martes, 2 de octubre de 2018

Modos de Afrontar El Estudio de la Economia

MODOS DE AFRONTAR EL ESTUDIO DE LA ECONOMÍA La Economía permite diversos enfoques y modos de afrontar el conocimiento. Para poder determinar con una mayor precisión el modo en que se aborda su estudio, en las siguientes líneas se presenta una doble clasificación. En un primer nivel, se procede a establecer la distinción entre el análisis positivo y el análisis normativo y, en un segundo nivel, se distingue entre el análisis microeconómico y el análisis macroeconómico. Análisis positivo vs. análisis normativo Dentro de las ciencias sociales, el investigador puede considerar un problema de dos maneras distintas. De un lado, por medio de las afirmaciones positivas se hace referencia a algún aspecto de la realidad, lo que las convierte siempre en ciertas o falsas. En este caso se trata de analizar los hechos tal como son. Los enunciados positivos pueden ser contrastados por los hechos, por lo que pueden someterse a un proceso de validación. Un caso de enunciado positivo sería, por ejemplo, mantener que el consumo de una persona aumenta a medida que su renta disponible es cada vez mayor. Independientemente de que sea cierto o no tal aserto, se trata de una proposición positiva, porque se puede determinar su validez al contrastar su contenido con los hechos. La segunda forma de estudiar la economía parte de un sentimiento de disconformidad con lo que le rodea, lo que lleva a analizar la economía en el deseo de transformarla. En este sentido, la investigación se centra en lo que debería ser. Las afirmaciones normativas muestran una opinión acerca del estado del mundo, dependiendo su aceptación por otros individuos de la capacidad de persuasión de quien la realiza. En este caso no son los hechos los que aprueban o desmienten un enunciado, sino el entendimiento de quien recibe el mensaje. Un ejemplo de proposición normativa sería defender que la renta nacional no se distribuye de un modo justo entre los miembros de la sociedad, por lo que habría que proceder a redistribuir la renta siguiendo unos determinados criterios. Sobre este enunciado habría que decir que es cierto que la renta no se distribuye por igual entre todos los ciudadanos, ahora bien, esto no quiere decir necesariamente que no se realice un reparto justo. Seguramente, sobre la justicia en el reparto de la renta podrían escucharse muchas opiniones encontradas, tantas como concepciones de justicia.
¿Debe el economista desligarse completamente de las proposiciones normativas?, ¿es realmente esto posible y deseable? La lectura de un par de textos puede ayudar a tomar una posición personal. El texto de M. Friedman, «La metodología de la economía positiva», en Friedman, M. (1953), Essays in Positive Economics, The University of Chicago Press –hay traducción en Fuentes Quintana, E. (1958), La metodología de la economía positiva, Revista de Economía Política, 21, p. 33– toma partido por el positivismo y la neutralidad ética de la Economía. Por el contrario, en Sampedro, J.L. (1983), El reloj, el gato y Madagascar, Revista de Estudios Andaluces, 1, pp 119-126, se puede ver la postura opuesta.

 En su admirable libro sobre El objeto y el método de la economía política, John Neville Keynes distingue entre "una ciencia positiva..., un cuerpo de conocimiento sistematizado concerniente a lo que es; y una ciencia normativa u ordenadora..., un cuerpo de conocimiento sistematizado que discute los criterios sobre lo que debe ser; un arte..., un sistema de reglas para la consecución de un fin dado", y puntualiza que "la confusión entre ellas es corriente y ha sido la fuente de muchos errores perjudiciales", señalando con insistencia la importancia de "admitir una ciencia positiva independiente de la economía política" (1). Este trabajo se refiere principalmente a ciertos problemas metodológicos que surgen al intentar construir la "ciencia positiva independiente" pedida por Keynes—en especial al problema de cómo decidir si una hipótesis o una teoría deberían aceptarse como



