dicho, trágico.
La historia de la Europa de posguerra es profundamente inspiradora. A partir de las ruinas de la guerra, los europeos construyeron un sistema de paz y democracia, y de paso, unas sociedades que, aunque imperfectas -¿qué sociedad no lo es?- son posiblemente las más decentes de la historia de la humanidad.
Pero ese logro se ve amenazado porque la élite europea, en su arrogancia, encerró el continente en un sistema monetario que recreaba la rigidez del patrón oro y que -como el patrón oro en los años treinta- se ha convertido en una trampa mortal.
A lo mejor los dirigentes europeos dan ahora con un plan de rescate verdaderamente creíble. Eso espero, pero no confío en ello.
La amarga verdad es que cada vez da más la impresión de que el sistema del euro está condenado. Y la verdad todavía más amarga es que, dado el modo en que ese sistema se ha estado comportando, a Europa le iría mejor si se hundiese cuanto antes mejor.
Paul Krugman es profesor de economía en Princeton y premio Nobel 2008.
© New York Times Service 2011.
domingo, 23 de octubre de 2011
domingo, 16 de octubre de 2011
Duran i LLeida : Ayuda al PP
Parece el señor Duran i Lleida empeñado en darle al Partido Popular esa mayoría absoluta que anticipan las encuestas. Él y la formación política a la que pertenece, Convergencia i Unio. Pocas veces se ha encontrado en la historia de la joven democracia española una actuación tan absurdamente dirigida a allanar el camino a su rival en las urnas como ésta. Consciente o no. Despropósitos verbales y gestión al límite que movilizarán voto perezoso y legitiman futuros programas de recortes. Curiosa paradoja ésta de la víctima dando la soga a quien puede ser su verdugo. Pues sí que están buenos los catalanes, ¿dónde ha quedado su secular pragmatismo? Yerran el tiro y, lo peor de todo, es que se lo pegan a sí mismos.
En efecto, las inoportunas declaraciones del líder de Unió Democràtica de Catalunya sobre el andaluz acodado en la barra del bar esperando a que llueva del cielo el PER han caído como una bomba de relojería en uno de los pocos reductos que aún le queda al voto socialista, el campo extremeño y andaluz, y ha permitido a la formación dirigida por Mariano Rajoy enarbolar una bandera de defensa de la idiosincrasia local que se aleja del estigma tradicional de señoritismo que se le asociaba en ambas regiones. Cabe un rechazo suroccidental, manifestado en las urnas, ante tales afirmaciones, cierto. Pero cabe también que se produzca con un desenlace inesperado para quienes han podido usar intencionadamente la provocación, ladino habría que ser, para aumentar el voto del PSOE en detrimento del PP.
Por otro lado, la situación heredada del Tripartito -qué esperar de gobernantes como los que integraban tal coalición- es financieramente dramática hasta el punto de que Artur Mas y su ariete económico, Andreu Mas-Colell han decidido hacerle frente socavando cimientos hasta ahora intocables del estado del bienestar catalán, caso de la sanidad. Un ejercicio de ortodoxia -no hay que olvidar que el Manual de Macroeconomía del consejero es el usado en buena parte de los Masters de Economía de las universidades americanas más punteras- que se sigue justificando desde la asimetría entre aportaciones y percepciones al Estado de Catalunya. Puede incluso que exista algo de exageración-esperanza de reacción. Da igual. En la práctica, allana el camino al Partido Popular para implantarlas en otras zonas en el futuro quitándose de este modo la carga social de la exclusividad en los recortes. Algo de mucha más trascendencia de lo que parece.
Resulta sorprendente cómo la necesidad y la necedad de la formación que gobierna la Generalitat puede ayudar al PP en toda España, dando carta de validez a su eufemística estrategia de “consolidación fiscal” y aportándoles votantes tanto locales, dolidos por los ajustes, como de otras regiones, movidos por las descalificaciones. Como sigan así darán carta de validez, por la vía de los hechos, a su compromiso notarial de 2006 de no perfeccionar pactos de gobierno estables o permanentes con el PP. Están sin duda en ello. Y aún queda más de un mes para la contienda electoral. En Génova se frotan las manos ante tan inesperado regalo político. Y es que solo una mayoría suficiente, que no dependa de pactos con formaciones nacionalistas, permitirá corregir inciertas derivas por las que transita nuestro aún juvenil, en perspectiva histórica, modelo constitucional.
Buena semana a todos.
En efecto, las inoportunas declaraciones del líder de Unió Democràtica de Catalunya sobre el andaluz acodado en la barra del bar esperando a que llueva del cielo el PER han caído como una bomba de relojería en uno de los pocos reductos que aún le queda al voto socialista, el campo extremeño y andaluz, y ha permitido a la formación dirigida por Mariano Rajoy enarbolar una bandera de defensa de la idiosincrasia local que se aleja del estigma tradicional de señoritismo que se le asociaba en ambas regiones. Cabe un rechazo suroccidental, manifestado en las urnas, ante tales afirmaciones, cierto. Pero cabe también que se produzca con un desenlace inesperado para quienes han podido usar intencionadamente la provocación, ladino habría que ser, para aumentar el voto del PSOE en detrimento del PP.
Por otro lado, la situación heredada del Tripartito -qué esperar de gobernantes como los que integraban tal coalición- es financieramente dramática hasta el punto de que Artur Mas y su ariete económico, Andreu Mas-Colell han decidido hacerle frente socavando cimientos hasta ahora intocables del estado del bienestar catalán, caso de la sanidad. Un ejercicio de ortodoxia -no hay que olvidar que el Manual de Macroeconomía del consejero es el usado en buena parte de los Masters de Economía de las universidades americanas más punteras- que se sigue justificando desde la asimetría entre aportaciones y percepciones al Estado de Catalunya. Puede incluso que exista algo de exageración-esperanza de reacción. Da igual. En la práctica, allana el camino al Partido Popular para implantarlas en otras zonas en el futuro quitándose de este modo la carga social de la exclusividad en los recortes. Algo de mucha más trascendencia de lo que parece.
Resulta sorprendente cómo la necesidad y la necedad de la formación que gobierna la Generalitat puede ayudar al PP en toda España, dando carta de validez a su eufemística estrategia de “consolidación fiscal” y aportándoles votantes tanto locales, dolidos por los ajustes, como de otras regiones, movidos por las descalificaciones. Como sigan así darán carta de validez, por la vía de los hechos, a su compromiso notarial de 2006 de no perfeccionar pactos de gobierno estables o permanentes con el PP. Están sin duda en ello. Y aún queda más de un mes para la contienda electoral. En Génova se frotan las manos ante tan inesperado regalo político. Y es que solo una mayoría suficiente, que no dependa de pactos con formaciones nacionalistas, permitirá corregir inciertas derivas por las que transita nuestro aún juvenil, en perspectiva histórica, modelo constitucional.
Buena semana a todos.
viernes, 14 de octubre de 2011
Duran i LLeida: El Subvencionado
Josep Antón Durán i Lleida comparte con Josep Montilla la maravilla de haberse transubstanciado en nacionalista catalán pese a que el destino les llamaba en principio por otro camino menos glorioso.
Aragonés el primero, andaluz el segundo, nacidos pues José Antonio y José, tuvieron ambos la visión iluminada y la férrea voluntad de vencer a la geografía, la cultura, la historia y sus respectivos progenitores para promocionarse como miembros de una nacioncilla imaginaria y por consiguiente carente de Estado.
Esta heroica decisión no sólo les ha permitido, como es notorio, mejorar como personas y como políticos -véase el éxito arrollador de la gestión de CiU y del tripartito en sus sucesivas etapas de gobierno-, sino vivir muy confortablemente a costa del contribuyente. Pero en estas existencias paralelas ha surgido un nubarrón, un conflicto insalvable, una fricción durísima, en el momento en el que Josep Antón se ha lanzado a acusar a los jornaleros beneficiarios del PER, antiguos paisanos de Josep, de pasarse el día en el bar gracias al expolio fiscal que sufren los laboriosos catalanes.
Mira quién fue a hablar. Si ha habido en España un partido que se ha dedicado a subvencionar frenéticamente todo lo que se le ha puesto a tiro es la federación de la que Josep Antón es Secretario General. Centenares de organismos públicos inútiles, innumerables entidades entregadas a obligar a la gente a hablar en una lengua definida como propia, pseudo embajaditas en los más diversos puntos del planeta, toneladas de libros en la susodicha parla canónica que nadie lee ni leerá, doblaje de películas para ser exhibidas en salas vacías, miles de policías cuatribarrados, televisiones que se tragan los millones como pozos sin fondo, fastos y festejos patrióticos de desbordante lujo, multiplicación de administraciones para simular poder, corruptelas a manta legitimadas por el servicio a la soñada independencia, despilfarro orgiástico sin freno ni medida.
Al menos el PER, plagado sin duda de inconvenientes y de fraudes, se emplea en dar de comer a una considerable cantidad de familias, mientras que la máquina repartidora nacionalista quema recursos estérilmente adorando una abstracción asfixiante. Josep Antón, Josep Antón, deja la paja en el ojo andaluz y preocúpate de quitarte la viga que te nubla la mirada y el entendimiento.
Aragonés el primero, andaluz el segundo, nacidos pues José Antonio y José, tuvieron ambos la visión iluminada y la férrea voluntad de vencer a la geografía, la cultura, la historia y sus respectivos progenitores para promocionarse como miembros de una nacioncilla imaginaria y por consiguiente carente de Estado.
Esta heroica decisión no sólo les ha permitido, como es notorio, mejorar como personas y como políticos -véase el éxito arrollador de la gestión de CiU y del tripartito en sus sucesivas etapas de gobierno-, sino vivir muy confortablemente a costa del contribuyente. Pero en estas existencias paralelas ha surgido un nubarrón, un conflicto insalvable, una fricción durísima, en el momento en el que Josep Antón se ha lanzado a acusar a los jornaleros beneficiarios del PER, antiguos paisanos de Josep, de pasarse el día en el bar gracias al expolio fiscal que sufren los laboriosos catalanes.
Mira quién fue a hablar. Si ha habido en España un partido que se ha dedicado a subvencionar frenéticamente todo lo que se le ha puesto a tiro es la federación de la que Josep Antón es Secretario General. Centenares de organismos públicos inútiles, innumerables entidades entregadas a obligar a la gente a hablar en una lengua definida como propia, pseudo embajaditas en los más diversos puntos del planeta, toneladas de libros en la susodicha parla canónica que nadie lee ni leerá, doblaje de películas para ser exhibidas en salas vacías, miles de policías cuatribarrados, televisiones que se tragan los millones como pozos sin fondo, fastos y festejos patrióticos de desbordante lujo, multiplicación de administraciones para simular poder, corruptelas a manta legitimadas por el servicio a la soñada independencia, despilfarro orgiástico sin freno ni medida.
Al menos el PER, plagado sin duda de inconvenientes y de fraudes, se emplea en dar de comer a una considerable cantidad de familias, mientras que la máquina repartidora nacionalista quema recursos estérilmente adorando una abstracción asfixiante. Josep Antón, Josep Antón, deja la paja en el ojo andaluz y preocúpate de quitarte la viga que te nubla la mirada y el entendimiento.
miércoles, 12 de octubre de 2011
Salvar Europa y España del despilfarro
El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, ha propuesto un decálogo de medidas para solucionar la crisis de deuda de la eurozona que incluye sanciones automáticas para los Gobiernos fiscalmente irresponsables, un dividendo para los contribuyentes que han participado en el rescate bancario y una mayor autoridad para la Comisión Europea.
"No podemos limitarnos a entregar el dinero. Debemos asegurarnos de que aquellos que han aportado capital de alguna manera estén representados en los órganos decisorios y participen en los beneficios", ha defendido Juncker, en una entrevista publicada este miércoles por el diario Handelsblatt.
Además, insinuó que podría ser necesaria una mayor reducción de la deuda de Grecia. "Si en el informe de la troika aparecen elementos que cuestionan la sostenibilidad de la carga de deuda griega, entonces debemos discutir cómo podemos garantizar la deuda de Grecia (con medidas) más allá de una participación del sector privado", dijo Juncker.
Consultado sobre si tenía un plan para terminar con la crisis, Juncker hizo diez sugerencias:
1.- "(Desbloquear) el próximo tramo (de ayuda para Grecia), si es posible".
2.- "Determinar la sostenibilidad de la deuda de Grecia, si no tenemos que pensar en otras medidas que sólo podemos tomar si hemos pensado en todas las consecuencias de esos pasos -también aquellas más allá de Europa-".
3.- "Estricta continuación, por supuesto, de la consolidación presupuestaria, con sanciones automáticas para fracasos repetidos en alcanzar las metas presupuestarias".
4.- "Hoja de ruta para la recapitalización bancaria. Los bancos subcapitalizados tienen primero que intentar refinanciarse en los mercados. Si esto no ocurre, los países tienen que considerar si pueden intervenir para hacerles disponible el capital que necesiten".
Los contribuyentes deberían obtener dividendos por el rescate de los bancos. "No podemos simplemente darles el dinero. Tenemos que asegurarnos de que aquellos que proporcionan capital, en cualquier forma, también están representados en los órganos de decisión -en el consejo de supervisión, el consejo de dirección, en la gestión- y que participamos de los beneficios".
5.- Introducir un impuesto a las transacciones financieras.
6.- "Un programa de crecimiento para los llamados países con problemas".
7.- "Un tono presupuestario diferente en Europa. No es aceptable que los países de la Unión Europea estén divididos entre aquellos que dan y aquellos que toman".
8.- "Una mayor regulación de los mercados financieros".
9.- "Una nueva manera de lidiar con las agencias de rating".
10.- "Necesitamos un gobierno económico. Estoy encantado con el hecho de que la cantidad de personas que apoyan esta idea ha crecido rápidamente".
"No podemos limitarnos a entregar el dinero. Debemos asegurarnos de que aquellos que han aportado capital de alguna manera estén representados en los órganos decisorios y participen en los beneficios", ha defendido Juncker, en una entrevista publicada este miércoles por el diario Handelsblatt.
