domingo, 18 de marzo de 2012

Goldman Sachs Codicia y mentira

Gran revuelo ha causado esta semana la carta que publicaba The New York Times, “Por qué abandono Goldman Sachs”. La bomba caía con contundencia, se convertía en “trending topic” en Twitter y Cotizalia se hacia eco inmediatamente. ¡Un alto ejecutivo dimite y reconoce las malas artes de Goldman Sachs! ¡Teníamos razón! ¡La dictadura de los mercados demostrada por un empleado! McCoy comentaba, y yo estoy de acuerdo, que “esto tiene una pinta de acabar como el malvado trader, que nunca lo fue, que mata. Fenómeno ego-boomerang se llama”.

Yo conocía a Greg Smith. No mucho, pero coincidimos en algunas ocasiones. Un profesional sólido. Pero no un “alto ejecutivo” de su banco ni el responsable global de derivados, sino uno de los 12.000 vicepresidentes que trabajan en Goldman Sachs. No olvidemos que el termino “vicepresidente” es completamente distinto en Europa que en las empresas americanas.

Profesionales sólidos son la inmensa mayoría de los trabajadores de Goldman Sachs, banco del cual he sido cliente, tanto en mi experiencia corporativa como en mi etapa como inversor, desde hace más de veinte años. Yo, como cliente, nunca me he sentido manipulado, ni tratado como una marioneta ni engañado. También he trabajado en banca de inversión y las supuestas revelaciones sobre las prácticas ocultas de Goldman Sachs no desvelan nada más que un entorno agresivo, el mercado financiero y la banca de inversión, y un sub-universo de la misma, el de los derivados, desde los ojos de un mando intermedio cabreado. Como aquel ex director de sucursal local que “revelaba” en una televisión nacional las maldades de su antiguo empleador.

Un banco de inversión no es un padre o un familiar. Es una entidad que busca maximizar beneficios, igual que yo, y que ofrece una serie de servicios en los que yo, y cualquier inversor, como profesional cualificado, debo analizar, comparar, reconocer el riesgo y aceptar mi decisión. Entre tantos “escándalos mediáticos” parece que nos olvidamos que aquí todos somos mayorcitos y que la razón por la que nos pagan es para tomar decisiones calibradas, no para guiarnos ciegamente de la mano de un asesor, sea Goldman Sachs, McKinsey o el Coronel Tom Parker, el malvado manager de Elvis Presley. Para consejos familiares y altruistas ya tengo a mis padres.

¿Que algún colega ha dicho burradas sobre sus clientes? Primero, si hay un banco donde se puede denunciar esa practica anónimamente, ese es Goldman, así que el amigo Greg se pasó 12 años indignándose, y cobrando, en silencio. Pero en cualquier caso, las burradas también las decimos los demás sobre ellos. Cualquiera que trabaje en un hedge fund sabe que a las recomendaciones de analistas de “comprar” de los grandes bancos se les llama “the kiss of death” porque suelen funcionar desastrosamente al segundo día de publicación. Este negocio, el de los mercados financieros, no es una ONG ni un entorno políticamente correcto. Es un entorno donde todos recibimos presión para generar resultados. Al que no le guste, que envíe su curriculum a un ministerio que ahí puede gastar presupuesto ilimitado con mucha corrección.

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