Pocos textos son tan oportunos para hablar hoy de Marx como los dos ensayos que dan cuerpo al librito del gobernador que fue del Banco de España, el catedrático Luis Ángel Rojo, y el también catedrático y maestro de las Ciencias Sociales, Víctor Pérez Díaz. Se editó con motivo del centenario de su muerte, y el título: Marx, Economía y Moral, da idea de cómo se quería trascender los escritos de economía de Marx, planteando el carácter revolucionario de su pensamiento. En ese año (1983), el profesor Enrique Fuentes Quintana conmemoraba en la revista de las cajas de ahorros, Papeles de Economía, el centenario común de la muerte de Marx, y del nacimiento de Schumpeter y Keynes.
La actualidad de Marx no está en la vigencia de su pensamiento económico, pues sus principios y leyes no recogen la forma en que se ha desenvuelto el mundo en estos años. En su ensayo, Rojo habla de la llamada de Marx a ver la realidad de las cosas, frente a la forma abstracta en que discurre el pensamiento económico, con el principio de espontaneidad con que supuestamente se corrigen situaciones y problemas. Frente a ello Marx mostraba las lacras que el incipiente sistema capitalista comportaba para los trabajadores, y las contradicciones en su funcionamiento, en la acumulación y distribución, y el inevitable agotamiento por la competencia. Es un pensamiento complejo donde se mezcla el análisis de la realidad más cruda, con la sociología de las clases, y unas leyes de funcionamiento de la economía. Pero Rojo nos dice que la talla de Marx no se mide por si lo que dijo se cumple o no, pues nadie espera que ninguna construcción intelectual pueda mantenerse en el tiempo. De hecho, la transformación tecnológica trastoca cualquier idea sobre, por ejemplo, formación de precios en los mercados, o circulación de bienes, servicios y capitales, con sus implicaciones para la deslocalización de producción y consecuencias para la mano de obra. Sin embargo, Marx sí dio carácter global al capitalismo que "anida en todas partes, y establece conexiones dondequiera". Además, hay tres temas de la dinámica del sistema capitalista que Marx destacó y siguen siendo vigentes: la acumulación de capital, las innovaciones tecnológicas y las crisis recurrentes económicas y financieras.
La pretensión de aplicar ideas de Marx ha dado lugar a experimentos terribles en los países donde se ha construido una organización social bajo el nombre del comunismo, en contradicción con la lógica de Marx, a quien fascinaba la fuerza disruptiva del capitalismo y su capacidad creativa y de transformación, concluyendo que en su misma dinámica estaban los principios del estancamiento. Tampoco pudo predecir la aparición de otros sistemas críticos con el capitalismo como los fascismos y totalitarismos, y sus derivaciones en guerras de alcance mundial. La obra de Marx provoca precisamente reacciones que llevan a la construcción del Estado de bienestar, y reformas que -paradójicamente- fortalecen al capitalismo. Los niveles de subsistencia no han caído hasta el límite, sino que los estándares de vida continúan mejorando por increíbles aumentos en la productividad y el abaratamiento secular de los precios al consumo, determinado por los intercambios globales.
Entre la avalancha de libros que salen con motivo del aniversario, destaca el de Sven-Eric Liedman: Un mundo que ganar. La vida y obra de Karl Marx, porque no es oportunista, sino fruto de muchos años de trabajo intentando comprender cómo operan hoy las fuerzas de producción, relaciones de clase, estructuras políticas, y la legislación -desde las constituciones a leyes contables o regulación bancaria- y las instituciones y cultura que se construye sobre ellas. Son los nuevos "laberintos de la edad en que vivimos", donde las sociedades buscan salidas a sus problemas. Pero ni los planteamientos rupturistas actuales, que toman distintas versiones oportunistas según las circunstancias de los países, ni los reformadores de centro derecha y centro izquierda, están a la altura de lo que nuestras sociedades en transformación demandan. Precisamente Marx no es hoy una reliquia histórica porque fue capaz de enfrentar la realidad cara a cara, y mirar los problemas a los ojos -aunque a las ideas que surgieron de sus escritos, y las conclusiones a que llegó, siguieran experimentos monstruosos, o se las hayan llevado los vendavales de la tecnología-.
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