Además, insinuó que podría ser necesaria una mayor reducción de la deuda de Grecia. "Si en el informe de la troika aparecen elementos que cuestionan la sostenibilidad de la carga de deuda griega, entonces debemos discutir cómo podemos garantizar la deuda de Grecia (con medidas) más allá de una participación del sector privado", dijo Juncker.
Consultado sobre si tenía un plan para terminar con la crisis, Juncker hizo diez sugerencias:
1.- "(Desbloquear) el próximo tramo (de ayuda para Grecia), si es posible".
2.- "Determinar la sostenibilidad de la deuda de Grecia, si no tenemos que pensar en otras medidas que sólo podemos tomar si hemos pensado en todas las consecuencias de esos pasos -también aquellas más allá de Europa-".
3.- "Estricta continuación, por supuesto, de la consolidación presupuestaria, con sanciones automáticas para fracasos repetidos en alcanzar las metas presupuestarias".
4.- "Hoja de ruta para la recapitalización bancaria. Los bancos subcapitalizados tienen primero que intentar refinanciarse en los mercados. Si esto no ocurre, los países tienen que considerar si pueden intervenir para hacerles disponible el capital que necesiten".
Los contribuyentes deberían obtener dividendos por el rescate de los bancos. "No podemos simplemente darles el dinero. Tenemos que asegurarnos de que aquellos que proporcionan capital, en cualquier forma, también están representados en los órganos de decisión -en el consejo de supervisión, el consejo de dirección, en la gestión- y que participamos de los beneficios".
5.- Introducir un impuesto a las transacciones financieras.
6.- "Un programa de crecimiento para los llamados países con problemas".
7.- "Un tono presupuestario diferente en Europa. No es aceptable que los países de la Unión Europea estén divididos entre aquellos que dan y aquellos que toman".
8.- "Una mayor regulación de los mercados financieros".
9.- "Una nueva manera de lidiar con las agencias de rating".
10.- "Necesitamos un gobierno económico. Estoy encantado con el hecho de que la cantidad de personas que apoyan esta idea ha crecido rápidamente".
martes, 11 de octubre de 2011
Standard & Poors y Fitch: Rebajan de nuevo a la banca española
Por si la banca española tenía poco con lo que lleva encima, ayer Standard & Poor's y Fitch le dieron la puntilla con una rebaja masiva del rating de nuestras principales entidades. Una rebaja que augura un 2012 igual de terrible, como mínimo, que 2011 por el deterioro de la economía española, la crisis del mercado inmobiliario y las dificultades para financiarse. Además, los nuevos test de estrés pueden dejar todavía más en evidencia esta situación, que echa por tierra las pretensiones del Banco de España de que la reestructuración del sector ha concluido.
Asimismo, los resultados publicados ayer por Banesto, el primer banco en rendir cuentas, son un compendio de los males que aquejan al conjunto del sector: desplome de márgenes, encarecimiento de la financiación, subida de la morosidad, incremento de los ladrillos adjudicados, agotamiento de la provisión genérica y caída del crédito. Una receta segura para entrar en pérdidas en los próximos trimestres, pese a que la entidad asegura que no lo contempla.
Los males que destacan las agencias de rating son muy parecidos, aunque hay que recordar la merma de credibilidad de estas entidades tras la quiebra de Lehman. S&P anuncia que 2012 no será el año del fin de la crisis para la banca española por culpa del nuevo empeoramiento de la economía que pronostica. "Los bancos han acumulado altos niveles de activos problemáticos y han agotado la mayor parte de los colchones que habían construido. En consecuencia, sus beneficios y su capacidad para absorber pérdidas se ha deteriorado". Como informó El Confidencial el lunes, el Santander espera que la mora siga creciendo hasta 2013.
Además, destaca que las entidades afrontan cada vez mayores dificultades para financiarse, lo que les ha obligado a centrarse en los depósitos minoristas por el cierre de los mercados mayoristas. Dado que el próximo año el sector afronta unos enormes vencimientos (más de 100.000 millones según los cálculos más conservadores), esto obligará a reducir aún más el crédito y a confiar de forma creciente en la liquidez del BCE o incluso del Gobierno español.
A su juicio, va a continuar la depresión del sector inmobiliario y cree que pasará bastante tiempo hasta que se calmen las turbulencias en los mercados y las entidades puedan acceder a la financiación a costes razonables. Finalmente, espera un fuerte incremento de los activos problemáticos (créditos morosos y adjudicados) durante 2012 y los primeros meses de 2013, lo que extenderá la crisis más allá de los tres años que inicialmente preveía la agencia y requerirá mayores provisiones contra la cuenta de resultados, una vez agotada la genérica en la mayoría de las entidades.
S&P también cuestiona que las fusiones sean la solución a todo (el lunes, los presidentes de Popular, Ángel Ron, y Pastor, José María Arias, dieron por sentada una nueva oleada de concentraciones): "Los difíciles tiempos que nos esperan suponen un obstáculo adicional más allá de los habituales en una integración. La ejecución de planes de reestructuración puede resultar más dura de lo normal o alargarse más de lo esperado". Finalmente, señala que Bankia, Popular y Sabadell tienen un rating superior al que se merecen por la asunción de que el Estado los rescatará en caso de un agravamiento de sus problemas.
Los nuevos test de estrés, lo que faltaba
Y por si todo esto no es suficiente, ayer Reuters adelantó que los nuevos test de estrés que planea la EBA (Autoridad bancaria Europea) establecerán el aprobado en el 7% de core capital en el escenario adverso, en vez del 5% del verano. Se supone que también cambiarían las condiciones de ese escenario, pero de momento la EBA no ha solicitado información adicional a las entidades.
Si se trata de una nueva evaluación con las mismas condiciones que en junio, 17 de las 24 entidades españolas que se presentaron a las pruebas suspenderían (16 de 23 si contamos la compra de Pastor por Popular). Esto incrementaría las dudas sobre la solvencia de nuestras entidades, y en todo caso exigiría unos aumentos de capital que, en la mayoría de los casos, correrían a cuenta del Estado ante la situación actual de los mercados.
Asimismo, los resultados publicados ayer por Banesto, el primer banco en rendir cuentas, son un compendio de los males que aquejan al conjunto del sector: desplome de márgenes, encarecimiento de la financiación, subida de la morosidad, incremento de los ladrillos adjudicados, agotamiento de la provisión genérica y caída del crédito. Una receta segura para entrar en pérdidas en los próximos trimestres, pese a que la entidad asegura que no lo contempla.
Los males que destacan las agencias de rating son muy parecidos, aunque hay que recordar la merma de credibilidad de estas entidades tras la quiebra de Lehman. S&P anuncia que 2012 no será el año del fin de la crisis para la banca española por culpa del nuevo empeoramiento de la economía que pronostica. "Los bancos han acumulado altos niveles de activos problemáticos y han agotado la mayor parte de los colchones que habían construido. En consecuencia, sus beneficios y su capacidad para absorber pérdidas se ha deteriorado". Como informó El Confidencial el lunes, el Santander espera que la mora siga creciendo hasta 2013.
Además, destaca que las entidades afrontan cada vez mayores dificultades para financiarse, lo que les ha obligado a centrarse en los depósitos minoristas por el cierre de los mercados mayoristas. Dado que el próximo año el sector afronta unos enormes vencimientos (más de 100.000 millones según los cálculos más conservadores), esto obligará a reducir aún más el crédito y a confiar de forma creciente en la liquidez del BCE o incluso del Gobierno español.
A su juicio, va a continuar la depresión del sector inmobiliario y cree que pasará bastante tiempo hasta que se calmen las turbulencias en los mercados y las entidades puedan acceder a la financiación a costes razonables. Finalmente, espera un fuerte incremento de los activos problemáticos (créditos morosos y adjudicados) durante 2012 y los primeros meses de 2013, lo que extenderá la crisis más allá de los tres años que inicialmente preveía la agencia y requerirá mayores provisiones contra la cuenta de resultados, una vez agotada la genérica en la mayoría de las entidades.
S&P también cuestiona que las fusiones sean la solución a todo (el lunes, los presidentes de Popular, Ángel Ron, y Pastor, José María Arias, dieron por sentada una nueva oleada de concentraciones): "Los difíciles tiempos que nos esperan suponen un obstáculo adicional más allá de los habituales en una integración. La ejecución de planes de reestructuración puede resultar más dura de lo normal o alargarse más de lo esperado". Finalmente, señala que Bankia, Popular y Sabadell tienen un rating superior al que se merecen por la asunción de que el Estado los rescatará en caso de un agravamiento de sus problemas.
Los nuevos test de estrés, lo que faltaba
Y por si todo esto no es suficiente, ayer Reuters adelantó que los nuevos test de estrés que planea la EBA (Autoridad bancaria Europea) establecerán el aprobado en el 7% de core capital en el escenario adverso, en vez del 5% del verano. Se supone que también cambiarían las condiciones de ese escenario, pero de momento la EBA no ha solicitado información adicional a las entidades.
Si se trata de una nueva evaluación con las mismas condiciones que en junio, 17 de las 24 entidades españolas que se presentaron a las pruebas suspenderían (16 de 23 si contamos la compra de Pastor por Popular). Esto incrementaría las dudas sobre la solvencia de nuestras entidades, y en todo caso exigiría unos aumentos de capital que, en la mayoría de los casos, correrían a cuenta del Estado ante la situación actual de los mercados.
lunes, 10 de octubre de 2011
Se puede salir de la Crisis!!!
Ni las cosas están tan mal ni es imposible salir de la crisis. Éste es el principal mensaje que puede extraerse del «Salamanca Social Science Festival». Un encuentro clausurado en las últimas horas en la capital salmantina y en el que han participado más de diez mil personas.
Tener una buena política fiscal o que los políticos hagan todo lo posible por ser transparentes, como recomendó el Nobel Finn Erling Kydland; que ésta no será la última crisis que afectará al capitalismo, como auguró la candidata al Nobel, Deirdre Mc Clooskey; y, sobre todo, finalizar la reforma del sistema financiero en el caso de nuestro país, son también algunas de las conclusiones finales de este encuentro que ha depertado una enorme expectación dentro y fuera de España. No en vano, han sido tres mil los acreditados y más de diez mil, las personas que han participado en las numerosas mesas redondas, debates y conferencias. E incluso ha habido que ampliar aulas para dar cabida a la masiva demanda de público interesado en saber. Unas cifras que han superado las expectativas previstas y gracias a las cuales han visto cumplidos los objetivos con los que nació la idea, como es el que los ciudadanos conozcan cuanto puede aportar a sus vidas estas materias. Del mismo modo opinó el director académico del S3F, Michele Blodrin, satisfecho por la repercusión de este certamen que, gracias al mismo, «se ha logrado reducir un poco el mundo de los charlatanes ampliar el de los académicos y expertos que saben sobre la materia». Además, resaltó que también los ciudadanos han podido descubrir estos días que los economistas son «honestos», y que reconocen que hay cosas que no saben, «aunque hacen todo lo posible para entenderlas». En lo que se refiere a la situación de nuestro país, la mayoría coincidió en que estamos en un momento malo, los españoles se recuperarán y la economía crecerá. «La tranquilidad, dijo el director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, Pablo Vázquez, siempre es buena, mientras que el miedo no lo es».
También hubo espacio para un sano enfrentamiento entre periodistas y economistas, eternamente enfrentados y donde se puso de manifiesto las diferencias que existen entre ellos. Los primeros acusaron a los segundos de no saber divulgar bien sus investigaciones, mientras los economistas se defendieron acusando a la prensa de no explicar bien las cosas por las presiones a las que se ven sometidos.
Tener una buena política fiscal o que los políticos hagan todo lo posible por ser transparentes, como recomendó el Nobel Finn Erling Kydland; que ésta no será la última crisis que afectará al capitalismo, como auguró la candidata al Nobel, Deirdre Mc Clooskey; y, sobre todo, finalizar la reforma del sistema financiero en el caso de nuestro país, son también algunas de las conclusiones finales de este encuentro que ha depertado una enorme expectación dentro y fuera de España. No en vano, han sido tres mil los acreditados y más de diez mil, las personas que han participado en las numerosas mesas redondas, debates y conferencias. E incluso ha habido que ampliar aulas para dar cabida a la masiva demanda de público interesado en saber. Unas cifras que han superado las expectativas previstas y gracias a las cuales han visto cumplidos los objetivos con los que nació la idea, como es el que los ciudadanos conozcan cuanto puede aportar a sus vidas estas materias. Del mismo modo opinó el director académico del S3F, Michele Blodrin, satisfecho por la repercusión de este certamen que, gracias al mismo, «se ha logrado reducir un poco el mundo de los charlatanes ampliar el de los académicos y expertos que saben sobre la materia». Además, resaltó que también los ciudadanos han podido descubrir estos días que los economistas son «honestos», y que reconocen que hay cosas que no saben, «aunque hacen todo lo posible para entenderlas». En lo que se refiere a la situación de nuestro país, la mayoría coincidió en que estamos en un momento malo, los españoles se recuperarán y la economía crecerá. «La tranquilidad, dijo el director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, Pablo Vázquez, siempre es buena, mientras que el miedo no lo es».
También hubo espacio para un sano enfrentamiento entre periodistas y economistas, eternamente enfrentados y donde se puso de manifiesto las diferencias que existen entre ellos. Los primeros acusaron a los segundos de no saber divulgar bien sus investigaciones, mientras los economistas se defendieron acusando a la prensa de no explicar bien las cosas por las presiones a las que se ven sometidos.
Irlanda ejemplar recuperación: Afrontar la crisis
Irlanda muestra un camino a los países más endeudados de Europa
El severo plan de austeridad ha puesto la economía en vías de recuperación
Economía | 09/10/2011 - 00:24h
RAFAEL RAMOS | DUBLÍN
0
En plena crisis europea, con Grecia al borde de la bancarrota, dudas sobre la capacidad española, belga e italiana de pagar sus deudas soberanas y negociaciones de urgencia para recapitalizar el sector bancario, Irlanda es el empollón de la clase que ha hecho los deberes de la austeridad antes y mejor que nadie. Tanto es así que los severos maestros del Fondo Monetario Internacional le han dado una matrícula de honor y han puesto el país como ejemplo para los remolones.
