MODOS DE AFRONTAR EL ESTUDIO DE LA ECONOMÍA
La Economía permite diversos enfoques y modos de afrontar el conocimiento. Para poder
determinar con una mayor precisión el modo en que se aborda su estudio, en las siguientes líneas
se presenta una doble clasificación. En un primer nivel, se procede a establecer la distinción entre el análisis positivo y el análisis normativo y, en un segundo nivel, se distingue entre el
análisis microeconómico y el análisis macroeconómico.
Análisis positivo vs. análisis normativo
Dentro de las ciencias sociales, el investigador puede considerar un problema de dos maneras
distintas. De un lado, por medio de las afirmaciones positivas se hace referencia a algún aspecto
de la realidad, lo que las convierte siempre en ciertas o falsas. En este caso se trata de analizar
los hechos tal como son. Los enunciados positivos pueden ser contrastados por los hechos, por lo
que pueden someterse a un proceso de validación. Un caso de enunciado positivo sería, por
ejemplo, mantener que el consumo de una persona aumenta a medida que su renta disponible es
cada vez mayor. Independientemente de que sea cierto o no tal aserto, se trata de una proposición
positiva, porque se puede determinar su validez al contrastar su contenido con los hechos.
La segunda forma de estudiar la economía parte de un sentimiento de disconformidad con lo
que le rodea, lo que lleva a analizar la economía en el deseo de transformarla. En este sentido, la
investigación se centra en lo que debería ser. Las afirmaciones normativas muestran una opinión
acerca del estado del mundo, dependiendo su aceptación por otros individuos de la capacidad de
persuasión de quien la realiza. En este caso no son los hechos los que aprueban o desmienten un
enunciado, sino el entendimiento de quien recibe el mensaje. Un ejemplo de proposición
normativa sería defender que la renta nacional no se distribuye de un modo justo entre los
miembros de la sociedad, por lo que habría que proceder a redistribuir la renta siguiendo unos
determinados criterios. Sobre este enunciado habría que decir que es cierto que la renta no se
distribuye por igual entre todos los ciudadanos, ahora bien, esto no quiere decir necesariamente
que no se realice un reparto justo. Seguramente, sobre la justicia en el reparto de la renta podrían
escucharse muchas opiniones encontradas, tantas como concepciones de justicia.
¿Debe el economista desligarse completamente de las proposiciones normativas?, ¿es
realmente esto posible y deseable? La lectura de un par de textos puede ayudar a tomar una
posición personal. El texto de M. Friedman, «La metodología de la economía positiva», en
Friedman, M. (1953), Essays in Positive Economics, The University of Chicago Press –hay
traducción en Fuentes Quintana, E. (1958), La metodología de la economía positiva, Revista
de Economía Política, 21, p. 33– toma partido por el positivismo y la neutralidad ética de la
Economía. Por el contrario, en Sampedro, J.L. (1983), El reloj, el gato y Madagascar,
Revista de Estudios Andaluces, 1, pp 119-126, se puede ver la postura opuesta.
En su admirable libro sobre El objeto y el método de la economía
política, John Neville Keynes distingue entre "una ciencia
positiva..., un cuerpo de conocimiento sistematizado concerniente
a lo que es; y una ciencia normativa u ordenadora..., un cuerpo de
conocimiento sistematizado que discute los criterios sobre lo que
debe ser; un arte..., un sistema de reglas para la consecución de
un fin dado", y puntualiza que "la confusión entre ellas es corriente
y ha sido la fuente de muchos errores perjudiciales", señalando
con insistencia la importancia de "admitir una ciencia
positiva independiente de la economía política" (1).
Este trabajo se refiere principalmente a ciertos problemas metodológicos
que surgen al intentar construir la "ciencia positiva
independiente" pedida por Keynes—en especial al problema de
cómo decidir si una hipótesis o una teoría deberían aceptarse como
I. Relación entre la economía positiva y normativa.
La confusión entre la economía positiva y normativa es hasta
cierto punto inevitable. £1 tema en sí de la economía se considera
por casi todo el mundo de vital importancia y dentro del ámbito
de su propia experiencia y competencia; es fuente de continuada
y amplia controversia y motivo frecuente de legislación. Los que se
proclaman "expertos" a sí mismos, difícilmente puede considerárseles
a iodos como desinteresados; en cualquier caso, en los temas
que tanto importan, la opinión del "experto" apenas sería
aceptada sólo por la fe, incluso si los "expertos" fueran desapasionados
y desinteresados a todas luces (2). Las conclusiones de la
economía positiva parecen, y son, redevantes para grandes problemas
normativos, para cuestiones sobre lo que debe hacerse y cómo
debe conseguirse cualquier meta fijada. Tanto legos como ex tos, son igualmente tentados a modelar conclusiones positivas adecuadas
a preconcepciones normativas vigorosamente profesadas y
desechar las conclusiones positivas, si sus deducciones normativas
—o lo que se dice son las deducciones normativas—no son de su
gusto.
La economía positiva es en principio independiente de cualquier
posición ética particular o de juicios normativos. Como
Keynes afirma: trata con "lo que es", no con "lo que debe ser".
