La crisis económica está llevando a España y a sus ciudadanos a una realidad que muchos de ellos nunca pensaron que podrían llegar a experimentar. Desde mediados del 2008, la palabra crisis forma parte del vocabulario diario. La información que transmite la clase política y las noticias de los medios de comunicación presentan, a menudo, la crisis con un torrente negativo de datos en el que la cantidad de desempleados o de desahuciados, de deuda interna o externa y los recortes en programas sociales o en inversión pública eclipsan y deshumanizan la multitud de realidades que hay tras las cifras económicas.
Magazine quiere retratar la crisis precisamente a través de esas realidades. Ha recogido historias que cuentan en primera persona ciudadanos de a pie de distintos puntos de España, desde jóvenes recién titulados hasta jubilados, del entorno urbano y del rural. Son relatos personales que ofrecen visiones diversas de la situación económica y social, pero que componen una mirada panorámica y muestran que esta crisis no entiende de clases ni de otras diferencias sociales. Sin excepción, afecta a familias y gente proveniente de muy variados orígenes y de distintos sectores, minando la confianza y la prosperidad que se pronosticaban hace unos años y que desprendían, aparentemente, el sistema financiero, económico y político.
Durante años, España nadó en una cierta abundancia sin que muchos, desde cualquier ciudadano hasta los políticos que tomaban decisiones, se cuestionaran la situación. Quizás unos por desconocimiento y otros por saber demasiado se repartieron un pastel que era tan tentador que pocos, en su momento, pensaron en los efectos del empacho posterior. Desde finales de los noventa, España creció sobre la base del ladrillo, sin organización ni estrategia, aseguran ahora algunos; la cultura del pelotazo imperó, reprochan otros. Durante los últimos años, España ha pasado de ser uno de los países con menor índice de deuda pública a la situación actual, de la que el rescate de la banca es, por ahora, el último acto.
Hoy, la crisis se nota en todos los ámbitos. Los testimonios elegidos por Magazine relatan sus efectos (o los de las medidas que buscan atajarla) en la educación, en la sanidad, las ayudas sociales, las infraestructuras públicas, la agricultura, o en el mundo de la empresa... Podían ser muchas más las historias, porque, en mayor o menor medida, las vidas de muchos millones de personas se han visto alteradas.
El Estado del bienestar y los derechos adquiridos con mucho esfuerzo por generaciones anteriores se ven ahora amenazados e hipotecados para las próximas generaciones. El espíritu combativo y de supervivencia de gran parte de la sociedad se ha visto desbordado ante la cantidad de problemas. Sin otras herramientas con que hacer frente a la situación, los testimonios cuentan cómo salen adelante sólo con la ayuda de la familia. Recurrir a la pensión de los abuelos, o volver a casa, ya sea para vivir una temporada o para tener un plato de comida en la mesa, son situaciones cada vez más comunes.
La mayoría de las historias personales tienen un denominador común, el trabajo, aunque con diferente enfoque. La falta de empleo o la pérdida del puesto de trabajo son el inicio de un camino en el que se ve peligrar aquello por lo que se ha luchado. Como, muchas veces, la casa. Cada día en España se ejecutan de media unos 159 desahucios y la mayoría de los afectados son familias que se quedan sin un hogar, mientras –otra de las imágenes más visibles de esta crisis– hay una gran cantidad de viviendas vacías.
Para otros, el paro significa el inicio de un proceso arduo para adaptar su vida y sus pretensiones a la nueva situación. Tanto han cambiado las cosas que no hace mucho se discutían la precariedad laboral y cómo un mileurista podía vivir con el coste de vida. Hoy, con un 24% de desempleados en España, tener un trabajo parece cosa de afortunados, y ser mileurista, casi un lujo; sobre todo para muchos jóvenes, que cuentan sus dificultades para acceder al mercado laboral aún estando más preparados que ninguna generación anterior.
La crisis económica ha generado un clima generalizado de pesimismo, pero, al mismo tiempo, propicia reacciones humanas positivas y altruistas, de aliento y esperanza. La ciudadanía explica que tampoco se conforma; las acciones de protesta y las propuestas reivindicativas se han multiplicado. De una manera casi terapéutica a veces, sirven para canalizar la indignación de quienes critican a los estamentos políticos y económicos por considerar que actuaron con impunidad y sin responsabilidad y les exigen cambios, transparencia, previsión, efectividad...