Irlanda fue el primer país en entrar en recesión, y también es el que se ha recuperado antes. Su producto interior bruto (PIB) creció un 1,6% en el último trimestre, una figura que no parece gran cosa pero es saludable si se tiene en cuenta que el de la vecina Gran Bretaña sólo lo hizo en un raquítico 0,1%. Mientras la demanda nacional baja en todas partes, en el país celta se incrementó un 0,8%, y también aumentaron las exportaciones. Es la primera vez desde el inicio de la crisis que esos tres barómetros suben simultáneamente.
La respuesta de los todopoderosos mercados –maestros de ceremonias en la posdemocracia– ha sido positiva, de manera que la prima de los bonos soberanos irlandeses es ahora menor que en noviembre del 2010, cuando el país tuvo que solicitar un rescate de las instituciones internacionales por valor de 85.000 millones de euros para cubrir el agujero dejado por la insolvencia del grueso de su sector bancario, ahorcado en la burbuja inmobiliaria con préstamos irresponsables tanto a constructores como a compradores. El mes pasado rindieron el 7,7%, la mitad que el 14,5% de julio.
"El mensaje que quieren enviar el FMI, los mercados y el establishment económico liberal que mueve los hilos del mundo es que la austeridad funciona, a fin de que todos los gobiernos sigan el ejemplo, y los ciudadanos acepten la aniquilación del Estado de bienestar, el hundimiento de los fondos de pensiones, la evaporación de sus ahorros, la desaparición de empleos y el empobrecimiento generalizado como la medicina amarga que permite la supervivencia, mientras las clases medias se estrechan y las diferencias entre los de arriba y los de abajo aumentan", señala el sociólogo Paddy Bowe.
A Irlanda, que siempre ha hecho las cosas a su manera y cuenta con la enorme ventaja de ser un país pequeño de tan sólo cuatro millones y medio de habitantes, ya le van bien los parabienes, después de un rescate que fue considerado una "humillación nacional" y acabó con la era del Fianna Fáil como tradicional partido del poder. Por el momento Enda Kenny, del partido de centroderecha Fine Gael, es un taoiseach (primer ministro) popular a quien los ciudadanos conceden el crédito de estar poniendo en orden una casa que sus predecesores dejaron patas arriba. La revolución desatada por la crisis es tan grande que el Sinn Féin, antiguo brazo político del IRA, se ha convertido en el segundo partido en intención de voto, con el apoyo de un 18% de la gente, y su líder Martin McGuinness es un firme candidato a la presidencia de la República en las elecciones de finales de mes.
El Gobierno de Dublín ha resistido con éxito todas las presiones para bajar su impuesto de sociedades del 12,5%, que el resto de socios europeos consideran una competencia desleal, y cuya subida intentaron forzar la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, como precio por el rescate. Pero Dublín prefirió asumir unos términos más punitivos para la devolución de los créditos antes que incrementar esa tasa, y la apuesta le ha dado resultado: las inversiones extranjeras ascendieron el año pasado a 26.500 millones de dólares, y empresas como Google y Twitter han trasladado parte de sus operaciones al silicon valley irlandés.
El veredicto del establishment económico es que poco a poco, y al precio de unos durísimos recortes que han elevado el índice de desempleo al 14,3%, el país ha recuperado la competitividad, los bancos están (al menos por el momento) suficientemente capitalizados y la proyección de la deuda pública para el 2013 se ha reducido de un 125% a un 118% del producto nacional bruto, y se espera que baje aún más. El principal peligro para Irlanda, según el último informe del FMI, es que "se vea arrastrada por una segunda recesión, que reduciría inevitablemente sus exportaciones, pero eso es algo que escapa al control del Gobierno".
Comercio sin remilgos
Las cosas, piensa el Gobierno irlandés, no están como para andarse con remilgos a la hora de buscar socios y establecer relaciones económicas. La isla esmeralda siempre se ha sabido vender bien, incluso en los peores momentos, y ahora no es una excepción. El valor del comercio bilateral con China asciende a 4.200 millones de euros anuales, con especial énfasis en la energía, la agricultura, la aeronáutica, el turismo y los servicios financieros, constituyendo uno de los pilares de la incipiente recuperación. Arabia Saudí no es uno de los países más populares del mundo, pero el taoiseach Enda Kenny lo está cultivando abiertamente como potencial comprador de sus productos (se supone que a excepción del whisky y la cerveza Guinness). Las exportaciones al reino musulmán ascendieron el año pasado a 500 millones con euros, con un rápido crecimiento en los campos de la educación, la informática, las comunicaciones... A cambio, mil saudíes estudian en universidades irlandesas, y Dublín asesora a Riad sobre el funcionamiento de los mercados europeos. Mientras como consecuencia de la crisis las exportaciones han descendido a nivel global un promedio del 12%, las irlandesas han subido un 3%, al tiempo que las importaciones han bajado un 23% debido al hundimiento de la demanda interior debido a los recortes. "La situación en Irlanda es sorprendentemente buena, dada la gravedad de la situación", dice el director europeo del FMI, Antonio Borges.
El severo plan de austeridad ha puesto la economía en vías de recuperación
Economía | 09/10/2011 - 00:24h
RAFAEL RAMOS | DUBLÍN
0
En plena crisis europea, con Grecia al borde de la bancarrota, dudas sobre la capacidad española, belga e italiana de pagar sus deudas soberanas y negociaciones de urgencia para recapitalizar el sector bancario, Irlanda es el empollón de la clase que ha hecho los deberes de la austeridad antes y mejor que nadie. Tanto es así que los severos maestros del Fondo Monetario Internacional le han dado una matrícula de honor y han puesto el país como ejemplo para los remolones.
Irlanda fue el primer país en entrar en recesión, y también es el que se ha recuperado antes. Su producto interior bruto (PIB) creció un 1,6% en el último trimestre, una figura que no parece gran cosa pero es saludable si se tiene en cuenta que el de la vecina Gran Bretaña sólo lo hizo en un raquítico 0,1%. Mientras la demanda nacional baja en todas partes, en el país celta se incrementó un 0,8%, y también aumentaron las exportaciones. Es la primera vez desde el inicio de la crisis que esos tres barómetros suben simultáneamente.
La respuesta de los todopoderosos mercados –maestros de ceremonias en la posdemocracia– ha sido positiva, de manera que la prima de los bonos soberanos irlandeses es ahora menor que en noviembre del 2010, cuando el país tuvo que solicitar un rescate de las instituciones internacionales por valor de 85.000 millones de euros para cubrir el agujero dejado por la insolvencia del grueso de su sector bancario, ahorcado en la burbuja inmobiliaria con préstamos irresponsables tanto a constructores como a compradores. El mes pasado rindieron el 7,7%, la mitad que el 14,5% de julio.
"El mensaje que quieren enviar el FMI, los mercados y el establishment económico liberal que mueve los hilos del mundo es que la austeridad funciona, a fin de que todos los gobiernos sigan el ejemplo, y los ciudadanos acepten la aniquilación del Estado de bienestar, el hundimiento de los fondos de pensiones, la evaporación de sus ahorros, la desaparición de empleos y el empobrecimiento generalizado como la medicina amarga que permite la supervivencia, mientras las clases medias se estrechan y las diferencias entre los de arriba y los de abajo aumentan", señala el sociólogo Paddy Bowe.
A Irlanda, que siempre ha hecho las cosas a su manera y cuenta con la enorme ventaja de ser un país pequeño de tan sólo cuatro millones y medio de habitantes, ya le van bien los parabienes, después de un rescate que fue considerado una "humillación nacional" y acabó con la era del Fianna Fáil como tradicional partido del poder. Por el momento Enda Kenny, del partido de centroderecha Fine Gael, es un taoiseach (primer ministro) popular a quien los ciudadanos conceden el crédito de estar poniendo en orden una casa que sus predecesores dejaron patas arriba. La revolución desatada por la crisis es tan grande que el Sinn Féin, antiguo brazo político del IRA, se ha convertido en el segundo partido en intención de voto, con el apoyo de un 18% de la gente, y su líder Martin McGuinness es un firme candidato a la presidencia de la República en las elecciones de finales de mes.
El Gobierno de Dublín ha resistido con éxito todas las presiones para bajar su impuesto de sociedades del 12,5%, que el resto de socios europeos consideran una competencia desleal, y cuya subida intentaron forzar la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, como precio por el rescate. Pero Dublín prefirió asumir unos términos más punitivos para la devolución de los créditos antes que incrementar esa tasa, y la apuesta le ha dado resultado: las inversiones extranjeras ascendieron el año pasado a 26.500 millones de dólares, y empresas como Google y Twitter han trasladado parte de sus operaciones al silicon valley irlandés.
El veredicto del establishment económico es que poco a poco, y al precio de unos durísimos recortes que han elevado el índice de desempleo al 14,3%, el país ha recuperado la competitividad, los bancos están (al menos por el momento) suficientemente capitalizados y la proyección de la deuda pública para el 2013 se ha reducido de un 125% a un 118% del producto nacional bruto, y se espera que baje aún más. El principal peligro para Irlanda, según el último informe del FMI, es que "se vea arrastrada por una segunda recesión, que reduciría inevitablemente sus exportaciones, pero eso es algo que escapa al control del Gobierno".
Comercio sin remilgos
Las cosas, piensa el Gobierno irlandés, no están como para andarse con remilgos a la hora de buscar socios y establecer relaciones económicas. La isla esmeralda siempre se ha sabido vender bien, incluso en los peores momentos, y ahora no es una excepción. El valor del comercio bilateral con China asciende a 4.200 millones de euros anuales, con especial énfasis en la energía, la agricultura, la aeronáutica, el turismo y los servicios financieros, constituyendo uno de los pilares de la incipiente recuperación. Arabia Saudí no es uno de los países más populares del mundo, pero el taoiseach Enda Kenny lo está cultivando abiertamente como potencial comprador de sus productos (se supone que a excepción del whisky y la cerveza Guinness). Las exportaciones al reino musulmán ascendieron el año pasado a 500 millones con euros, con un rápido crecimiento en los campos de la educación, la informática, las comunicaciones... A cambio, mil saudíes estudian en universidades irlandesas, y Dublín asesora a Riad sobre el funcionamiento de los mercados europeos. Mientras como consecuencia de la crisis las exportaciones han descendido a nivel global un promedio del 12%, las irlandesas han subido un 3%, al tiempo que las importaciones han bajado un 23% debido al hundimiento de la demanda interior debido a los recortes. "La situación en Irlanda es sorprendentemente buena, dada la gravedad de la situación", dice el director europeo del FMI, Antonio Borges.
domingo, 9 de octubre de 2011
Blanco en La Encrucijada: Torquemada en la Hoguera
Torquemada en la hoguera, de Pedro J. Ramírez en El Mundo
CARTA DEL DIRECTOR
«Voy a contar cómo fue al quemadero el inhumano que tantas vidas infelices consumió en llamas; que a unos les traspasó los hígados con un hierro candente; a otros les puso en cazuela bien mechados, y a los demás los achicharró por partes, a fuego lento, con rebuscada y metódica saña. Voy a contar cómo vino el fiero sayón a ser víctima…».
Reconozco que utilizar las primeras líneas de la novela corta de Galdós Torquemada en la hoguera para abordar la situación en la que se encuentra el ministro de Fomento y portavoz del Gobierno es cargar un poco la suerte. Sobre todo teniendo en cuenta que el propio autor ya utilizó la brocha más gorda de su propia caja de utensilios del género realista, acuciado por la urgencia de entregar su original «a la carrera y casi por compromiso» al director de La España Moderna, José Lázaro Galdiano, a tiempo para el cierre de la revista. Pero es que 150 pesetas eran 150 pesetas. Y no digamos en 1889.
El fondo del asunto al que se refiere este relato viene, sin embargo, a cuento pues no es sino la historia del alguacil alguacilado. ¿Qué más da que al ejercer durante casi una docena de años como martillo de herejes y látigo de infieles Blanco no haya recurrido al género gore de las perforaciones y la carne asada a la parrilla sino al vademécum de la oratoria sucia -«estercolero», «basura», «vomitorio»- para arrojar su tonelada de inmundicia sobre cualquier dirigente del PP en entredicho? Metáfora por metáfora, casi son preferibles las heridas imaginarias que las descalificaciones injuriosas con publicidad y alevosía.
Igualmente hay que admitir que, como él mismo dice, a Blanco mucha gente le tenía ganas no sólo por su conducta sino también por su trayectoria y ése es otro punto en común con don Francisco Torquemada, aquella «feroz hormiga», aquel «hombre frío con facha de sacristán» a quien Galdós había sacado de la miseria absoluta y el ostracismo relativo como personaje secundario de Fortunata y Jacinta para convertirlo en protagonista del medro social aupado sobre los hombros de los cambios políticos que sucedieron a La Gloriosa. No en vano viéndole mutar su «sombrero con grasa» por «una chistera de 50 reales» y la «capa deshilachada con las vueltas aceitosas» por «una muy buena con embozos colorados», para dirigirse a cobrar la renta a los inquilinos de sus 24 habitaciones de la calle de San Blas, el autor refunfuña contra «la clase media, toda necesidades y pretensiones, que crece tanto, ¡ay dolor!, que nos estamos quedando sin pueblo».
Si en la Galicia de las postrimerías del franquismo alguien hubiera augurado que aquel zagal tarambana, tirando a rogelio, de la aldea de Mosteiro en el término municipal de Palas de Rei, hijo de peón caminero y costurera, a quien apodaban Blanquito, llegaría a ministro de Fomento del Gobierno de España, sin necesidad de pasar tan siquiera por la universidad, le habrían enhebrado inmediatamente como majara endemoniado a la procesión de la Santa Compaña en su irrupción decorativa en alguna de las Comedias bárbaras de Valle. De ese triple salto mortal sin red surge el mito político de Pepiño, santo y seña del zapaterismo, heraldo y compendio de la España de las Leires y Bibianas, apoteosis de la meritocracia para los menos, paradigma de cómo la política te puede catapultar muy por encima de tu nivel de incompetencia para los más.