I. Relación entre la economía positiva y normativa. La confusión entre la economía positiva y normativa es hasta cierto punto inevitable. £1 tema en sí de la economía se considera por casi todo el mundo de vital importancia y dentro del ámbito de su propia experiencia y competencia; es fuente de continuada y amplia controversia y motivo frecuente de legislación. Los que se proclaman "expertos" a sí mismos, difícilmente puede considerárseles a iodos como desinteresados; en cualquier caso, en los temas que tanto importan, la opinión del "experto" apenas sería aceptada sólo por la fe, incluso si los "expertos" fueran desapasionados y desinteresados a todas luces (2). Las conclusiones de la economía positiva parecen, y son, redevantes para grandes problemas normativos, para cuestiones sobre lo que debe hacerse y cómo debe conseguirse cualquier meta fijada. Tanto legos como ex tos, son igualmente tentados a modelar conclusiones positivas adecuadas a preconcepciones normativas vigorosamente profesadas y desechar las conclusiones positivas, si sus deducciones normativas —o lo que se dice son las deducciones normativas—no son de su gusto. La economía positiva es en principio independiente de cualquier posición ética particular o de juicios normativos. Como Keynes afirma: trata con "lo que es", no con "lo que debe ser". Su objeto es proporcionar un sistema de generalizaciones que pueda usarse para hacer predicciones correctas sobre laa consecuencias de cualquier cambio en las circunstancias. Su función debe ser juzgada .por la precisión, fin y conformidad con la experiencia de las predicciones realizadas. En una palabra: la economía positiva es o puede ser una ciencia "objetiva", precisamente en el mismo sentido que cualquiera de las ciencias físicas. Desde luego, del hecho de que la economía trate de las relaciones mutuas entre los seres humanos y de que el investigador sea a su vez parte del asunto a investigar en un sentido mucho más íntimo que en las ciencias físicas, surgen dificultades especiales al pretender lograr objetividad, al mismo tiempo que proporciona al investigador de lo social una serie de datos que no son accesibles al físico. Pero ni lo uno ni Jo otro es, en mi opinión, una distinción fundamental entre los dos grupos de ciencias (3). La economía normativa y el arte de la economía, por otro lado, no pueden ser independientes de la economía positiva. Cualquier decisión política se apoya necesariamente en una predicción sobre las consecuencias de hacer una cosa más bien que otra, una predicción que debe estar basada —implícita o explícitamente— en la economía positiva. No hay, sin duda, una relación directa entre las decisiones políticas y las conclusiones de la economía positiva; si la hubiera no habría una ciencia normativa independiente. Dos personas pueden estar de acuerdo sobre las consecuencias de una disposición legislativa. Una puede considerarlas deseables y favorecer por ello su promulgación; la otra como indeseables y oponerse a ella. Aventuro la opinión, sin embargo, de que corrientemente en el mundo occidental, y sobre todo en los Estados Unidos, las diferencias sobre la política económica entre los ciudadanos derivan, en su mayor parte, de las diversas predicciones acerca de las consecuencias económicas de una acción determinada —diferenoias que en principio pueden ser eliminadas con el progreso de la economía positiva— más que de diferencias fundamentales sobre valores básicos, diferencias que en último término llevan a la Iuaha. Un ejemplo claro y esencial lo ofrece la legislación del salario mínimo. Bajo el cúmulo de argumentos ofrecidos en pro y en contra de tal legislación hay un acuerdo tácito en el objetivo de proporcionar un "salario vital" para todos, utilizando la ambigua frase tan corriente en tales discusiones. La diferencia de opinión está fundamentalmente basada en una implícita o explícita diferencia en las predicciones sobre la eficacia de este medio peculiar para lograr el fin acordado. Los que la defienden creen (predicen) que Jos salarios mínimos legales disminuyen la pobreza al elevar los jornales de los que reciben menos del salario mínimo, tanto como los de algunos que reciben más del salario mínimo, sin que al mismo tiempo se contravenga esta circunstancia por una elevación del paro o de empleos menos ventajosos. Los que la combaten creen (predicen) que el salario mínimo ilegal aumenta la pobreza al incrementar el paro o que los ocupados lo son menos ventajosamente, y que el salario mínimo además no reporta ningún efecto favorable a los que permanecen empleados. El acuerdo sobre las consecuencias económicas de la- legislación quizás no produjese un completo acuerdo sobre la deseabilidad de la medida, porque existen aún otras diferencias acerca de sus consecuencias políticas o sociales, pero, dado el acuerdo sobre los objetivos, 6e andaría un largo trecho hacia la consecución del asentimiento en un sentido concreto. Intimamente unidas a divergencias en el análisis positivo están las dispares opiniones sobre el papel y lugar apropiado de los sindicatos y la deseabilidad de controles directos sobre los precios y salarios y de los aranceles. Las diferentes predicciones sobre la importancia de las llamadas "economías de la producción en gran escala" explican las divergentes opiniones sobre el deseo o necesidad de una detallada regulación gubernamental de la industria y aun del socialismo, más bien que de la expansión de la empresa privada. Y esta lista podría alargarse indefinidamente (4). Por supuesto, que mi opinión de que las principales diferencias sobre la política económica en el mundo occidental son de este género, es también una afirmación "positiva" que ha de ser aceptada o rechazada sobre la base de la experiencia empírica. Si este juicio es válido significa que un acuerdo «obre una política económica "correcta" depende mucho menos del progreso de la economía normativa que del progreso de una economía positiva que obtenga conclusiones que sean ampliamente aoeptadas. Significa también que la principal razón para distinguir rigurosamente la economía normativa de la economía positiva es justamente la contribución que puede hacerse de este modo para lograr un acuerdo sobre política. II. Economía positiva. El último objetivo de una ciencia positiva es el desarrollo de una "teoría" o "hipótesis" que produzca predicciones válidas y significativas (no truísticas) sobre fenómenos todavía no observados. Tal teoría es, en general, una compleja mezcla de dos elementos. En parte es un "lenguaje" encaminado a promover "métodos sistemáticos y organizados de razonamiento" (5). En parte es un cuerpo de hipótesis sustantivas encargadas de abstraer rasgos esenciales de la compleja realidad. Considerada como un lenguaje, la teoría carece de contenido sustantivo; es una colección de tautologías. Su -cometido es servir










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