Su objeto es proporcionar un sistema de generalizaciones que pueda usarse para hacer predicciones correctas sobre laa consecuencias
de cualquier cambio en las circunstancias. Su función debe
ser juzgada .por la precisión, fin y conformidad con la experiencia
de las predicciones realizadas. En una palabra: la economía
positiva es o puede ser una ciencia "objetiva", precisamente en el
mismo sentido que cualquiera de las ciencias físicas. Desde luego,
del hecho de que la economía trate de las relaciones mutuas entre
los seres humanos y de que el investigador sea a su vez parte
del asunto a investigar en un sentido mucho más íntimo que en
las ciencias físicas, surgen dificultades especiales al pretender
lograr objetividad, al mismo tiempo que proporciona al investigador
de lo social una serie de datos que no son accesibles al
físico. Pero ni lo uno ni Jo otro es, en mi opinión, una distinción
fundamental entre los dos grupos de ciencias (3).
La economía normativa y el arte de la economía, por otro
lado, no pueden ser independientes de la economía positiva. Cualquier
decisión política se apoya necesariamente en una predicción
sobre las consecuencias de hacer una cosa más bien que
otra, una predicción que debe estar basada —implícita o explícitamente—
en la economía positiva. No hay, sin duda, una relación
directa entre las decisiones políticas y las conclusiones de la economía positiva; si la hubiera no habría una ciencia normativa
independiente. Dos personas pueden estar de acuerdo sobre las
consecuencias de una disposición legislativa. Una puede considerarlas
deseables y favorecer por ello su promulgación; la otra
como indeseables y oponerse a ella.
Aventuro la opinión, sin embargo, de que corrientemente en
el mundo occidental, y sobre todo en los Estados Unidos, las diferencias
sobre la política económica entre los ciudadanos derivan,
en su mayor parte, de las diversas predicciones acerca de las
consecuencias económicas de una acción determinada —diferenoias que en principio pueden ser eliminadas con el progreso de
la economía positiva— más que de diferencias fundamentales sobre
valores básicos, diferencias que en último término llevan a la
Iuaha. Un ejemplo claro y esencial lo ofrece la legislación del
salario mínimo. Bajo el cúmulo de argumentos ofrecidos en pro
y en contra de tal legislación hay un acuerdo tácito en el objetivo
de proporcionar un "salario vital" para todos, utilizando la ambigua
frase tan corriente en tales discusiones. La diferencia de
opinión está fundamentalmente basada en una implícita o explícita
diferencia en las predicciones sobre la eficacia de este medio
peculiar para lograr el fin acordado. Los que la defienden creen
(predicen) que Jos salarios mínimos legales disminuyen la pobreza
al elevar los jornales de los que reciben menos del salario mínimo,
tanto como los de algunos que reciben más del salario mínimo,
sin que al mismo tiempo se contravenga esta circunstancia por
una elevación del paro o de empleos menos ventajosos. Los que
la combaten creen (predicen) que el salario mínimo ilegal aumenta la pobreza al incrementar el paro o que los ocupados lo son
menos ventajosamente, y que el salario mínimo además no reporta
ningún efecto favorable a los que permanecen empleados.
El acuerdo sobre las consecuencias económicas de la- legislación
quizás no produjese un completo acuerdo sobre la deseabilidad
de la medida, porque existen aún otras diferencias acerca de
sus consecuencias políticas o sociales, pero, dado el acuerdo sobre
los objetivos, 6e andaría un largo trecho hacia la consecución del
asentimiento en un sentido concreto.
Intimamente unidas a divergencias en el análisis positivo están
las dispares opiniones sobre el papel y lugar apropiado de
los sindicatos y la deseabilidad de controles directos sobre los
precios y salarios y de los aranceles. Las diferentes predicciones
sobre la importancia de las llamadas "economías de la producción
en gran escala" explican las divergentes opiniones sobre el
deseo o necesidad de una detallada regulación gubernamental de
la industria y aun del socialismo, más bien que de la expansión
de la empresa privada. Y esta lista podría alargarse indefinidamente
(4). Por supuesto, que mi opinión de que las principales diferencias sobre la política económica en el mundo occidental
son de este género, es también una afirmación "positiva" que ha
de ser aceptada o rechazada sobre la base de la experiencia
empírica.
Si este juicio es válido significa que un acuerdo «obre una
política económica "correcta" depende mucho menos del progreso
de la economía normativa que del progreso de una economía positiva
que obtenga conclusiones que sean ampliamente aoeptadas.
Significa también que la principal razón para distinguir rigurosamente
la economía normativa de la economía positiva es justamente
la contribución que puede hacerse de este modo para
lograr un acuerdo sobre política.
II. Economía positiva.
El último objetivo de una ciencia positiva es el desarrollo
de una "teoría" o "hipótesis" que produzca predicciones válidas
y significativas (no truísticas) sobre fenómenos todavía no observados.
Tal teoría es, en general, una compleja mezcla de dos
elementos. En parte es un "lenguaje" encaminado a promover
"métodos sistemáticos y organizados de razonamiento" (5). En
parte es un cuerpo de hipótesis sustantivas encargadas de abstraer
rasgos esenciales de la compleja realidad.
Considerada como un lenguaje, la teoría carece de contenido
sustantivo; es una colección de tautologías. Su -cometido es servir