En los días clave de la conquista del poder, Blanco fue para Zapatero lo que Guerra había sido para González o Cascos para Aznar: el hombre de la intendencia y a la vez el ariete de las embestidas, el malo de la película, el «hijo de puta de Nixon» como se autodefinía Haldeman. Aunque, todo hay que decirlo, ejerció ese papel de forma menos abrupta que tales precursores y en su haber siempre quedará la iniciativa profiláctica de dejar de pagar los gastos de defensa de los organizadores de los GAL, al final ¿para qué está la sota de bastos sino para repartir mandobles?
Pepiño nunca le hizo ascos a esa tarea y se entregó a ella con denuedo, zurriagazo va, zurriagazo viene; pero cuando al inicio de la segunda legislatura empezó a barruntarse que aquello tendría un final y que Zapatero ni siquiera repetiría como candidato, vio muy claro que él no se retiraría junto a su mentor y que quería una oportunidad de tocar poder de verdad, es decir, un trozo de presupuesto que repartir y unas cuantas páginas del BOE a su disposición. Fue entonces, en la malhadada crisis de 2009 mientras Calamity Helen ocupaba una pequeña porción de la silla vacía de Solbes y Chaves llegaba a Madrid a preparar con Felipe la operación Alfredo, cuando Blanco logró quedarse con los treinta y pico mil millones del gran ministerio inversor.
Fue una metamorfosis equivalente a la del Torquemada de Galdós, quien a medida que medraba «se sentía, con la buena ropa, más persona que antes; hasta le salían mejores negocios -atención-, más amigos útiles y explotables; pisaba más fuerte, tosía más recio, hablaba más alto y atrevíase a levantar el gallo en la tertulia del café». De repente Blanco se había convertido en el interlocutor y confidente de todos los grandes empresarios del país, en el hombre del momento, en el salvavidas de cientos de naufragios, incluidos algunos periodísticos. «Pero la vanidad no le cegó nunca -seguimos con Galdós-. Hombre de composición homogénea, compacta y dura, no podía incurrir en la tontería de estirar el pie más del largo de la sábana. En su carácter había algo resistente a las mudanzas de formas impuestas por la época, y así como no varió nunca su manera de hablar, tampoco ciertas ideas y prácticas del oficio se modificaron».
De la noche a la mañana resultó que Blanco iba para cacique. Y no se conformaba con una ínsula cualquiera. Él tenía una hoja de ruta cuya estación término era -seguirá siendo si sobrevive a este episodio- la Presidencia de la Xunta de Galicia. Desde el mismo día en que fue nombrado ministro tuvo esa obsesión en la cabeza: él no quería retirarse, a semejanza de su jefe, a disfrutar de la felicidad conyugal «como supervisor de nubes recostado en una hamaca y mirando al cielo». Él prefería las emociones fuertes cerca del mundanal ruido. Y ser profeta en su tierra. No sólo en Palas de Rei, no sólo en Lugo, sino en toda Galicia. Quería ser el Fraga de la izquierda para regresar triunfalmente rodeado de gaiteiros: de don Manuel a don Pepiño.
Para eso necesitaba hacer amigos por delante y no dejar enemigos a sus espaldas. Todos celebramos el buen talante con que entró en el ministerio. Tras las altanerías de mercado de abastos de la bien definida como «ministra macarra» llegaba un prócer con la mano tendida tanto a las comunidades del PP -así se ganó a Esperanza Aguirre- como a los famélicos medios de comunicación cuyos dedos se hacían huéspedes tan sólo de oír hablar de un posible convenio con Renfe, con Adif o con Aena.
Y éste fue el modelo que comenzó a aplicar en Galicia, en régimen de regadío intensivo: inversiones y más inversiones, subvenciones y más subvenciones, un maná en medio de la penuria, para ir tejiendo una red clientelar a la vieja usanza pronto conocida como la «comandita de Blanco» con sus correspondientes capitanes, sargentos y costaleros. No es casualidad que un excelente periodista del lugar me confesara nada más aflorar en EL MUNDO la acusación en sede judicial de Dorribo que «toda la prensa gallega tiene síndrome de Estocolmo con el ministro por lo mucho que está haciendo por su tierra».
Blanco ha emprendido en suma el mismo tortuoso sendero del altruismo interesado y la filantropía egoísta que enfiló el usurero Torquemada cuando se le metió en la cabeza que sólo sus buenas obras salvarían la vida de su hijo enfermo. Y, como al personaje de Galdós, su problema es que se le nota demasiado que todo tiene un sentido instrumental, que tras la fachada de la misericordia late implacable el interés. Por eso la tía Roma, la vieja doméstica maltratada durante décadas, rechaza los súbitos melindres autocompasivos de Torquemada y despotrica contra su falsa conversión: «¡Véngase ahora con jipíos y farsa!… Valiente caso le van a hacer».
Al margen de ese problema no menor de credibilidad, Blanco ha tenido la complicación añadida de que para no perder el punto de apoyo interno sin el que todos sus planes se tornarían quimeras, ha tenido que simultanear el alma buena del ministro escanciador con el alma mala del vicesecretario vareador. Esta esquizofrenia política es la que hoy está pasándole factura pues sus puñaladas traperas a costa del caso Gürtel no son cosa del pasado sino, como quien dice, de ahora mismo. ¿A quién puede extrañarle que el PP esté suministrándole ya el embudo de su propio ricino?
En el plano de la responsabilidad política su situación es idéntica a la de Camps cuando él comenzó a pedir su dimisión. Dorribo es el Álvaro Pérez de Blanco y la cita de la gasolinera, de la que el portavoz del Gobierno eludió hablar el viernes una y otra vez, equivale al «amiguito del alma», las visitas al sastre y los detallitos por Navidad. Se me replicará que hay múltiples indicios de que a Camps le regalaron los trajes y que nada salvo la palabra de Dorribo acusa hoy a Blanco de cohecho. Pero es que, al margen de que 400.000 euros darían para mil trajes, desde EL MUNDO siempre planteamos que, tuviera o no consecuencias penales, la mera intimidad imprudente del presidente de la Generalitat con quien resultó ser el coordinador de una trama mafiosa le situaba en una posición políticamente insostenible. O sea, lo mismo que sucede ahora.
Cuando el propio ministro de Fomento y portavoz del Gobierno nos reconoció que había visto a Dorribo «tres veces, una de ellas en una estación de servicio» nosotros ni parpadeamos. Ah, sí, claro, en una estación de servicio. Debió de ser echando gasolina. ¡Hombre, Dorribo, tú por aquí…! Pero no, no… ¿cómo iba a bajarse el ministro del coche oficial para sacar en persona la manguera del surtidor? Es que el asunto no fue ése sino que habían quedado expresamente allí, previa intercesión del primo de Blanco, contratado por el susodicho. Claro, claro.
Bueno, tampoco tiene nada de particular… todo el mundo queda con todo el mundo en las gasolineras… sería, como ha dicho Elena Valenciano, para tratar una «cuestión privada». Paradójicamente, esta versión de la portavoz del PSOE es la que más se aproxima a la de Dorribo cuando asegura que el ministro le dijo: «Si tú te portas bien conmigo, yo me portaré bien contigo». Pero es que resulta que Blanco ha admitido ya que de lo que hablaron fue de subvenciones públicas. En el interior del coche oficial, con un vehículo de la Guardia Civil delante y el de los escoltas detrás. Desde que Felipe II resolvía con sus secretarios los asuntos del Estado convirtiendo los lomos de las mulas de su séquito en improvisadas mesas de despacho nunca habíamos visto actuar de forma tan expeditiva a un gobierno itinerante.
Habrá que esperar al levantamiento del secreto del sumario y a la previsible remisión de las actuaciones al Tribunal Supremo para empezar a atisbar si la de Guitiriz era una simple gasolinera o toda un área de servicios en el más plural sentido del término. Pero entre tanto ya le hemos visto los costurones al vestido de ceremonia del diligente y aplicado ministro de Fomento, tan devoto de su tierra. Por eso lo que escuchamos mientras cae la cortina del primer acto es la voz rezongona y castiza de la tía Roma, galdosiana por antonomasia: «Usted quiere ahora poner un puño en el cielo. ¡Ay señor, a cada paje su ropaje! A usted le sienta eso como a las burras las arracadas… Si se pone bueno el niño, volverá a ser usted más malo que Holofernes».
pedroj.ramirez@elmundo.es
CARTA DEL DIRECTOR
«Voy a contar cómo fue al quemadero el inhumano que tantas vidas infelices consumió en llamas; que a unos les traspasó los hígados con un hierro candente; a otros les puso en cazuela bien mechados, y a los demás los achicharró por partes, a fuego lento, con rebuscada y metódica saña. Voy a contar cómo vino el fiero sayón a ser víctima…».
Reconozco que utilizar las primeras líneas de la novela corta de Galdós Torquemada en la hoguera para abordar la situación en la que se encuentra el ministro de Fomento y portavoz del Gobierno es cargar un poco la suerte. Sobre todo teniendo en cuenta que el propio autor ya utilizó la brocha más gorda de su propia caja de utensilios del género realista, acuciado por la urgencia de entregar su original «a la carrera y casi por compromiso» al director de La España Moderna, José Lázaro Galdiano, a tiempo para el cierre de la revista. Pero es que 150 pesetas eran 150 pesetas. Y no digamos en 1889.
El fondo del asunto al que se refiere este relato viene, sin embargo, a cuento pues no es sino la historia del alguacil alguacilado. ¿Qué más da que al ejercer durante casi una docena de años como martillo de herejes y látigo de infieles Blanco no haya recurrido al género gore de las perforaciones y la carne asada a la parrilla sino al vademécum de la oratoria sucia -«estercolero», «basura», «vomitorio»- para arrojar su tonelada de inmundicia sobre cualquier dirigente del PP en entredicho? Metáfora por metáfora, casi son preferibles las heridas imaginarias que las descalificaciones injuriosas con publicidad y alevosía.
Igualmente hay que admitir que, como él mismo dice, a Blanco mucha gente le tenía ganas no sólo por su conducta sino también por su trayectoria y ése es otro punto en común con don Francisco Torquemada, aquella «feroz hormiga», aquel «hombre frío con facha de sacristán» a quien Galdós había sacado de la miseria absoluta y el ostracismo relativo como personaje secundario de Fortunata y Jacinta para convertirlo en protagonista del medro social aupado sobre los hombros de los cambios políticos que sucedieron a La Gloriosa. No en vano viéndole mutar su «sombrero con grasa» por «una chistera de 50 reales» y la «capa deshilachada con las vueltas aceitosas» por «una muy buena con embozos colorados», para dirigirse a cobrar la renta a los inquilinos de sus 24 habitaciones de la calle de San Blas, el autor refunfuña contra «la clase media, toda necesidades y pretensiones, que crece tanto, ¡ay dolor!, que nos estamos quedando sin pueblo».
Si en la Galicia de las postrimerías del franquismo alguien hubiera augurado que aquel zagal tarambana, tirando a rogelio, de la aldea de Mosteiro en el término municipal de Palas de Rei, hijo de peón caminero y costurera, a quien apodaban Blanquito, llegaría a ministro de Fomento del Gobierno de España, sin necesidad de pasar tan siquiera por la universidad, le habrían enhebrado inmediatamente como majara endemoniado a la procesión de la Santa Compaña en su irrupción decorativa en alguna de las Comedias bárbaras de Valle. De ese triple salto mortal sin red surge el mito político de Pepiño, santo y seña del zapaterismo, heraldo y compendio de la España de las Leires y Bibianas, apoteosis de la meritocracia para los menos, paradigma de cómo la política te puede catapultar muy por encima de tu nivel de incompetencia para los más.
En los días clave de la conquista del poder, Blanco fue para Zapatero lo que Guerra había sido para González o Cascos para Aznar: el hombre de la intendencia y a la vez el ariete de las embestidas, el malo de la película, el «hijo de puta de Nixon» como se autodefinía Haldeman. Aunque, todo hay que decirlo, ejerció ese papel de forma menos abrupta que tales precursores y en su haber siempre quedará la iniciativa profiláctica de dejar de pagar los gastos de defensa de los organizadores de los GAL, al final ¿para qué está la sota de bastos sino para repartir mandobles?
Pepiño nunca le hizo ascos a esa tarea y se entregó a ella con denuedo, zurriagazo va, zurriagazo viene; pero cuando al inicio de la segunda legislatura empezó a barruntarse que aquello tendría un final y que Zapatero ni siquiera repetiría como candidato, vio muy claro que él no se retiraría junto a su mentor y que quería una oportunidad de tocar poder de verdad, es decir, un trozo de presupuesto que repartir y unas cuantas páginas del BOE a su disposición. Fue entonces, en la malhadada crisis de 2009 mientras Calamity Helen ocupaba una pequeña porción de la silla vacía de Solbes y Chaves llegaba a Madrid a preparar con Felipe la operación Alfredo, cuando Blanco logró quedarse con los treinta y pico mil millones del gran ministerio inversor.
Fue una metamorfosis equivalente a la del Torquemada de Galdós, quien a medida que medraba «se sentía, con la buena ropa, más persona que antes; hasta le salían mejores negocios -atención-, más amigos útiles y explotables; pisaba más fuerte, tosía más recio, hablaba más alto y atrevíase a levantar el gallo en la tertulia del café». De repente Blanco se había convertido en el interlocutor y confidente de todos los grandes empresarios del país, en el hombre del momento, en el salvavidas de cientos de naufragios, incluidos algunos periodísticos. «Pero la vanidad no le cegó nunca -seguimos con Galdós-. Hombre de composición homogénea, compacta y dura, no podía incurrir en la tontería de estirar el pie más del largo de la sábana. En su carácter había algo resistente a las mudanzas de formas impuestas por la época, y así como no varió nunca su manera de hablar, tampoco ciertas ideas y prácticas del oficio se modificaron».
