. Muchas instituciones
habían surgido, para los escoceses, después de un largo proceso
evolutivo dentro del cual las acciones deliberadas y específicas
de los hombres habían arrojado resultados contrarios
a la intención de sus iniciadores. Estos resultados eran lo
que Adam Ferguson consideraba como la consecuencia de
acciones humanas pero no de un designio humano ("The result
of human action but not of human design"). Este importante
descubrimiento iluminó el campo de las consecuencias
no queridas de las acciones humanas, y estableció el punto
de partida para la curiosidad intelectual que permitió el surgimiento
de las ciencias sociales modernas.2
Toda indagación científica fértil comienza con una actitud
de sorpresa por parte del espectador. Esta inquietud del
espíritu humano se ve, muchas veces, favorecida por las características
del escenario en el que le ha tocado actuar. La
dres, 1978. Para un análisis polémico del tema especifico puede consultarse
N. Barry, "The Tradition of Spontaneous Order" en Literature of
Liberty, V. 2, Calif., 1982. En español cfr. Ezequiel Gallo, "La tradición
del orden social espontáneo: Adam Ferguson, David Hume y Adam
Smith", Libertas, N° 6, IV, Buenos Aires, 1987. Existen dos trabajos sobre
Adam Smith que tocan el tema: Alfredo Irigoin, "La vigencia de
Adam Smith", y Támara Avetikian, "Selección de escritos de Adam
Smith" (ambos en Estudios Públicos, N° 26, Santiago de Chile, 1987).
Un par de citas de Adam Smith que se incorporan en este texto aparecen,
también, en la selección de Avetikian. Su repetición se hace imprescindible
porque son centrales para el tema aquí analizado.
2 Estos temas han sido muy bien tratados por F. A. Hayek en su Law. Legislation
and Liberty, i. capítulos 1 y 2, Londres, 1973.
LA ILUSTRACIÓN ESCOCESA 275
Escocia de comienzos del siglo XVIII desplegaba frente al espectador
inquieto un paisaje de contrastes tan nítidos como
llamativos. En sus tierras bajas (lowlands) comenzaban a
emerger los primeros signos de esa gran revolución comercial
e industrial que conmovió los cimientos del mundo en
los siglos venideros. En esa región todo era febril actividad,
multiplicación de empresas y de empleos, contactos con los
puntos más alejados de la Tierra y un bullicio que reflejaba
expectativas cada vez más optimistas. En las tierras bajas el
espectáculo de la creación de la riqueza golpeaba incesantemente
a las mentes más alertas de la época. No había que recorrer
mucho trecho en aquella Escocia para toparse con un
mundo diametralmente opuesto. Las tierras altas (highlands)
ofrecían una geografía tan atractiva como áspera,
marco adecuado para ese mundo viril y altivo de los clanes,
mundo aislado, pobre e impotente para contribuir a la multiplicación
de la especie. Un abismo separaba a ambas regiones,
el contraste entre riqueza y pobreza, entre progreso y
estancamiento. Contraste que no reflejaba solamente una realidad
contemporánea de fácil comprobación, reflejaba además
y en miniatura la historia de una humanidad que sólo
por breves períodos, y en espacios restringidos, había conocido
el bullicio de las tierras bajas. Un mundo, en suma, que
casi siempre había tambaleado, si no retrocedido, en sus intentos
de posibilitar la supervivencia y crecimiento de sus
habitantes. Eran siglos y no sólo kilómetros los que separaban
a las tierras bajas de las altas. Frente a esta situación es
que surgieron las preguntas que se dedican a contestar los
autores escoceses. Primero, ¿cuáles son los pasos y los mecanismos
institucionales por medio de los cuales los hombres
van abandonando la rústica sociedad anterior y se van
integrando en las complejidades de la nueva sociedad? En
segundo lugar, ¿cómo se puede hacer para que ese tránsito
no se frustre permanentemente y siga avanzando sobre bases
sólidas?3
Una buena pregunta puede no llevar a una buena respuesta
si las premisas sobre las que se basa no son realistas.
En los estudios humanos la alternativa más rentable es
comenzar por un análisis riguroso de las características,
motivaciones y propensiones de los únicos seres con existencia.
3 Un buen esbozo de este problema puede verse en la excelente introducción
de Duncan Forbes al "Essay" de Ferguson (Edinburgh, 1966).