Todo esto se lee en los 16 relatos que ofrecerá Magazine, visiones cotidianas de la crisis y de cómo capearla, publicados en este y en los próximos cinco números.
Magazine quiere retratar la crisis precisamente a través de esas realidades. Ha recogido historias que cuentan en primera persona ciudadanos de a pie de distintos puntos de España, desde jóvenes recién titulados hasta jubilados, del entorno urbano y del rural. Son relatos personales que ofrecen visiones diversas de la situación económica y social, pero que componen una mirada panorámica y muestran que esta crisis no entiende de clases ni de otras diferencias sociales. Sin excepción, afecta a familias y gente proveniente de muy variados orígenes y de distintos sectores, minando la confianza y la prosperidad que se pronosticaban hace unos años y que desprendían, aparentemente, el sistema financiero, económico y político.
Durante años, España nadó en una cierta abundancia sin que muchos, desde cualquier ciudadano hasta los políticos que tomaban decisiones, se cuestionaran la situación. Quizás unos por desconocimiento y otros por saber demasiado se repartieron un pastel que era tan tentador que pocos, en su momento, pensaron en los efectos del empacho posterior. Desde finales de los noventa, España creció sobre la base del ladrillo, sin organización ni estrategia, aseguran ahora algunos; la cultura del pelotazo imperó, reprochan otros. Durante los últimos años, España ha pasado de ser uno de los países con menor índice de deuda pública a la situación actual, de la que el rescate de la banca es, por ahora, el último acto.
Hoy, la crisis se nota en todos los ámbitos. Los testimonios elegidos por Magazine relatan sus efectos (o los de las medidas que buscan atajarla) en la educación, en la sanidad, las ayudas sociales, las infraestructuras públicas, la agricultura, o en el mundo de la empresa... Podían ser muchas más las historias, porque, en mayor o menor medida, las vidas de muchos millones de personas se han visto alteradas.
El Estado del bienestar y los derechos adquiridos con mucho esfuerzo por generaciones anteriores se ven ahora amenazados e hipotecados para las próximas generaciones. El espíritu combativo y de supervivencia de gran parte de la sociedad se ha visto desbordado ante la cantidad de problemas. Sin otras herramientas con que hacer frente a la situación, los testimonios cuentan cómo salen adelante sólo con la ayuda de la familia. Recurrir a la pensión de los abuelos, o volver a casa, ya sea para vivir una temporada o para tener un plato de comida en la mesa, son situaciones cada vez más comunes.
La mayoría de las historias personales tienen un denominador común, el trabajo, aunque con diferente enfoque. La falta de empleo o la pérdida del puesto de trabajo son el inicio de un camino en el que se ve peligrar aquello por lo que se ha luchado. Como, muchas veces, la casa. Cada día en España se ejecutan de media unos 159 desahucios y la mayoría de los afectados son familias que se quedan sin un hogar, mientras –otra de las imágenes más visibles de esta crisis– hay una gran cantidad de viviendas vacías.
Para otros, el paro significa el inicio de un proceso arduo para adaptar su vida y sus pretensiones a la nueva situación. Tanto han cambiado las cosas que no hace mucho se discutían la precariedad laboral y cómo un mileurista podía vivir con el coste de vida. Hoy, con un 24% de desempleados en España, tener un trabajo parece cosa de afortunados, y ser mileurista, casi un lujo; sobre todo para muchos jóvenes, que cuentan sus dificultades para acceder al mercado laboral aún estando más preparados que ninguna generación anterior.
La crisis económica ha generado un clima generalizado de pesimismo, pero, al mismo tiempo, propicia reacciones humanas positivas y altruistas, de aliento y esperanza. La ciudadanía explica que tampoco se conforma; las acciones de protesta y las propuestas reivindicativas se han multiplicado. De una manera casi terapéutica a veces, sirven para canalizar la indignación de quienes critican a los estamentos políticos y económicos por considerar que actuaron con impunidad y sin responsabilidad y les exigen cambios, transparencia, previsión, efectividad...
Todo esto se lee en los 16 relatos que ofrecerá Magazine, visiones cotidianas de la crisis y de cómo capearla, publicados en este y en los próximos cinco números.
No hay comentarios:
Publicar un comentario