De la noche a la mañana resultó que Blanco iba para cacique. Y no se conformaba con una ínsula cualquiera. Él tenía una hoja de ruta cuya estación término era -seguirá siendo si sobrevive a este episodio- la Presidencia de la Xunta de Galicia. Desde el mismo día en que fue nombrado ministro tuvo esa obsesión en la cabeza: él no quería retirarse, a semejanza de su jefe, a disfrutar de la felicidad conyugal «como supervisor de nubes recostado en una hamaca y mirando al cielo». Él prefería las emociones fuertes cerca del mundanal ruido. Y ser profeta en su tierra. No sólo en Palas de Rei, no sólo en Lugo, sino en toda Galicia. Quería ser el Fraga de la izquierda para regresar triunfalmente rodeado de gaiteiros: de don Manuel a don Pepiño.
Para eso necesitaba hacer amigos por delante y no dejar enemigos a sus espaldas. Todos celebramos el buen talante con que entró en el ministerio. Tras las altanerías de mercado de abastos de la bien definida como «ministra macarra» llegaba un prócer con la mano tendida tanto a las comunidades del PP -así se ganó a Esperanza Aguirre- como a los famélicos medios de comunicación cuyos dedos se hacían huéspedes tan sólo de oír hablar de un posible convenio con Renfe, con Adif o con Aena.
Y éste fue el modelo que comenzó a aplicar en Galicia, en régimen de regadío intensivo: inversiones y más inversiones, subvenciones y más subvenciones, un maná en medio de la penuria, para ir tejiendo una red clientelar a la vieja usanza pronto conocida como la «comandita de Blanco» con sus correspondientes capitanes, sargentos y costaleros. No es casualidad que un excelente periodista del lugar me confesara nada más aflorar en EL MUNDO la acusación en sede judicial de Dorribo que «toda la prensa gallega tiene síndrome de Estocolmo con el ministro por lo mucho que está haciendo por su tierra».
Blanco ha emprendido en suma el mismo tortuoso sendero del altruismo interesado y la filantropía egoísta que enfiló el usurero Torquemada cuando se le metió en la cabeza que sólo sus buenas obras salvarían la vida de su hijo enfermo. Y, como al personaje de Galdós, su problema es que se le nota demasiado que todo tiene un sentido instrumental, que tras la fachada de la misericordia late implacable el interés. Por eso la tía Roma, la vieja doméstica maltratada durante décadas, rechaza los súbitos melindres autocompasivos de Torquemada y despotrica contra su falsa conversión: «¡Véngase ahora con jipíos y farsa!… Valiente caso le van a hacer».
Al margen de ese problema no menor de credibilidad, Blanco ha tenido la complicación añadida de que para no perder el punto de apoyo interno sin el que todos sus planes se tornarían quimeras, ha tenido que simultanear el alma buena del ministro escanciador con el alma mala del vicesecretario vareador. Esta esquizofrenia política es la que hoy está pasándole factura pues sus puñaladas traperas a costa del caso Gürtel no son cosa del pasado sino, como quien dice, de ahora mismo. ¿A quién puede extrañarle que el PP esté suministrándole ya el embudo de su propio ricino?
En el plano de la responsabilidad política su situación es idéntica a la de Camps cuando él comenzó a pedir su dimisión. Dorribo es el Álvaro Pérez de Blanco y la cita de la gasolinera, de la que el portavoz del Gobierno eludió hablar el viernes una y otra vez, equivale al «amiguito del alma», las visitas al sastre y los detallitos por Navidad. Se me replicará que hay múltiples indicios de que a Camps le regalaron los trajes y que nada salvo la palabra de Dorribo acusa hoy a Blanco de cohecho. Pero es que, al margen de que 400.000 euros darían para mil trajes, desde EL MUNDO siempre planteamos que, tuviera o no consecuencias penales, la mera intimidad imprudente del presidente de la Generalitat con quien resultó ser el coordinador de una trama mafiosa le situaba en una posición políticamente insostenible. O sea, lo mismo que sucede ahora.
Cuando el propio ministro de Fomento y portavoz del Gobierno nos reconoció que había visto a Dorribo «tres veces, una de ellas en una estación de servicio» nosotros ni parpadeamos. Ah, sí, claro, en una estación de servicio. Debió de ser echando gasolina. ¡Hombre, Dorribo, tú por aquí…! Pero no, no… ¿cómo iba a bajarse el ministro del coche oficial para sacar en persona la manguera del surtidor? Es que el asunto no fue ése sino que habían quedado expresamente allí, previa intercesión del primo de Blanco, contratado por el susodicho. Claro, claro.
Bueno, tampoco tiene nada de particular… todo el mundo queda con todo el mundo en las gasolineras… sería, como ha dicho Elena Valenciano, para tratar una «cuestión privada». Paradójicamente, esta versión de la portavoz del PSOE es la que más se aproxima a la de Dorribo cuando asegura que el ministro le dijo: «Si tú te portas bien conmigo, yo me portaré bien contigo». Pero es que resulta que Blanco ha admitido ya que de lo que hablaron fue de subvenciones públicas. En el interior del coche oficial, con un vehículo de la Guardia Civil delante y el de los escoltas detrás. Desde que Felipe II resolvía con sus secretarios los asuntos del Estado convirtiendo los lomos de las mulas de su séquito en improvisadas mesas de despacho nunca habíamos visto actuar de forma tan expeditiva a un gobierno itinerante.
Habrá que esperar al levantamiento del secreto del sumario y a la previsible remisión de las actuaciones al Tribunal Supremo para empezar a atisbar si la de Guitiriz era una simple gasolinera o toda un área de servicios en el más plural sentido del término. Pero entre tanto ya le hemos visto los costurones al vestido de ceremonia del diligente y aplicado ministro de Fomento, tan devoto de su tierra. Por eso lo que escuchamos mientras cae la cortina del primer acto es la voz rezongona y castiza de la tía Roma, galdosiana por antonomasia: «Usted quiere ahora poner un puño en el cielo. ¡Ay señor, a cada paje su ropaje! A usted le sienta eso como a las burras las arracadas… Si se pone bueno el niño, volverá a ser usted más malo que Holofernes».
pedroj.ramirez@elmundo.es
sábado, 8 de octubre de 2011
El PSOE un peligo para THE ECONOMIST
'The Economist' alerta a Rajoy: "El PSOE buscará conflictos para volver"
El prestigioso diario económico asegura este sábado que el líder del PP tiene una dura misión por delante si gana las elecciones.
2011-10-08ImprimirEnviarCorregirComentar
LIBERTAD DIGITAL
Comienza el diario su artículo titulado "La carga de Rajoy" recordando la firma del Rey para convenir el segundo cambio de la Constitución española el pasado mes de septiembre, y cómo venía a tratar de enmendar el abultado déficit español. Es un ejemplo de la situación que afrontará el nuevo presidente del Gobierno –que es "como los españoles llaman a su primer ministro", dice el diario- que llegará tras las dos legislaturas de Zapatero. El señor Rajoy tiene por delante una enorme tarea por delante, asegura The Economist.
Dando por sentado que los populares ocuparán la Moncloa, "la escala de la tarea del señor Rajoy crece día a día". Con una tasa del desempleo superior al 21%, "la más alta de la Unión Europea", el problema simplemente "está yendo a peor: en septiembre el número de desempleados dio su mayor salto mensual en quince años", recuerda The Economist.
Señalan que pese a que "los instintos del señor Rajoy son reformistas", los "apuros económicos de España crean sus propias restricciones". El recorte del déficit prometido por el PP, y el plan propuesto por Rajoy, que incluye recortes de impuestos para pequeñas y medianas empresas, y un subsidio para todas aquellas que contraten su primer empelado, "pretenden favorecer la creación de empleo".
"Pero –continúa- si el PP hace la radical reforma del mercado laboral que necesita, depende en parte en quién se convierta en ministro de Economía. El Sr. Rajoy mantiene esto en secreto".
Los socialistas y Rubalcaba, aprovechan ese silencio y tratan de desprestigiar la campaña popular tachándola de "campaña valium", "llena de afirmaciones bienintencionadas, pero corta en detalles". Según el diagnóstico de The Economist, Rajoy se resiste a un debate televisado para no convertir la carrera al 20-N "un concurso sobre el futuro del estado del bienestar".
Señala el diario que los votantes han tenido la oportunidad de ver un avance de las políticas del PP desde las autonómicas. Señalan los recortes del 20% en Castilla-La Mancha, previstos para el próximo año. Y que en Madrid se está luchando "fieramente" contra los profesores de secundaria. Hablan también de casos en que profesores han escrito "furiosas cartas" dirigidas a los padres y entregadas a los propios niños, así como de los paros en las clases, y la situación de la Sanidad en Cataluña.
Y concluyen con una advertencia seria: que "esa tendencia a provocar conflicto" es la "grieta" en el PP que buscan "algunos socialistas". "No será suficiente para ganar la reelección en noviembre. Pero algunos en el partido están pensando en las siguientes elecciones, en 2015 o 2016. Si el señor Rajoy no cambia las cosas para entonces, ellos podrían volver", dice The Economist.
El prestigioso diario económico asegura este sábado que el líder del PP tiene una dura misión por delante si gana las elecciones.
2011-10-08ImprimirEnviarCorregirComentar
LIBERTAD DIGITAL
Comienza el diario su artículo titulado "La carga de Rajoy" recordando la firma del Rey para convenir el segundo cambio de la Constitución española el pasado mes de septiembre, y cómo venía a tratar de enmendar el abultado déficit español. Es un ejemplo de la situación que afrontará el nuevo presidente del Gobierno –que es "como los españoles llaman a su primer ministro", dice el diario- que llegará tras las dos legislaturas de Zapatero. El señor Rajoy tiene por delante una enorme tarea por delante, asegura The Economist.
Dando por sentado que los populares ocuparán la Moncloa, "la escala de la tarea del señor Rajoy crece día a día". Con una tasa del desempleo superior al 21%, "la más alta de la Unión Europea", el problema simplemente "está yendo a peor: en septiembre el número de desempleados dio su mayor salto mensual en quince años", recuerda The Economist.
Señalan que pese a que "los instintos del señor Rajoy son reformistas", los "apuros económicos de España crean sus propias restricciones". El recorte del déficit prometido por el PP, y el plan propuesto por Rajoy, que incluye recortes de impuestos para pequeñas y medianas empresas, y un subsidio para todas aquellas que contraten su primer empelado, "pretenden favorecer la creación de empleo".
"Pero –continúa- si el PP hace la radical reforma del mercado laboral que necesita, depende en parte en quién se convierta en ministro de Economía. El Sr. Rajoy mantiene esto en secreto".
Los socialistas y Rubalcaba, aprovechan ese silencio y tratan de desprestigiar la campaña popular tachándola de "campaña valium", "llena de afirmaciones bienintencionadas, pero corta en detalles". Según el diagnóstico de The Economist, Rajoy se resiste a un debate televisado para no convertir la carrera al 20-N "un concurso sobre el futuro del estado del bienestar".
Señala el diario que los votantes han tenido la oportunidad de ver un avance de las políticas del PP desde las autonómicas. Señalan los recortes del 20% en Castilla-La Mancha, previstos para el próximo año. Y que en Madrid se está luchando "fieramente" contra los profesores de secundaria. Hablan también de casos en que profesores han escrito "furiosas cartas" dirigidas a los padres y entregadas a los propios niños, así como de los paros en las clases, y la situación de la Sanidad en Cataluña.
Y concluyen con una advertencia seria: que "esa tendencia a provocar conflicto" es la "grieta" en el PP que buscan "algunos socialistas". "No será suficiente para ganar la reelección en noviembre. Pero algunos en el partido están pensando en las siguientes elecciones, en 2015 o 2016. Si el señor Rajoy no cambia las cosas para entonces, ellos podrían volver", dice The Economist.
viernes, 7 de octubre de 2011
Fitch baja 2 Escalones a España
La agencia de calificación crediticia Fitch Ratings rebajó este viernes en dos escalones la nota de solvencia de España, hasta 'AA-' desde 'AA+', con perspectiva 'negativa', lo que deja abierta la posibilidad de una nueva rebaja de 'rating' por el impacto de la "intensificación" de la crisis de la eurozona y los riesgos para la consolidación fiscal derivados de la ejecución presupuestaria de algunos gobiernos regionales. Por otro lado, la agencia confirmó la nota a corto plazo de España, que se mantiene así en 'F1+'.
"Como Fitch había advertido previamente, encontrar una solución creíble e integral a la crisis resulta política y técnicamente complejo y necesitará tiempo para aplicarse y ganarse la confianza de los inversores", apuntó la agencia, que advirtió de que "mientras tanto, la crisis ha afectado negativamente a la estabilidad financiera de la región". El Gobierno no tardó en reaccionar: señaló que "no comparte" los motivos que han provocado la reducción mientras fuentes del Ministerio de Economía señalaron que la decisión se basa en una previsión de crecimiento para el año 2012 del 0,5%, muy por debajo de las estimaciones del resto de organismos económicos.
La agencia hizo referencia a la "especial vulnerabilidad" de España a estas sacudidas exteriores, al tener en cuenta su todavía considerable déficit estructural, su elevado nivel de deuda neta externa y la fragilidad de la recuperación económica, así como el proceso de desapalancamiento. "La intensificación de la crisis de la zona euro ha sido identificada como negativa para el 'rating' de España", señala la agencia, puesto que la elevada volatilidad empeora las condiciones de financiación en los mercados de España, como constató la intervención del Eurosistema en los mercados secundarios.
"No obstante, la nota 'AA-' de España incorpora la opinión de Fitch de que como un solvente y sistemáticamente importante emisor soberano recibiría apoyo 'in extremis', ya sea por parte del BCE, y/o del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)", apuntó la calificadora de riesgos. En segundo lugar, Fitch precisó que el recorte de la califición soberana de España se explica por la ejecución presupuestaria registrada por algunos gobiernos regionales, lo que en su opinión, "representa un riesgo para la consolidación fiscal", y recuerda que ya el pasado mes de septiembre rebajó la nota de cinco comunidades autónomas españolas.
Reformas estructurales adicionales
Por otro lado, la agencia de calificación destacó que, pese a que el proceso de reequilibrio de la economía española está "bien avanzado, aún no se ha completado". Por ello, prevé que afectará notablemente al crecimiento de la economía a medio plazo. "A pesar de las importantes medidas ya adoptadas por el Gobierno, serán necesarias más reformas estructurales para mejorar más la competitividad y productividad de la economía", advirtió.