276 ESTUDIOS PÚBLICOS
real, que son los individuos que componen la sociedad. Sólo
luego de establecida esta premisa puede iniciarse el estudio
de las distintas combinaciones que resultan de las muchas y
transitorias interacciones que tienen lugar entre esos individuos.4
Los textos de nuestros tres autores han sido agrupados
de acuerdo con criterios que permitan delimitar los distintos
temas en la forma más sistemática posible. No han podido
evitarse algunas superposiciones, porque ellas están contenidas
en el estilo literario que caracterizaba la época. En una
primera sección, hemos agrupado reflexiones de los tres
autores referidas a algunas de las características básicas de
la naturaleza humana. Hemos incluido, especialmente, el
tema "egoísmo-benevolencia", porque ha dado lugar a infinidad
de interpretaciones erróneas. De los textos surge claro
que estaba lejos de nuestros autores el considerar a los seres
humanos como fundamentalmente egoístas. Por el contrario,
lo típico del hombre es la yuxtaposición de sentimientos
diferentes, yuxtaposición en que las tendencias benévolas juegan
un papel central en el establecimiento de relaciones sociales
fructíferas. En esta sección se incluyen textos sobre
otra institución escocesa, la de la capacidad inescapablemente
limitada de la mente humana. Este tema fue solamente intuido
por los escoceses; un desarrollo más sistemático del
mismo sólo tendría lugar en épocas más recientes.5
El segundo capítulo está directamente referido a la teoría
evolucionista de los escoceses. En este capítulo queda explícita
la posición escocesa en los siguientes temas: a) la evolución
de las instituciones humanas es en la gran mayoría
de los casos producto de desarrollos espontáneos que dieron
lugar, muchas veces, a consecuencias impensadas o no queridas
por quienes emprendieron las acciones originales; b)
esta evolución es observable no solamente en el caso de las
instituciones políticas, sociales, jurídicas y económicas, sino
también en otras instancias. El ejemplo del lenguaje es más
que elocuente en este sentido; c) estos desarrollos han tenido
4 Esta posición analítica es conocida hoy con el nombre de individualismo
metodológico y sus principales expositores contemporáneos son
Popper, Hayek y Watkins. Para el debate alrededor de este tema véase
la selección de textos en John O'Neill, Modes of Individualism and
Collectivism, Londres, 1973.
5 Cfr. el artículo clásico de F. A. Hayek , "The Use of Knowledge in Society",
en Individualism and Economic Order, Chicago, 1948. Ver también
Thomas Sowell, Knowledge and Decisions, New York, 1980.
LA ILUSTRACIÓN ESCOCESA 277
en general un signo ascendente positivo, pero los autores escoceses
no excluyen la posibilidad de retrocesos dolorosos y
traumáticos; d) la evolución es básicamente natural en cuanto
se apoya en los ingredientes que componen la naturaleza
humana. Necesita, sin embargo, de artificios que posibiliten
limitar la incidencia de aquellos elementos de la naturaleza
humana que conspiran contra el progreso de la especie. De
ahí la importancia de algunas instituciones, como la propiedad
privada, que cumplen la función de equilibrar las distintas,
y siempre encontradas, pasiones humanas.
La mención de la propiedad nos lleva al tercer grupo de
citas. En él se analizan dos temas. El primero se refiere a las
características que deben tener las instituciones sociales para
hacer posible el progreso ordenado de la especie. El principio
de gobierno limitado, de división de poderes, de respeto a
la propiedad y el cumplimiento de los contratos aparecen así
como los cimientos indispensables de toda comunidad progresista
y civilizada. El otro tema que preocupó a nuestros
autores es el de las características del proceso por el cual se
arriba a las instituciones deseadas. De las citas transcriptas
surge claramente la estrecha relación existente entre la teoría
evolutiva de los escoceses y la preferencia por una actitud
cautelosa y gradualista en el campo político. Nuestros tres
autores preceden en este caso los análisis históricos más específicos
de Burke y de De Tocqueville y sientan, de esa manera,
el punto de partida de una actitud conservadora dentro
de la tradición liberal clásica.6
No podía ser de otra manera. El orden institucional era
visto, entonces, como el más adecuado al carácter complejo,
y a veces contradictorio, de la naturaleza humana. El camino
hacia su realización debía estar guiado, también, por
consideraciones que no violentaran esa naturaleza. Los hábitos,
prejuicios y pasiones de los hombres no podían ser destruidos
de raíz sin arriesgar males mayores que los que se
procuraba corregir. Hablando de la Constitución, decía David
Hume que "en todos los casos es conveniente saber cuál es la
6 El pensamiento político de Hume ha recibido más atención que el de
los otros dos autores escoceses. Para Hume puede consultarse Duncan
Forbes, Hume's Philosophical Politics, Cambridge, 1975, y David
Miller, Hume's Political Thought, Oxford, 1981. Para Adam Smith cfr.
Donald Winch, Adam Smith Politics: An Essay in Historiographic Revisión,
Cambridge, 1978, y para Adam Ferguson, David Kettler, The
Social and Political Thought of Adam Ferguson, Ohio, 1965.
278 ESTUDIOS PÚBLICOS
más perfecta, y debemos procurar que una forma de gobier- no real se acerque a ese ideal lo más que sea posible mediante
suaves alteraciones...que eviten introducir perturbaciones graves en la vida social". En otra muestra del carácter sutilmente
paradojal del pensamiento escocés, se trata de armonizar
un mecanismo de cambio político institucional de
raigambre conservadora para posibilitar, mediante la prolife- ración de los intercambios, procesos de movilidad social que permitan mejorar la posición de las personas dentro de la comunidad.
En otras palabras, un orden político relativamente
estable puede producir alteraciones radicales y progresivas
en la estructura social de la comunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario