domingo, 18 de diciembre de 2011

Alvarez Cascos Amigo de Rajoy

Álvarez-Cascos torea y embiste con idéntica habilidad. Por algo le apasiona la fiesta nacional. De hecho, hoy lleva unos cuantos toros amarillos en su corbata de fondo rojo e incluso, antes que político, fue cronista taurino. Firmaba en prensa como «Curro Pelayo», un seudónimo que aúna como pocos su afecto a los ruedos y a la «tierrina», en la que vive desde niño aunque nació en Madrid hace 64 años. Estudió en la Escuela de Minas de Oviedo antes de mudarse de nuevo a la capital para cursar Ingeniería de Caminos y empezar a construirse una biografía de compleja arquitectura.

Ferviente defensor de la religión católica y la familia, casado en terceras nupcias; buen pescador, cazador y mejor comedor, pero mal cocinero; hombre de ciencias y autor de cinco libros de Historia, promotor de 1.550 kilómetros de autopistas y nieto del fundador de los autobuses Alsa, se obra en él una insólita transformación tan pronto nombra a sus siete hijos. El presidente de Asturias se vuelve entonces manso. Padre vocacional. Ni rastro del político exigente, resuelto y tajante que manda en el Principado.

—Es autor de «Los parlamentarios asturianos en el reinado de Fernando VII». No le pega siendo ingeniero...

—Todos guardamos alguna tentación. Tengo enorme afición a la Historia, sobre todo del parlamentarismo español y asturiano. En el 82, cuando llegué al Senado, pasaba muchas horas en su biblioteca y empecé a leer diarios de sesiones y las actas de diputados de las Cortes de Cádiz… Hasta que un día dije: «¿Por qué no lo recojo en un libro?»

—Foro Asturias ofrece en su lema «trabajar a tres turnos» ¿Usted lo hace?

—A veces, a cuatro. De todas maneras, conviene respetar el turno del sueño porque, si se quiebra, se puede gripar el motor. Pero bueno, a tres turnos lo llevo bastante bien, ja, ja.

—¿Cómo celebrará esta Navidad?

—Como siempre, en familia. Procuramos repartir los días para estar con todos. Somos muy tradicionales… Es verdad que en mi casa los regalos se concentraban en Reyes. Con el tiempo, una parte los hemos desviado hacia la Navidad porque así los niños disfrutan antes de los juguetes. Rompes la tradición española pero salen ganando ellos.

—Parece que se está perdiendo el sentido religioso de estas fiestas.

—No, la tradición cristiana en España no se está perdiendo. Otra cosa es que a algunos les interese decirlo. El espíritu de la Navidad está presente en todo el mundo occidental.

—¿Pero se vive con sentido religioso?

—El carácter religioso va implícito. Algunos tratan de que trascienda la parte festiva y se pierdan las raíces del espíritu navideño, pero es un empeño inútil. Intentar borrar un fenómemo de tantos siglos porque alguno tenga una concepción materialista o «adanista»… Porque cada vez más gente cree que la Historia empieza cuando él nació. Que él es Adán.

—¿Se considera un buen padre?

—Lo intento. Son el objeto principal de mi atención. Intento que ellos sientan que mi primera obligación es prestarles dedicación. Cuento con la colaboración impagable de mi mujer, porque no lo podría hacer si no hubiera compromiso mutuo. Yo tengo seis hijos, cuatro mayores y dos pequeños, y además está el séptimo que es el de ella. Así que yo integro hoy una familia de tres hijos pequeños. Y se llevan fenomenal con los mayores.

—¿Cocina usted en casa?

—No, no es mi especialidad. Me educaron para poder atender todas las obligaciones que comporta el reparto de trabajo en una familia, pero la cocina no es mi especialidad. Me encontraría perfectamente cualificado para desempeñar cualquier otra tarea doméstica, incluida la de cuidar hijos, y dispuesto a compartirla.

—Hay pocos ministros que sean después presidentes autonómicos. Lo habitual es recorrer el camino inverso.

—He ido cumpliendo mis etapas y las he dejado yo casi todas sin nostalgia. Nunca he tenido vocación de eternidad en la política. Ahora he vuelto con la misma conciencia de transitoriedad. La política es una etapa de servicio, no puede ser oficio.

—¿Se ve aún largo tiempo en ella?

—Lo más importante no es lo que uno quiera, sino lo que interpreta que quieren los ciudadanos.

—Pero uno se puede sentir cansado…

—Mientras la salud me acompañe, y hasta ahora me permite mantener el ritmo de tres turnos, lo más importante es interpretar lo que los demás quieren. No estaré ni un minuto más de lo que deseen mis compañeros. No hago quinielas sobre el horizonte. En los cargos no se debe uno eternizar, he propiciado el cambio en la mayor parte de los que he ocupado.

El despacho
Ubicación. Sede de la Presidencia, en el centro de Oviedo. Se comunica por un túnel subterráneo con el Parlamento regional.
Planta. Primera.
Tamaño. 75 m2 aprox.
Estilo. Contemporáneo, con moqueta beige y paredes en madera.
Cuadros. Arte moderno asturiano.
El detalle. Utiliza dos móviles Nokia más bien antiguos y sin Internet.

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