Además, Fitch auguró que el crecimiento anual de la economía española será inferior al 2% hasta 2015 y el desempleo se mantendrá elevado, aunque, sin embargo, confíó en que, pese a la "mediocre" recuperación prevista a medio plazo, el potencial de crecimiento de España superará a partir de 2015 a la media de la eurozona.
La calificadora subrayó que, a pesar del debilitamiento experimentado por el perfil crediticio de España, continúa considerando su solvencia como "segura" y destaca que, bajo su escenario base, la deuda pública alcanzará en 2013 un máximo del 72% del PIB, muy por debajo de la media de la zona euro (89%).
30.000 millones más para el sector financiero
Por otro lado, Fitch señaló que, aparte de los 17.300 millones de euros inyectados hasta ahora por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) en la reestructuración del sistema financiero español, bajo su escenario base serán necesarios otros 30.000 millones (el 2,8% del PIB) a partir de 2012 para cubrir pérdidas adicionales y mantener una sólida ratio de capitalización. Fitch consideró estos costes "manejables" y advirtió de que, en caso de que fueran significativamente superiores, podrían provocar rebajas adicionales.
Asimismo, la agencia explicó que la perspectiva negativa otorgada a la nota de España refleja los riesgos asociados a una mayor intensificación de la crisis financiera de la eurozona, así como a los retrasos en la consolidación fiscal y en menor medida a factores contingentes procedentes del sector financiero. "Una desviación material de los objetivos fiscales del Gobierno y el no lograr estabilizar la ratio de deuda pública a partir de 2013 añadiría presión negativa sobre la calificación", señaló la agencia.
"Como Fitch había advertido previamente, encontrar una solución creíble e integral a la crisis resulta política y técnicamente complejo y necesitará tiempo para aplicarse y ganarse la confianza de los inversores", apuntó la agencia, que advirtió de que "mientras tanto, la crisis ha afectado negativamente a la estabilidad financiera de la región". El Gobierno no tardó en reaccionar: señaló que "no comparte" los motivos que han provocado la reducción mientras fuentes del Ministerio de Economía señalaron que la decisión se basa en una previsión de crecimiento para el año 2012 del 0,5%, muy por debajo de las estimaciones del resto de organismos económicos.
La agencia hizo referencia a la "especial vulnerabilidad" de España a estas sacudidas exteriores, al tener en cuenta su todavía considerable déficit estructural, su elevado nivel de deuda neta externa y la fragilidad de la recuperación económica, así como el proceso de desapalancamiento. "La intensificación de la crisis de la zona euro ha sido identificada como negativa para el 'rating' de España", señala la agencia, puesto que la elevada volatilidad empeora las condiciones de financiación en los mercados de España, como constató la intervención del Eurosistema en los mercados secundarios.
"No obstante, la nota 'AA-' de España incorpora la opinión de Fitch de que como un solvente y sistemáticamente importante emisor soberano recibiría apoyo 'in extremis', ya sea por parte del BCE, y/o del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)", apuntó la calificadora de riesgos. En segundo lugar, Fitch precisó que el recorte de la califición soberana de España se explica por la ejecución presupuestaria registrada por algunos gobiernos regionales, lo que en su opinión, "representa un riesgo para la consolidación fiscal", y recuerda que ya el pasado mes de septiembre rebajó la nota de cinco comunidades autónomas españolas.
Reformas estructurales adicionales
Por otro lado, la agencia de calificación destacó que, pese a que el proceso de reequilibrio de la economía española está "bien avanzado, aún no se ha completado". Por ello, prevé que afectará notablemente al crecimiento de la economía a medio plazo. "A pesar de las importantes medidas ya adoptadas por el Gobierno, serán necesarias más reformas estructurales para mejorar más la competitividad y productividad de la economía", advirtió.
Además, Fitch auguró que el crecimiento anual de la economía española será inferior al 2% hasta 2015 y el desempleo se mantendrá elevado, aunque, sin embargo, confíó en que, pese a la "mediocre" recuperación prevista a medio plazo, el potencial de crecimiento de España superará a partir de 2015 a la media de la eurozona.
La calificadora subrayó que, a pesar del debilitamiento experimentado por el perfil crediticio de España, continúa considerando su solvencia como "segura" y destaca que, bajo su escenario base, la deuda pública alcanzará en 2013 un máximo del 72% del PIB, muy por debajo de la media de la zona euro (89%).
30.000 millones más para el sector financiero
Por otro lado, Fitch señaló que, aparte de los 17.300 millones de euros inyectados hasta ahora por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) en la reestructuración del sistema financiero español, bajo su escenario base serán necesarios otros 30.000 millones (el 2,8% del PIB) a partir de 2012 para cubrir pérdidas adicionales y mantener una sólida ratio de capitalización. Fitch consideró estos costes "manejables" y advirtió de que, en caso de que fueran significativamente superiores, podrían provocar rebajas adicionales.
Asimismo, la agencia explicó que la perspectiva negativa otorgada a la nota de España refleja los riesgos asociados a una mayor intensificación de la crisis financiera de la eurozona, así como a los retrasos en la consolidación fiscal y en menor medida a factores contingentes procedentes del sector financiero. "Una desviación material de los objetivos fiscales del Gobierno y el no lograr estabilizar la ratio de deuda pública a partir de 2013 añadiría presión negativa sobre la calificación", señaló la agencia.
Quien Quebró las Cajas???
Comisiones Obreras de Andalucía ha pedido la detención del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, al que imputa la responsabilidad de la crisis de las cajas de ahorros. Hasta ahí vamos bien, pero ni MAFO es el único responsable, ni su conducta se explica sobre la base de justificar los recortes sociales de que habla CCOO.
En todo lo que está ocurriendo con las cajas de ahorros el Banco de España tiene una responsabilidad clara. Desde que MAFO llegó al puesto de gobernador, el banco dejó de emitir circulares para reducir el crédito inmobiliario y los préstamos hipotecarios. Con Jaime Caruana al frente, el banco siguió esa política para frenar la burbuja inmobiliaria, deshincharla de forma progresiva y no traumática y evitar que los riesgos relacionados con los préstamos hipotecarios y a promotores acabaran con las cajas si subían los tipos de interés. Pero aparecer MAFO en el supervisor bancario y acabarse esta estrategia fue todo uno. El resultado es de sobra conocido: la burbuja siguió inflándose y en cuanto el BCE subió los tipos de interés, ésta estalló con las consecuencias nefastas en forma de crisis económica, aumento del paro, embargos de pisos y promociones y dificultades del sector financiero que todos conocemos bien.
Ahora bien, cuando se trata de imputar responsabilidades conviene tener presente dos cuestiones. En primer lugar, el Banco de España está sometido a las directrices del Gobierno en materia de supervisión financiera, a través del Ministerio de Economía. La cuestión por tanto es si el Departamento de Elena Salgado sabía lo que pasaba y lo consentía o si, directamente, había dado instrucciones al gobernador para que el crédito siguiera fluyendo hacia el sector del ladrillo, auténtico motor del crecimiento económico y del empleo en los años que precedieron a la crisis. Sea como fuere, el Gobierno también tiene su cuota de responsabilidad en todo ello. Los sindicatos, sin embargo, callan al respecto cuando deberían pedir al Ejecutivo cuentas de sus actuaciones en este sentido.
Claro que, en el fondo, ¿cómo pueden pedir los sindicatos a nadie cuentas por la crisis de las cajas de ahorros cuando ellos han participado y participan en sus órganos de gestión y control? Ellos, por tanto, también son responsables de todo cuanto está sucediendo y no pueden alegar que desconocían lo que sucedía en tal o cual entidad porque su obligación, como miembros de los órganos rectores de las cajas, era saberlo y denunciar todo lo que hubiera que denunciar. Por ello, culpar sólo a MAFO, que indudablemente es responsable, porque se atrevió a hablar de reforma laboral no es de recibo cuando los representantes sindicales en los consejos de las cajas se las comieron una detrás de otra
En todo lo que está ocurriendo con las cajas de ahorros el Banco de España tiene una responsabilidad clara. Desde que MAFO llegó al puesto de gobernador, el banco dejó de emitir circulares para reducir el crédito inmobiliario y los préstamos hipotecarios. Con Jaime Caruana al frente, el banco siguió esa política para frenar la burbuja inmobiliaria, deshincharla de forma progresiva y no traumática y evitar que los riesgos relacionados con los préstamos hipotecarios y a promotores acabaran con las cajas si subían los tipos de interés. Pero aparecer MAFO en el supervisor bancario y acabarse esta estrategia fue todo uno. El resultado es de sobra conocido: la burbuja siguió inflándose y en cuanto el BCE subió los tipos de interés, ésta estalló con las consecuencias nefastas en forma de crisis económica, aumento del paro, embargos de pisos y promociones y dificultades del sector financiero que todos conocemos bien.
Ahora bien, cuando se trata de imputar responsabilidades conviene tener presente dos cuestiones. En primer lugar, el Banco de España está sometido a las directrices del Gobierno en materia de supervisión financiera, a través del Ministerio de Economía. La cuestión por tanto es si el Departamento de Elena Salgado sabía lo que pasaba y lo consentía o si, directamente, había dado instrucciones al gobernador para que el crédito siguiera fluyendo hacia el sector del ladrillo, auténtico motor del crecimiento económico y del empleo en los años que precedieron a la crisis. Sea como fuere, el Gobierno también tiene su cuota de responsabilidad en todo ello. Los sindicatos, sin embargo, callan al respecto cuando deberían pedir al Ejecutivo cuentas de sus actuaciones en este sentido.
Claro que, en el fondo, ¿cómo pueden pedir los sindicatos a nadie cuentas por la crisis de las cajas de ahorros cuando ellos han participado y participan en sus órganos de gestión y control? Ellos, por tanto, también son responsables de todo cuanto está sucediendo y no pueden alegar que desconocían lo que sucedía en tal o cual entidad porque su obligación, como miembros de los órganos rectores de las cajas, era saberlo y denunciar todo lo que hubiera que denunciar. Por ello, culpar sólo a MAFO, que indudablemente es responsable, porque se atrevió a hablar de reforma laboral no es de recibo cuando los representantes sindicales en los consejos de las cajas se las comieron una detrás de otra
jueves, 6 de octubre de 2011
Lo Catalan es Español
"Lo que nosotros queremos es que todo español se acostumbre a dejar de considerar lo catalán como hostil; que lo considere como auténticamente español; que ya de una vez para siempre se sepa y se acepte que la manera que tenemos nosotros de ser españoles es conservándonos catalanes (...) que no nos desespañolizamos ni un ápice manteniéndonos muy catalanes; en fin, que la garantía de ser nosotros muy españoles consiste en ser muy catalanes. Porque lo contrario es ir contra la naturaleza. Y por lo tanto debe acostumbrarse la gente a considerar ese fenómeno del catalanismo no cómo un fenómeno antiespañol, sino como un fenómeno españolísimo."
martes, 4 de octubre de 2011
Nouriel Roubini: salgamos de la Crisis de la Zona Euro
La hoja de ruta para salir de la crisis en la zona euro es difícil pero no imposible de cumplir a juicio del polémico economista Nouriel Roubini, conocido por predecir la última crisis económica. Ésta pasa por una mayor integración económica y política, así como por la adopción de medidas para fomentar el crecimiento y la competitividad.
El problema es que ya vamos con retraso. “Puede hacerse, pero el momento de hacerlo no es ni hoy ni mañana. Era ayer”, insta este economista en un vídeo grabado recientemente en una conferencia celebrada en Sopot (Polonia).
Las diez recomendaciones son las siguientes:
1.- El BCE debe recortar los tipos para restaurar el crecimiento
2.- Hay que promover un euro más débil para restaurar la competitividad de la periferia de la zona euro.
3.- Dado que la periferia de la zona euro debe reforzar la austeridad fiscal, el resto de países liderados por Alemania debería posponerla a medio plazo y adoptar estímulos económicos en su lugar para fomentar el crecimiento de la zona euro.
4.- Apoyo de liquidez para los gobiernos que son solventes pero ilíquidos, como en el caso de Italia o España.
5.- Mecanismos para reducir ordenadamente la deuda de los países o bancos que son insolventes, como Grecia y potencialmente Portugal e Irlanda.
6.- Rápida recapitalización de los bancos europeos. De otro modo, la sequía de crédito empeorará. Si no hay aumento del crédito, no hay gasto y no hay crecimiento económico.
7.- Vías ordenadas que permitan la salida ordenada de los países de la zona euro.
8.-Austeridad fiscal a medio término.
9.- Reformas estructurales para mejorar la productividad, que fomenten la convergencia económica.
10.- Liderazgo político, coherencia y acuerdos entre los 17 países de la zona euro y los 27 de la UE, en busca de una mayor unión económica, financiera, fiscal y eventualmente política.
El problema es que ya vamos con retraso. “Puede hacerse, pero el momento de hacerlo no es ni hoy ni mañana. Era ayer”, insta este economista en un vídeo grabado recientemente en una conferencia celebrada en Sopot (Polonia).
Las diez recomendaciones son las siguientes:
1.- El BCE debe recortar los tipos para restaurar el crecimiento
2.- Hay que promover un euro más débil para restaurar la competitividad de la periferia de la zona euro.
3.- Dado que la periferia de la zona euro debe reforzar la austeridad fiscal, el resto de países liderados por Alemania debería posponerla a medio plazo y adoptar estímulos económicos en su lugar para fomentar el crecimiento de la zona euro.
4.- Apoyo de liquidez para los gobiernos que son solventes pero ilíquidos, como en el caso de Italia o España.
5.- Mecanismos para reducir ordenadamente la deuda de los países o bancos que son insolventes, como Grecia y potencialmente Portugal e Irlanda.
6.- Rápida recapitalización de los bancos europeos. De otro modo, la sequía de crédito empeorará. Si no hay aumento del crédito, no hay gasto y no hay crecimiento económico.
7.- Vías ordenadas que permitan la salida ordenada de los países de la zona euro.
8.-Austeridad fiscal a medio término.
9.- Reformas estructurales para mejorar la productividad, que fomenten la convergencia económica.
10.- Liderazgo político, coherencia y acuerdos entre los 17 países de la zona euro y los 27 de la UE, en busca de una mayor unión económica, financiera, fiscal y eventualmente política.
domingo, 2 de octubre de 2011
Las amargas lágrimas de ZP, de Victoria Prego en El Mundo
Las amargas lágrimas de ZP, de Victoria Prego en El Mundo
PREGUERÍAS
La que parece haber sido la penúltima intervención pública del aún presidente del Gobierno ante los suyos tuvo el viernes un algo de dramático y un mucho de sentimental: «Todo lo que he hecho ha sido para evitar que España tuviera que pedir ayuda porque si eso ocurriera nos hundiría por mucho tiempo»; «he hecho todos los esfuerzos que estaban en mi mano para proteger al 80% de los desempleados»; «gracias por haber comprendido y apoyado solidariamente todas las decisiones que he tomado». Y así.
No es que el presidente defendiera su gestión como la más eficaz para luchar contra los problemas, no. Es que José Luis Rodríguez Zapatero enseñó sus llagas para que los militantes y todos los ciudadanos sepamos cuánto se ha esforzado y sufrido y cómo, precisamente por su mucho sufrimiento, deberíamos apoyarle, comprenderle y valorarlo.
Este comportamiento es, precisamente, el argumento central de Lágrimas socialdemócratas de Santiago González, una obra que acaba de llegar a las librerías y en la que el colaborador de EL MUNDO disecciona frase a frase el comportamiento del todavía líder del PSOE y su convicción de que la exhibición del côté sentimental de su gestión es suficiente por sí misma para justificarla.
Una buena dosis de eso hubo el viernes pero el libro de Santiago González va mucho más allá. Porque no reduce a la persona de José Luis Rodríguez Zapatero esa curiosa característica que, al fin y al cabo, busca despojar a la acción política de su obligada carga de responsabilidad en lo tocante a los resultados obtenidos. Lágrimas socialdemócratas extiende esa tendencia a todos los miembros de los sucesivos gobiernos de Zapatero y a la mayoría de los que participan de una ideología que tiene la costumbre de moldear la realidad según sus conveniencias ideológicas.
Santiago González no teoriza: expone. Su libro es una sucesión apabullante de citas literales, no sólo de Zapatero, también de muchos de sus colaboradores, con fecha y ubicación a pie de página de lo citado, en torno a las cuales el autor se permite algunas reflexiones nunca insultantes pero siempre irónicas y, por eso mismo, demoledoras. A veces ni siquiera eso: le basta con dejar las frases desnudas frente al lector para que éste calibre libremente y sin guía la hondura de lo que tiene ante los ojos.
González se pasea por los casi ocho años de gestión del presidente del Gobierno escrutando la teorización ideológica con la que los responsables políticos del PSOE, especialmente su líder, han tratado de apuntalar sus decisiones. Y ese recorrido se convierte en un tiovivo en el que a veces salta la carcajada, pero con mucha mayor frecuencia lo que salta es el estupor, cuando no la desolación.
Aquí están todas las frases que han hecho Historia, como aquella de «las palabras han de estar al servicio de la política y no la política al servicio de las palabras», una afirmación de Zapatero que Santiago González califica como «el lema señorial» que ha presidido estas dos últimas legislaturas.
A partir de ahí, se lanza el autor a definir las claves de un comportamiento político que consiste en cambiar de posición cada vez que los hechos lo requieren pero sosteniendo sin inmutarse que se sigue en el mismo lugar; en decir lo contrario de lo que se decía mientras se apela con toda la fuerza de la emoción a las «convicciones profundas» que en todos los casos han inspirado los cambios que, sin embargo, se presentan como resultado de una rigurosa continuidad del pensamiento y de los sentimientos. «Contradecir las palabras de hoy con los hechos de mañana y tratar de redimirlo todo con una exhibición de los propios sentimientos. Eso, si se tienen. Y, si no, en la afirmación de la propia superioridad moral de la izquierda», explica González.
Este no es, insisto, un libro teórico. Es la crónica de los hechos iluminada con los potentísimos focos de la hemeroteca. Y ese disciplinado ejercicio es el que deja al lector con la muy amarga sensación de que hemos estado navegando al pairo capitaneados por un hombre que no llevaba hoja de ruta y que, horror, estaba convencido de que no la necesitaba porque él se bastaba y sobraba con sus grandes dotes personales para conducir al país. Pero el reproche que Lágrimas socialdemócratas hace a Zapatero se extiende sin dudar a todo su partido, que lo secundó a ciegas. Por eso, dice el autor, lo que Zapatero «deja tras de sí es un yermo porque no hubo la menor resistencia a tanto disparate».
En este libro, producto de un trabajo minuciosísimo de seguimiento de los hechos y búsqueda de sus huellas a lo largo del tiempo, Santiago González se detiene en desmenuzar lo que, en su opinión, compartida por una parte muy importante de la ciudadanía española, son los tres grandes proyectos de Zapatero durante la primera legislatura, que fueron también sus tres grandes fracasos: el proyecto de recuperación de la memoria histórica, en la que pretendió cerrar una herida que no estaba abierta pero que él reabrió; la reforma del mapa autonómico que se inició con la aprobación del Estatuto de Cataluña sin contar con el principal partido de la oposición -es decir, con casi la mitad de los españoles con derecho a voto-; y el proceso de negociación con ETA. El gran fracaso de la segunda legislatura estuvo en su incapacidad para reconocer los signos de la crisis económica y en no afrontar los hechos a tiempo y con valentía. Cada uno de esos capítulos y sus consecuencias en la sociedad española son abordados en este libro a base de exhumar datos, declaraciones y compromisos públicos y compararlos luego con los resultados finales.
Todo ello se completa con una aproximación descarnada y libre de servidumbres a los dogmas que los militantes de izquierdas cultivan con fervor cuasi religioso y contra los que rebotan elásticamente los hechos que puedan poner esos dogmas en cuestión, por contundentes que los hechos sean.
El libro de Santiago González se abre con un relato de su propia biografía política: la peripecia intelectual e, inevitablemente, sentimental, de un hombre que proviene de las filas de la izquierda comunista, transitó luego por los aledaños de la socialdemocracia y se ha instalado hoy en la higiénica desnudez ideológica para hacerse acompañar de la desconfianza crítica -que no hostil- con la que examina la realidad sin más muletas que los ojos para ver, los oídos para escuchar, la neuronas para reflexionar y los archivos para descubrir e iluminar el auténtico sentido y valor de los hechos vividos.
Que nadie busque en Lágrimas socialdemócratas pretensión alguna de venganza. Que se prepare el lector, eso sí, para compartir un estupor infinito ante la apabullante acción de la nada vestida de verdad cambiante pero siempre incontestable. Y el vértigo.
victoria.prego@elmundo.es
PREGUERÍAS
La que parece haber sido la penúltima intervención pública del aún presidente del Gobierno ante los suyos tuvo el viernes un algo de dramático y un mucho de sentimental: «Todo lo que he hecho ha sido para evitar que España tuviera que pedir ayuda porque si eso ocurriera nos hundiría por mucho tiempo»; «he hecho todos los esfuerzos que estaban en mi mano para proteger al 80% de los desempleados»; «gracias por haber comprendido y apoyado solidariamente todas las decisiones que he tomado». Y así.
No es que el presidente defendiera su gestión como la más eficaz para luchar contra los problemas, no. Es que José Luis Rodríguez Zapatero enseñó sus llagas para que los militantes y todos los ciudadanos sepamos cuánto se ha esforzado y sufrido y cómo, precisamente por su mucho sufrimiento, deberíamos apoyarle, comprenderle y valorarlo.
Este comportamiento es, precisamente, el argumento central de Lágrimas socialdemócratas de Santiago González, una obra que acaba de llegar a las librerías y en la que el colaborador de EL MUNDO disecciona frase a frase el comportamiento del todavía líder del PSOE y su convicción de que la exhibición del côté sentimental de su gestión es suficiente por sí misma para justificarla.
Una buena dosis de eso hubo el viernes pero el libro de Santiago González va mucho más allá. Porque no reduce a la persona de José Luis Rodríguez Zapatero esa curiosa característica que, al fin y al cabo, busca despojar a la acción política de su obligada carga de responsabilidad en lo tocante a los resultados obtenidos. Lágrimas socialdemócratas extiende esa tendencia a todos los miembros de los sucesivos gobiernos de Zapatero y a la mayoría de los que participan de una ideología que tiene la costumbre de moldear la realidad según sus conveniencias ideológicas.
Santiago González no teoriza: expone. Su libro es una sucesión apabullante de citas literales, no sólo de Zapatero, también de muchos de sus colaboradores, con fecha y ubicación a pie de página de lo citado, en torno a las cuales el autor se permite algunas reflexiones nunca insultantes pero siempre irónicas y, por eso mismo, demoledoras. A veces ni siquiera eso: le basta con dejar las frases desnudas frente al lector para que éste calibre libremente y sin guía la hondura de lo que tiene ante los ojos.
González se pasea por los casi ocho años de gestión del presidente del Gobierno escrutando la teorización ideológica con la que los responsables políticos del PSOE, especialmente su líder, han tratado de apuntalar sus decisiones. Y ese recorrido se convierte en un tiovivo en el que a veces salta la carcajada, pero con mucha mayor frecuencia lo que salta es el estupor, cuando no la desolación.
Aquí están todas las frases que han hecho Historia, como aquella de «las palabras han de estar al servicio de la política y no la política al servicio de las palabras», una afirmación de Zapatero que Santiago González califica como «el lema señorial» que ha presidido estas dos últimas legislaturas.
A partir de ahí, se lanza el autor a definir las claves de un comportamiento político que consiste en cambiar de posición cada vez que los hechos lo requieren pero sosteniendo sin inmutarse que se sigue en el mismo lugar; en decir lo contrario de lo que se decía mientras se apela con toda la fuerza de la emoción a las «convicciones profundas» que en todos los casos han inspirado los cambios que, sin embargo, se presentan como resultado de una rigurosa continuidad del pensamiento y de los sentimientos. «Contradecir las palabras de hoy con los hechos de mañana y tratar de redimirlo todo con una exhibición de los propios sentimientos. Eso, si se tienen. Y, si no, en la afirmación de la propia superioridad moral de la izquierda», explica González.
Este no es, insisto, un libro teórico. Es la crónica de los hechos iluminada con los potentísimos focos de la hemeroteca. Y ese disciplinado ejercicio es el que deja al lector con la muy amarga sensación de que hemos estado navegando al pairo capitaneados por un hombre que no llevaba hoja de ruta y que, horror, estaba convencido de que no la necesitaba porque él se bastaba y sobraba con sus grandes dotes personales para conducir al país. Pero el reproche que Lágrimas socialdemócratas hace a Zapatero se extiende sin dudar a todo su partido, que lo secundó a ciegas. Por eso, dice el autor, lo que Zapatero «deja tras de sí es un yermo porque no hubo la menor resistencia a tanto disparate».
En este libro, producto de un trabajo minuciosísimo de seguimiento de los hechos y búsqueda de sus huellas a lo largo del tiempo, Santiago González se detiene en desmenuzar lo que, en su opinión, compartida por una parte muy importante de la ciudadanía española, son los tres grandes proyectos de Zapatero durante la primera legislatura, que fueron también sus tres grandes fracasos: el proyecto de recuperación de la memoria histórica, en la que pretendió cerrar una herida que no estaba abierta pero que él reabrió; la reforma del mapa autonómico que se inició con la aprobación del Estatuto de Cataluña sin contar con el principal partido de la oposición -es decir, con casi la mitad de los españoles con derecho a voto-; y el proceso de negociación con ETA. El gran fracaso de la segunda legislatura estuvo en su incapacidad para reconocer los signos de la crisis económica y en no afrontar los hechos a tiempo y con valentía. Cada uno de esos capítulos y sus consecuencias en la sociedad española son abordados en este libro a base de exhumar datos, declaraciones y compromisos públicos y compararlos luego con los resultados finales.
Todo ello se completa con una aproximación descarnada y libre de servidumbres a los dogmas que los militantes de izquierdas cultivan con fervor cuasi religioso y contra los que rebotan elásticamente los hechos que puedan poner esos dogmas en cuestión, por contundentes que los hechos sean.
El libro de Santiago González se abre con un relato de su propia biografía política: la peripecia intelectual e, inevitablemente, sentimental, de un hombre que proviene de las filas de la izquierda comunista, transitó luego por los aledaños de la socialdemocracia y se ha instalado hoy en la higiénica desnudez ideológica para hacerse acompañar de la desconfianza crítica -que no hostil- con la que examina la realidad sin más muletas que los ojos para ver, los oídos para escuchar, la neuronas para reflexionar y los archivos para descubrir e iluminar el auténtico sentido y valor de los hechos vividos.
Que nadie busque en Lágrimas socialdemócratas pretensión alguna de venganza. Que se prepare el lector, eso sí, para compartir un estupor infinito ante la apabullante acción de la nada vestida de verdad cambiante pero siempre incontestable. Y el vértigo.
victoria.prego@elmundo.es
sábado, 1 de octubre de 2011
CATALUÑA NIEGA DINERO A LOS ANCIANOS Y LO DESPILFARRA EN LAS EMBAJADAS
CATALUÑA NIEGA DINERO A LOS ANCIANOS Y LO DESPILFARRA EN LAS EMBAJADAS
Luis María ANSON
Arturo Mas se colmaría de autoridad si, en lugar de sustraer la paga extraordinaria a médicos y enfermeras o suspender las retribuciones en favor de ancianos y discapacitados, metiera la tijera a los despilfarros de Carod Rovira que se inventó 6 embajadas y 35 delegaciones fuera de España para colocar en ellas a sus parientes y amiguetes. La mayoría no sirven para nada salvo para el derroche de unos fondos que el Gobierno de la Generalidad precisa en atender necesidades reales.
Si además de poner coto al desenfreno en el exterior, Arturo Mas reduce los 500 millones que dilapida en los medios de comunicación y los cerca de 200 en la inmersión lingüística, la Generalidad saldrá de apuros. Por otra parte existen varias partidas nacidas del aldeanismo político y que están destinadas a financiar organismos duplicados con la Administración central como al Defensor del Pueblo, la sindicatura de cuentas o los Consejos Comarcales donde al tripartito enchufó a centenares de pariente y paniaguados.
¿Para qué han servido, en fin, los 31 millones de euros que el Gobierno catalán destinó en 2007 a pagar 1.583 informes, algunos fronterizos con lo grotesco. Pues está claro: para meter dinero en los bolsillos de amiguetes especialmente favorecidos. La estupefacción del pueblo catalán crece día a día. Una clase política voraz despilfarra los recursos públicos y cuando llega la hora de los recortes se dedica a lesionar a quienes más debería respetar
Luis María ANSON
de la Real Academia Española
Luis María ANSON
Arturo Mas se colmaría de autoridad si, en lugar de sustraer la paga extraordinaria a médicos y enfermeras o suspender las retribuciones en favor de ancianos y discapacitados, metiera la tijera a los despilfarros de Carod Rovira que se inventó 6 embajadas y 35 delegaciones fuera de España para colocar en ellas a sus parientes y amiguetes. La mayoría no sirven para nada salvo para el derroche de unos fondos que el Gobierno de la Generalidad precisa en atender necesidades reales.
Si además de poner coto al desenfreno en el exterior, Arturo Mas reduce los 500 millones que dilapida en los medios de comunicación y los cerca de 200 en la inmersión lingüística, la Generalidad saldrá de apuros. Por otra parte existen varias partidas nacidas del aldeanismo político y que están destinadas a financiar organismos duplicados con la Administración central como al Defensor del Pueblo, la sindicatura de cuentas o los Consejos Comarcales donde al tripartito enchufó a centenares de pariente y paniaguados.
¿Para qué han servido, en fin, los 31 millones de euros que el Gobierno catalán destinó en 2007 a pagar 1.583 informes, algunos fronterizos con lo grotesco. Pues está claro: para meter dinero en los bolsillos de amiguetes especialmente favorecidos. La estupefacción del pueblo catalán crece día a día. Una clase política voraz despilfarra los recursos públicos y cuando llega la hora de los recortes se dedica a lesionar a quienes más debería respetar
Luis María ANSON
de la Real Academia Española
España debe el 400% del PIB
INFORME DE DEUTSCHE BANK
España lidera el "mapa de riesgo" con una deuda total del 400% del PIB
El banco alemán aclara que España es uno de los países desarrollados con "mayor riesgo", a la altura de Grecia, Irlanda y Portugal.
Cursos especializados y programas de formación
2011-10-01ImprimirEnviarCorregirComentar
TONI MASCARÓ1
En un entorno mundial en el que algunos bancos ven caer la cotización de sus acciones en más de un 30% y va aumentando la preocupación por los posibles efectos sobre el sistema bancario europeo de alguna quiebra soberana, el banco germano Deutsche Bank (DB) ha realizado un informe que contiene "un mapa de riesgo y pruebas de esfuerzo para ver la resistencia de las carteras de crédito dentro de los sistemas bancarios de diferentes países y los bancos individuales dentro de ellos".
Desapalancamiento privado y gasto público
Desde el inicio de la crisis bancaria de 2008/09 y la consiguiente recesión, ha habido dos tendencias principales en la banca y el crédito. Por un lado, "el crédito del sector privado ha decelerado y en algunos casos se ha contraído en muchas de las economías desarrolladas más endeudadas a medida que los particulares y las empresas se han desapalancado y los prestamistas han elevado los criterios de crédito".
Mientras esto sucedía, también desde 2008, ha ido aumentando la deuda de los gobiernos de casi todas las economías desarrolladas. El principal motivo han sido "los ingresos fiscales mucho menos de lo esperado y, en algunos países, el coste de rescatar y recapitalizar los sistemas bancarios".
De esta forma, el aumento de la deuda del sector público ha cancelado con creces el desapalancamiento del sector privado. Tanto es así, afirma DB, que la suma de "la deuda pública y privada sobre el PIB ha aumentado en todos los países que nosotros seguimos aquí desde 2008, con los incrementos menores en EEUU y Suecia".
Aunque este estudio cifra la suma de la deuda privada y pública española en el 247% del PIB, otro informe, también del Deutsche Bank, eleva el porcentaje total al 397% -la cifra varía según la metodología empleada, una es deuda neta y otra bruta-, desglosándolo en 68% de deuda pública, 86% de particulares, 139% de empresas no financieras y 103% del sector financiero.
"Mapa de riesgo"
Para la confección del "mapa de riesgo" se han evaluado nueve factores macroeconómicos sobre una escala de 1 a 5, siendo 5 el riesgo máximo. Por lo tanto, un país podría tener como mucho un riesgo de 45 y como mínimo de 9. Las magnitudes, en concreto, son la flexibilidad del tipo de cambio, el nivel de los tipos de interés, la posición de la cuenta corriente, el nivel de paro, el mix de crédito, el vencimiento de ciclo, la variación porcentual de crédito sobre el PIB, así como el propio porcentaje de crédito sobre el PIB y, finalmente, la desregulación del crédito.
De entre los países evaluados, destacan Japón, Australia, Suecia e Israel por su bajo riesgo. En el extremo opuesto, Grecia, Irlanda, Portugal y España alcanzan los niveles de riesgo más elevados. Países como Estados Unidos y Reino Unido, junto a Hong Kong, se mantienen cercanos a la media.
España sólo obtiene buena nota en desregulación del crédito (1), ya que no ha habido cambios recientes en este sentido, y nivel de tipos de interés (2). La posición por cuenta corriente merece un 4. Lo mismo que la variación porcentual del crédito respecto al PIB, porque "creció mucho durante la última década y el esfuerzo de desapalancamiento todavía no es muy importante", destaca la entidad.
Y donde peor se sitúa es en porcentaje de crédito sobre PIB, "el nivel de desempleo más alto de Europa" y la flexibilidad del tipo de cambio, tres magnitudes en las que DB otorga a España una nota de 5, el nivel máximo de riesgo. En concreto, sobre la elevada tasa de paro estima que "es previsible que permanezca así durante algún tiempo. Además, una parte importante de la población se está quedando sin subsidio de desempleo y las medidas adicionales de austeridad pueden añadirse a las actuales tensiones económicas."
De este modo, en total, España obtiene un total de 32 puntos, casi empatando con el 33 de Grecia, Irlanda y Portugal.
Pruebas de esfuerzo
En cuanto a los bancos españoles, el informe se centra en seis: Santander, BBVA, Popular, Sabadell, Banesto y Bankinter. Menciona favorablemente el estudio, entre otros factores, las provisiones que estos bancos fueron acumulando durante los siete primeros años de la década pasada, el hecho de que no recibieron apoyo de capital público y que "todos consiguieron seguir dando beneficios y permanecer solventes desde el inicio de la crisis". En el caso de los dos primeros, menciona además, la diversificación de ingresos.
Sin embargo, por los malos datos macroeconómicos arriba mencionados, el riesgo para los bancos españoles es elevado. Incluso suponiendo un "crecimiento económico español modesto pero sostenido y previendo la resolución de los asuntos soberanos de la UE, en Italia y España nosotros prevemos que la pérdida de crédito siga alta hasta mediados o finales de 2012, momento en que esperamos los primeros signos claros de normalización".
La prueba de esfuerzo que realiza Deutsche Bank plantea un escenario de dos años de recesión y considera que los "dos mejor situados sobre esta base son el Santander y el BBVA, que seguirían ambos obteniendo beneficios", observando que ambos "obtienen más de la mitad de sus beneficios fuera de Europa, principalmente América Latina".
En cuanto a la calidad de crédito, considera que, si bien, en los próximos meses algunos de los créditos, principalmente en el sector inmobiliario, no podrán cobrarse finalmente, lo peor en este sector ya ha pasado. Influye en este sentido la mala situación del paro arriba mencionada.
Aunque, si bien las provisiones eran elevadas en un principio, "y dejando de un lado cualquier cambio potencial por parte del Banco de España en cuanto a los requisitos de provisiones, el hecho de que el stock genérico de provisiones esté menguando en la mayoría de bancos, el coste del riesgo debería mantenerse en niveles razonablemente exigentes en 2011 y 2012".
España lidera el "mapa de riesgo" con una deuda total del 400% del PIB
El banco alemán aclara que España es uno de los países desarrollados con "mayor riesgo", a la altura de Grecia, Irlanda y Portugal.
Cursos especializados y programas de formación
2011-10-01ImprimirEnviarCorregirComentar
TONI MASCARÓ1
En un entorno mundial en el que algunos bancos ven caer la cotización de sus acciones en más de un 30% y va aumentando la preocupación por los posibles efectos sobre el sistema bancario europeo de alguna quiebra soberana, el banco germano Deutsche Bank (DB) ha realizado un informe que contiene "un mapa de riesgo y pruebas de esfuerzo para ver la resistencia de las carteras de crédito dentro de los sistemas bancarios de diferentes países y los bancos individuales dentro de ellos".
Desapalancamiento privado y gasto público
Desde el inicio de la crisis bancaria de 2008/09 y la consiguiente recesión, ha habido dos tendencias principales en la banca y el crédito. Por un lado, "el crédito del sector privado ha decelerado y en algunos casos se ha contraído en muchas de las economías desarrolladas más endeudadas a medida que los particulares y las empresas se han desapalancado y los prestamistas han elevado los criterios de crédito".
Mientras esto sucedía, también desde 2008, ha ido aumentando la deuda de los gobiernos de casi todas las economías desarrolladas. El principal motivo han sido "los ingresos fiscales mucho menos de lo esperado y, en algunos países, el coste de rescatar y recapitalizar los sistemas bancarios".
De esta forma, el aumento de la deuda del sector público ha cancelado con creces el desapalancamiento del sector privado. Tanto es así, afirma DB, que la suma de "la deuda pública y privada sobre el PIB ha aumentado en todos los países que nosotros seguimos aquí desde 2008, con los incrementos menores en EEUU y Suecia".
Aunque este estudio cifra la suma de la deuda privada y pública española en el 247% del PIB, otro informe, también del Deutsche Bank, eleva el porcentaje total al 397% -la cifra varía según la metodología empleada, una es deuda neta y otra bruta-, desglosándolo en 68% de deuda pública, 86% de particulares, 139% de empresas no financieras y 103% del sector financiero.
"Mapa de riesgo"
Para la confección del "mapa de riesgo" se han evaluado nueve factores macroeconómicos sobre una escala de 1 a 5, siendo 5 el riesgo máximo. Por lo tanto, un país podría tener como mucho un riesgo de 45 y como mínimo de 9. Las magnitudes, en concreto, son la flexibilidad del tipo de cambio, el nivel de los tipos de interés, la posición de la cuenta corriente, el nivel de paro, el mix de crédito, el vencimiento de ciclo, la variación porcentual de crédito sobre el PIB, así como el propio porcentaje de crédito sobre el PIB y, finalmente, la desregulación del crédito.
De entre los países evaluados, destacan Japón, Australia, Suecia e Israel por su bajo riesgo. En el extremo opuesto, Grecia, Irlanda, Portugal y España alcanzan los niveles de riesgo más elevados. Países como Estados Unidos y Reino Unido, junto a Hong Kong, se mantienen cercanos a la media.
España sólo obtiene buena nota en desregulación del crédito (1), ya que no ha habido cambios recientes en este sentido, y nivel de tipos de interés (2). La posición por cuenta corriente merece un 4. Lo mismo que la variación porcentual del crédito respecto al PIB, porque "creció mucho durante la última década y el esfuerzo de desapalancamiento todavía no es muy importante", destaca la entidad.
Y donde peor se sitúa es en porcentaje de crédito sobre PIB, "el nivel de desempleo más alto de Europa" y la flexibilidad del tipo de cambio, tres magnitudes en las que DB otorga a España una nota de 5, el nivel máximo de riesgo. En concreto, sobre la elevada tasa de paro estima que "es previsible que permanezca así durante algún tiempo. Además, una parte importante de la población se está quedando sin subsidio de desempleo y las medidas adicionales de austeridad pueden añadirse a las actuales tensiones económicas."
De este modo, en total, España obtiene un total de 32 puntos, casi empatando con el 33 de Grecia, Irlanda y Portugal.
Pruebas de esfuerzo
En cuanto a los bancos españoles, el informe se centra en seis: Santander, BBVA, Popular, Sabadell, Banesto y Bankinter. Menciona favorablemente el estudio, entre otros factores, las provisiones que estos bancos fueron acumulando durante los siete primeros años de la década pasada, el hecho de que no recibieron apoyo de capital público y que "todos consiguieron seguir dando beneficios y permanecer solventes desde el inicio de la crisis". En el caso de los dos primeros, menciona además, la diversificación de ingresos.
Sin embargo, por los malos datos macroeconómicos arriba mencionados, el riesgo para los bancos españoles es elevado. Incluso suponiendo un "crecimiento económico español modesto pero sostenido y previendo la resolución de los asuntos soberanos de la UE, en Italia y España nosotros prevemos que la pérdida de crédito siga alta hasta mediados o finales de 2012, momento en que esperamos los primeros signos claros de normalización".
La prueba de esfuerzo que realiza Deutsche Bank plantea un escenario de dos años de recesión y considera que los "dos mejor situados sobre esta base son el Santander y el BBVA, que seguirían ambos obteniendo beneficios", observando que ambos "obtienen más de la mitad de sus beneficios fuera de Europa, principalmente América Latina".
En cuanto a la calidad de crédito, considera que, si bien, en los próximos meses algunos de los créditos, principalmente en el sector inmobiliario, no podrán cobrarse finalmente, lo peor en este sector ya ha pasado. Influye en este sentido la mala situación del paro arriba mencionada.
Aunque, si bien las provisiones eran elevadas en un principio, "y dejando de un lado cualquier cambio potencial por parte del Banco de España en cuanto a los requisitos de provisiones, el hecho de que el stock genérico de provisiones esté menguando en la mayoría de bancos, el coste del riesgo debería mantenerse en niveles razonablemente exigentes en 2011 y 2012".
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